Estudiar Derecho siempre ha sido complejo. Tiene una malla rígida, que requiere mucha memoria y sus exámenes pueden echar por tierra todo un año de trabajo. Quizás por eso sea la carrera con mayor deserción del sistema universitario: el 28% de los alumnos abandona los estudios al primer año.
Pero entre los planteles, hay amplias diferencias. Desde una gran mayoría que abandona sus estudios en la Universidad Bolivariana en el primer año -el 59%-, hasta el escaso 4% en la Universidad Católica. Algo similar pasa en Educación Básica, la segunda carrera con mayor deserción. Allí, de nuevo, la Universidad Bolivariana lidera la lista: dos tercios de los alumnos nunca se titularán de profesor.
La deserción es un fenómeno complejo. Para explicar por qué un estudiante se retira de la educación superior, hay factores económicos, vocacionales, académicos y de desajuste institucional, es decir, que al alumno le gusta la carrera, pero no la universidad.
FACTOR DE EFICIENCIA
El retirarse no sólo tiene costos familiares (una carrera puede costar hasta tres millones al año), sino también para el Estado, que invierte en becas y créditos que difícilmente se recuperan; y para las universidades, ya que el nivel de deserción es uno de los factores de eficiencia interna más importantes a la hora de acreditarse en Chile y en el extranjero.
Según datos del Sistema de Información de Educación Superior del Mineduc, entre las 10 carreras con mayor deserción están, además de las mencionadas, Arquitectura, Trabajo Social e Ingeniería Civil, entre otras. Y entre los planteles que se repiten con los mayores índices están la U. Bolivariana, la U. Arcis, la U. de Las Américas y la U. de Ciencias de la Informática, Ucinf. Precisamente esta última tiene la tasa más alta de todo el sistema: de cada 10 estudiantes que ingresaron en 2007 a Arquitectura, siete se retiraron al finalizar el año.
Según explica Antonio Martínez, profesor de Arquitectura en ese plantel, hay dos factores que influyen en el abandono de la carrera: los jóvenes llegan sin saber bien de qué se trata, y la carga académica implica no tener horario definido. "Entre nuestros alumnos, hay muchos que necesitan tener un ingreso extra y no pueden compatibilizar trabajo y estudios".
CULPAS COMPARTIDAS
Pero no toda la responsabilidad es de los alumnos. Eso cree Sebastián Donoso, del Instituto de Investigación y Desarrollo Educacional de la U. de Talca, quien asegura que cuando una universidad acepta a estudiantes de poco puntaje y que traen falencias académicas, es deber de las instituciones el sacarlos adelante.
"Aumentar vacantes para una carrera no es sólo poner más sillas, es asegurarse de que los estudiantes logren un título". Y agrega. "Si se repiten instituciones en distintas carreras, podríamos pensar que muchas universidades usan estrategias de matricular a gran cantidad de estudiantes para financiarse más que para sustentar los aprendizajes de esos alumnos".
El problema es más serio cuando se trata de alumnos que han hecho un esfuerzo por convertirse en primera generación de su familia en entrar a la universidad o provienen de colegios con mala base. Para hacerse una idea, en planteles como la Arcis y la Bolivariana, el 40% de los ingresados en 2007 era alumno de este tipo de establecimientos. Y si se toma en cuenta que siete de cada 10 jóvenes que estudian en la universidad es primera generación, es posible presumir que muchos de los que fracasan son de ese grupo.
Pero no siempre el estudiante de menores recursos culturales y socioeconómicos es el que deserta. Andrés Bernasconi, vicerrector de Investigación y Posgrado de la U. Andrés Bello, asegura que también hay "jóvenes que provienen de familias que entran un año a probar, luego se retiran y se matriculan en otro plantel".
Ante las cifras, los planteles Inacap y U. Central señalaron que sus tasas no correspondían a lo informado por el Mineduc. Sin embargo, los encargados ministeriales del tema aclararon que los cálculos se hicieron con datos enviados por los propios planteles.