El conductor ucraniano Leonid Grin es un mahleriano absoluto. Trabajó codo a codo con el director Leonard Bernstein durante los últimos años de su vida y gracias a aquella colaboración pudo entender como pocos de que se trataba el universo del gran compositor austríaco de vueltas de siglo. Hombre de vida complicada y exigente al grado de la autoflagelación, Gustav Mahler (1860-1911) fue un hijo de su tiempo, aquel período de inicios de la centuria pasada, cuando el Imperio Austro-Húngaro se desmembraba políticamente, pero el arte y la ciencia vivían un apogeo inalcanzable. Para Leonid Grin, el tumultuoso inicio del siglo XX tiene bastantes paralelismos con el comienzo de nuestra centuria y por lo mismo la música de Mahler es más necesaria que nunca.
"Vivimos en una época de mucha agresividad y, en rigor, los tiempos turbulentos se repiten cada vez que empieza un nuevo siglo. En la época en que Mahler compuso sus sinfonías pasaba un poco lo mismo que ahora: había una crisis económica, conflictos políticos, insatisfacción de la gente", comenta Grin, que este viernes y sábado conducirá la Quinta sinfonía de Gustav Mahler con la Sinfónica de Chile. Los conciertos, ambos a las 19.40 hrs. y con precios que van de $ 6.000 a $ 15.000, marcan una nueva incursión del director afincado en Estados Unidos en el universo mahleriano tras haber dirigido en Chile la Primera, Segunda y Cuarta sinfonías del músico nacido en Kalischt (actual Kaliste en la República Checa).
"Estuve con el maestro Leonard Bernstein durante diez años. El fue un gran conductor de Mahler y responsable del redescubrimiento de su música en los años 60 y 70", explica Leonid Grin, que ya lleva cuatro años al mando de la Sinfónica de Chile y que también le ha dado un especial lugar a los compositores rusos en el repertorio de la agrupación universitaria. "A principios del siglo XX surgió un tipo particular de expresionismo que, por ejemplo, en pintura se reflejó en los cuadros del austríaco Oskar Kokoschka. En el caso de Mahler, estamos frente a un compositor que crea una suerte de weltschmerz musik, es decir, 'música del dolor'. Es más, cuando era un niño, a los 11 años, alguna vez le preguntaron quien querría ser, y respondió que desearía ser Jesucristo. Dijo que le gustaría 'sufrir por la humanidad'", cuenta el director acerca de las características de su personalidad
"Por la misma razón su música es muy adecuada, es muy necesaria en nuestros tiempos. Tiene coherencia en un mundo plagado de problemas derivados de la pobreza, de la inmigración y de la infelicidad. Es lo que pasaba en la época de Mahler también", agrega Grin, que además estima que tocar sus obras es parte fundamental de cualquier orquesta en sintonía con el repertorio internacional: "En términos musicales, creo que Mahler le hace muy bien a la Orquesta Sinfónica de Chile, que además ha progresado mucho en los últimos años. Sus sinfonías requieren mucho rango dinámico y diferentes caracteres expresivos, por lo que no es llegar y tocar sólo una frase musical.
¿Qué caracteriza a esta obra?
La Quinta sinfonía sigue a las grandes obras donde el compositor utilizó la voz humana, es decir la Segunda, Tercera y Cuarta sinfonías. Con la Quinta, sin embargo, hay sólo orquesta. Fue compuesta entre 1901 y 1902, poco después de que Mahler casi muere tras una serie de graves hemorragias intestinales. Los doctores creían que su muerte era cosa de días, pero logró recuperarse milagrosamente y aunque estaba en medio de una depresión comenzó a componer la Quinta sinfonía. Como se sabe, es una obra muy conocida por su Adagietto, utilizado en la película Muerte en Venecia de Luchino Visconti. Mientras Mahler componía conoció a Alma Schindler, su futura esposa: fue la mujer que de alguna manera significó la felicidad para el compositor y eso se nota en el movimiento final de la obra, muy extrovertido.
¿Hay alguna composición de Mahler que quisiera con especial interés dirigir en Chile?
Uno de mis planes es poder interpretar la Octava sinfonía. Es una gran composición con textos extraídos del Fausto de Goethe. Es decir con una problemática que por siglos ha acompañado al ser humano, que es la búsqueda de la eterna juventud. Creo que la Octava sinfonía es totalmente consanguínea del Fausto. Cuando Mahler la dirigió en 1910, en Munich, fue el más grande espectáculo musical que en su momento pudo presenciar el público de Occidente. Se requirieron mil intérpretes, entre los diferentes coros y la orquesta, y desde ese tiempo tomó ese nombre: Sinfonía de los Mil. Espero que Dios me die tiempo, salud y una buena sala de conciertos para presentar esta sinfonía al público chileno.