"Estoy listo para morir", dijo Leonard Cohen en un extenso perfil que le hizo la revista New Yorker hace un par de semanas. En el artículo, el cantautor canadiense repasa con melancolía su carrera y sus cada vez más comunes problemas de salud, que a sus 82 años probablemente le impidan volver a salir de gira. La frase se viralizó rápidamente entre la prensa musical. Más que mal, en un año en donde han dejado este mundo David Bowie y Prince, que otro gran nombre de la música popular vaticinara un pronto deceso basta para encender las alarmas.
Pero tan sólo días después, en el lanzamiento de su nuevo disco You want it darker -Lo quieres más oscuro- el músico aclaró sus dichos: "Creo que estaba exagerando. Siempre he sido dramático. Pretendo vivir para siempre. Por lo menos pretendo quedarme por aquí hasta los 120".
Aun así, Cohen cumple con la promesa que hace en el título de su nuevo disco; claro, sus canciones nunca han sido un ejemplo de luminosidad, principalmente por su grave y rasposa voz, pero en sus nuevas canciones, el hombre de Hallelujah abraza la mortalidad, sin referirse necesariamente a ella, sino que a través de los lamentos de su vida.
Un repaso que suena a despedida, pero que también sigue explorando nuevas ideas musicales, que hacen entrever que la mente del músico aún está inquieta por nuevos desafíos. El resultado ha sido aclamado por la crítica. "Se ha transformado en un cliché tratar cada nuevo disco de Leonard Cohen como su retiro, pero se hace difícil imaginar un final más rico o satisfactorio que este", aseguró la revista Uncut, mientras que el periódico británico The Guardian le dio cinco estrellas de puntuación y escribió: "Cohen habló la semana pasada de hacer dos álbumes más. Es difícil no esperar que así sea, pero si las circunstancias deparan algo distinto, hay peores formas de decir adiós que éstas". Por lo menos, si se le cree al músico, quedan 40 años de nuevas aventuras.