Annie Murath y Fernando Milagros están lejos de ser debutantes en el universo creativo de Juan Radrigán, el dramaturgo y premio nacional de Artes de la Representación 2011. Murath (Piaf), porque hace ocho años cuadró filas en el elenco de El encuentramiento. Y porque desde 1983 ha sentido una conexión especial con el trabajo de este autor, desde que lo conoció oficiando un vino de honor y cortando entradas en Concepción. Milagros, en tanto, hizo la música de Bailando para ojos muertos el año pasado y compartió con el autor de El loco y la triste la nómina de profesores de Teatro en la Arcis. Allí se encontró, en más de una ocasión, con quien nombra, respetuosamente, como "don" Juan Radrigán.
A un día del estreno de la pieza Fantasmas borrachos, en concierto, estas experiencias no sólo vienen como recuerdos al presente, sino que traen satisfacción y mucha responsabilidad. Ambos están conscientes del lugar que ocupa este autor en la historia del teatro chileno.
"Me parece un honor cantar canciones escritas por él. Sé que es algo que nunca hizo, y por eso es súper atractivo", dice Milagros. "Más que una obra de teatro -agrega Murath-, esto es un concierto. Los textos de Juan viven ahora en la música".
Se trata de un concierto narrado, de 60 minutos de duración, donde la música de Angela Acuña se unió a las letras de Juan Radrigán, generando composiciones que, como define Murath, están llenas de nostalgia.
Así, sobre el escenario y de pie frente a sus micrófonos, Milagros y Murath serán los dos intérpretes de Fantasmas borrachos, en concierto. Siendo acompañados por un cuarteto de cuerdas, donde destaca el chelo de la propia Angela Acuña. Los actores Francisco Melo, quien hace las veces de narrador, y Fernando González, quien personifica el papel de El Hombre, cierran el elenco. Su tarea es marcar los hitos que hilvanan todas estas historias de amor y desamor, que ahora se convirtieron en canciones.
"Creo que el valor que tiene esta presentación es el cruce", piensa en voz alta Milagros. "Elementos clásicos del teatro chileno, como don Juan Radrigán, se unen con elementos de otra parte, de la música. Y es una operación que debiese hacerse mucho más seguido. Estamos demasiado acostumbrados a crear para nosotros mismos y para los amigos. Por eso la gente no va tanto al teatro, porque lo ve desde fuera como algo cerrado. Y con la música pasa algo parecido. Esta es una oportunidad para aunar públicos", añade.
El proyecto inicial comenzó en marzo, cuando Fantasmas borrachos maduraba sólo como un montaje teatral bajo la dirección de Gonzalo Pinto. La falta de financiamiento hizo desistir a los realizadores de su versión teatral hace un par de meses. Sin embargo, la música de Angela Acuña ya estaba hecha. ¿Qué se hacía con ella? "Lo bonito -dice Murath- es que, se hiciera o no la obra, surgieron estas canciones. Que ahora van a quedar".