La sensación de que los spinners están en todas partes es real. El lunes pasado Barron Trump, hijo de Donald, el presidente norteamericano, se bajó del Air Force One jugando con uno. Justo una semana antes en el aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires, requisaron 43 mil unidades que un pasajero intentaba ingresar ilegalmente en sus maletas. Por esos mismos días Tasty, el micro sitio de cocina de Buzzfeed, lanzó una receta para hacer uno en formato galleta y el último fin de semana de mayo la actriz de Stranger Things, Millie Bobby Brown, en su historiado paso por Santiago, mostró su talento para usar el juguete, el mismo que en distintos colegios chilenos, profesores e inspectores trataban de erradicar de sus salas y que de acuerdo a Le Figaro ya había superado el millón de euros en ventas en Francia. Puede que usted no sepa cómo se llaman esos trompos de colores pero a menos que su mente haya estado muy pero muy lejos en el último mes es probable que los haya visto en las calles, en el metro, colegio, universidad u oficina porque como ya dijimos, están en todas partes.
Supuestamente la función original de este juguete de plástico o acero con tres aspas que giran es desestresar a la gente que necesita tener siempre algo en las manos y su real alcance se puede ver en las web de compra en línea: sólo en Amazon aparecen 50 mil resultados, más de dos mil en Mercadolibre.cl y más de 65 mil en Aliexpress, el popular sitio mayorista chino. En los colegios de varias ciudades y países se han transformado en un lindo dilema: alejaron a los niños de los celulares, pero hay tantos que los profesores los requisan.
Historia de un juguete
Los primeros rastros de este chiche tienen su origen en Florida en 1993, cuando Catherine Hettinger creó un prototipo de juguete plástico (una especie de plato que, puesto en un dedo, se podía hacer girar) para su hija de siete años que padece de Miastenia gravis, una enfermedad neuromuscular autoinmune. Cuatro años más tarde, Hettinger inscribió la patente y tocó las puertas de grandes jugueteras con la intención de masificarlo. Pero no tuvo suerte y perdió los derechos legales de su creación en 2005. "Soy una inventora, no una persona que cierre acuerdos multimillonarios", dijo Hettinger a The Guardian este año y luego explicó que "si hubiese tenido dinero o hubiera existido un socio capitalista en ese entonces, habría sido diferente".
Esa historia ha sido ampliamente difundida y medios de distintas partes han llorado por el caso de la madre que no se hizo millonaria con su invención millonaria, pero el asunto es más complicado. De acuerdo al sitio Bloomberg, "aparte del hecho de que ambos giran, el juguete que se comercializa actualmente tiene poco en común con el de Hettinger". En ese mismo artículo la estadounidense reconoce que no hay una conexión directa entre ambos objetos y que no sabe realmente si la patente que ella tenía hubiera aplicado a los que se venden actualmente. Por eso, el reportaje concluye que el verdadero inventor del fidget spinner "sea él o ella, permanece en la oscuridad".
Según el Seattle Times, el producto fue creado en esa ciudad por un ex DJ llamado Scott McCoskery, que en 2014 andaba con un objeto muy parecido que usaba para distraerse y que luego puso a la venta. En 2016 McCoskery formalizó su creación -que a diferencia del actual tiene dos extremos en vez de tres y está hecho completamente de metal- y la llamó Torqbar, el que se puede comprar en su web (torqbar.com) por cerca de 130 dólares. Según el medio, los productores chinos lo vieron en el sitio, lo copiaron y modificaron hasta llegar a la versión actual.
Así llegamos a 2017 cuando el fenómeno explotó. Al revisar en Google Trends, la herramienta de Google Labs que analiza las tendencias, se observa que las búsquedas del término "fidget spinner" aumentaron a nivel mundial la semana del 22 al 28 de enero y siguieron creciendo hasta llegar a un peak en el mundo entre el 14 y el 20 de mayo. Los países donde más se ingresó el término son Dinamarca, Estados Unidos y Noruega. ¿Chile? En el lugar 34 a nivel general, pero el segundo en América Latina después de Argentina.
El interés ha sido tanto que en colegios de Estados Unidos, España, Argentina o el Reino Unido se han emitido advertencias o derechamente se ha prohibido el juguete con el argumento de que distrae a los niños o ha sido utilizado como proyectil. También se han documentado niños que se han tragado un aro del juguete y casi se ahogan. En Chile también han llegado a las casas y colegios de comunas muy variadas.
