El primer tiempo del partido amistoso entre Inglaterra y Chile, en Wembley, estaba a punto de finalizar. El marcador estaba en blanco y recordaba el empate sin goles que, en 1988, la Roja había conseguido en el mítico escenario londinense y que le costó un prolongado veto por el excesivo celo defensivo de la Selección que dirigía Orlando Aravena.

El equipo de Nelson Acosta ya había mejorado, en gran parte, la pobre imagen que había dejado el combinado nacional en su anterior paso por la Catedral. Pero una genialidad transformó esa visita en leyenda.

En los 44', Clarence Acuña inició el ataque chileno. El mediocampista de Universidad de Chile le entregó al balón a  José Luis Sierra. Con un pase de 40 metros, el Coto habilitó a Marcelo Salas. El Matador controló la pelota con el muslo izquierdo y, de volea, definió cruzado ante el golero británico Nigel Martyn.

A través de una encuesta, los lectores de La Tercera, eligieron el tanto como el mejor en la historia de la Selección. Con un 42 por ciento de los votos, superó al que Fabián Orellana le anotó a Argentina por las Eliminatorias para Sudáfrica 2010, que logró el 26 por ciento de las preferencias. Más atrás quedaron el de Eladio Rojas, que le dio a la Roja el tercer lugar en el Mundial de 1962 (14 por ciento), el de Patricio Yáñez en el Defensores del Chaco, en 1981 (8 por ciento), el de Leonel Sánchez ante URSS, también en el certamen organizado en Chile (5 por ciento) y el Gol Imposible, de Jorge Aravena (4 por ciento).

TESTIGO DIRECTO

Acuña reclama reconocimiento en la jugada. "El relato de Pedro Carcuro no me nombra, pero, si no le doy la pelota al Coto, ese gol no hubiera ocurrido", bromea el actual gerente técnico de O'Higgins.

El ex volante agrega que el gol refleja un funcionamiento óptimo. "Es lo que uno busca. Que si el volante de contención roba una pelota, se la pueda entregar bien al de creación. Y, éste, a su vez, encontrar a un delantero bien ubicado. El Coto sabía que ésa era mi forma de interpretar el juego. Pude haberme llevado la pelota, pero mi prioridad era pasársela", agrega.

Después, reparte equitativamente los méritos entre sus dos principales protagonistas. "Esa jugada reúne el mérito de juntar a dos especialistas. Sierra siempre buscó así a los delanteros. Y si la definición la hace cualquier otro, le pega con la canilla. Era una jugada para un crack. Por fortuna, Marcelo estaba ahí", concluye.