Muchos de los vendedores online incluyen en la descripción del producto que tiene efectos positivos en niños que sufren de ansiedad, déficit atencional, hiperactividad e incluso autismo. Dicen que sirve para reducir el estrés. De acuerdo al sitio Livescience, si bien existen estudios que respaldan la teoría de que el movimiento ayuda a los niños con problemas de procesamiento sensorial, no existe ningún informe en particular que diga con certeza que los spinners sirven para algo más que hacerlos girar. Astrid Novoa, profesora de primero medio del colegio San Pablo Misionero de San Bernardo, tiene información más concreta y de la vida cotidiana: "Hay casos específicos en que logran concentrarse, pero la generalidad es que lo distrae. En mi colegio no se suelen confiscar, pero sí pedimos que los guarden", cuenta.
Buzzfeed publicó un video sobre un grupo de personas con déficit atencional a las que les pidió que probaran el spinner durante una semana y dieran su veredicto. Una participante aseguró que la había ayudado a enfocarse, la mayoría de los restantes que los distrajo.
One hit wonder
Alguien que conoce bien el fenómeno en Chile es Ricardo Rosende, el dueño de fidgetspinnerchile.cl, quien en abril, en un viaje a China, vio el juguetito y decidió importarlo. Trajo 10 mil en un barco y demoraron poco más de un mes en llegar. Tuvo buen ojo. "Nunca había visto algo así", dice el comerciante y explica que el éxito fue tanto que hizo un segundo pedido a fines de mayo de 50 mil ejemplares, esta vez por avión para que llegaran más rápido.
Otra testigo de la fiebre spinner fue Nadia Chávez, jefa de local de la tienda e importadora Requeteofertas en el barrio Meiggs, quien calcula que la fiebre subió a fines de abril, cuando Javier Meneses, el dueño del local, los vio en páginas chinas de juegos e importó 500 para probar. "Se agotaron en una semana", cuenta Chávez por lo que trajeron otros dos mil que se fueron en menos de una semana. "Los papás llamaban desesperados casi como si fuera un remedio para su hijo. Me pedían que les consiguiera uno, por favor, que hiciera una excepción, porque sus niños estaban desesperados", recuerda la jefa de local.
Pero nada es para siempre y los vendedores ya advierten que muy luego el spinner terminará en el mismo lugar que algún día dejamos los skates de dedo, el hula-hula o los tazos. Google Trends confirma que el interés ha decaído después del peak del 20 de mayo.
Chávez reconoce que ha visto lo mismo. Si antes de esa fecha vendían unos 500 semanales, hoy salen unos 150, lo que también se traduce en los precios: los más sencillos partieron costando 3.990 pesos, la última semana de mayo bajaron a 2.500 y hoy están a 1.900. En muchos locales hace un par de semanas costaban alrededor de 10 mil pesos. Hoy con suerte cinco mil. Este efecto se potenció tras el fin del paro de aduanas de mayo que dejó miles de juguetes retenidos en los puertos, los que finalmente salieron al mercado la semana pasada y lo saturaron. Por eso después de semanas en que los padres los buscaban con ansiedad en lugares como el paseo Las Palmas, ahora se los encuentra en las cunetas, aunque no hay que confiarse tanto porque hay spinners y spinners y se ha sabido de cargamentos de trompos que apenas giran.
"Fue muy sorpresivo lo rápido que se agotó el mercado, de una semana para otra se llenó. Ahora mutó a un spinner más exclusivo, porque el más básico para mí ya no es interesante ya que deja poca ganancia", analiza Rosende y agrega que ahora trae modelos con diseños poco comunes, rodamientos mecánicos o engranes.
Un paseo rápido por el barrio Meiggs da cuenta de la masificación del producto. Los spinners más baratos, unos pequeños y de plástico que los mismos vendedores advierten que "se rompen rápido", cuestan mil pesos. Luego vienen "los tradicionales" también de plástico, a 1.500. Hay unos cromados a dos mil pesos, mismo valor que tienen los con luces y los que tienen rodamientos cuestan 2.500. Finalmente los metálicos con formas cuestan 3.500.
"Ya no vamos a hacer más pedidos", dice Chávez, y Daniel Hernández, de la tienda Shazam Comics, plantea que este tipo de productos son el equivalente en juguetes del one hit wonder en la música, "modas pasajeras", agrega.
Pero a rey muerto, rey puesto. El sitio Mashable vaticina que el chiche de moda que viene es el Jammer, un rodillo de madera con pesos en los extremos inspirado en un antiguo juguete japonés que da vueltas en diferentes superficies. Su valor por internet es de 10 dólares (unos 6.500 pesos) y es bastante probable que mientras usted lee ya haya muchos chinos trabajando para que esté próximamente en su cuneta más cercana.
LA BREVE VIDA DEL SPINNER