Al teléfono desde su hogar en Los Angeles, Estados Unidos, Leonor Varela intenta hacer un resumen de lo que han sido estos 20 años que comenzaron en París, siguieron en Chile y continúan en Norteamérica.
Hace 20 años hizo Tic Tac, en TVN. ¿Qué recuerda de esa teleserie?
Es la única teleserie que yo hice en Chile, y fue muy diferente a las otras. Fue una teleserie un poco ovni, que en su momento tuvo un seguimiento de gente que era muy muy fan, pero no arrasó. No fue una teleserie que dejó la embarrada. Esta fue una teleserie que llamó mucho la atención, que tuvo varios adeptos, y que tuvo un casting muy particular, como yo y el Rumpy. Con los años ha ido ganando un seguimiento más de culto y se ha convertido en un clásico.
¿Se sintió cómoda trabajando en Chile?
Lo pasé muy bien, para mí fue estar en Chile, porque no vivía ahí. Desde los once años que me había criado en Francia. Yo estaba en París, había terminado de estudiar teatro y había empezado a trabajar en Francia. De hecho, había viajado al norte de Chile para hacer una película francesa, y durante el rodaje me hicieron un artículo en la prensa. Y a raíz de la foto, me llamaron de tres canales de TV para proponerme cosas. No tenía planeado quedarme en Chile, pero frente a eso sentí que era una linda oportunidad de conocer mi país. Después de pensarlo largamente, decidí quedarme en Chile haciendo esa teleserie. No solo fue la experiencia de conocer la industria de las teleseries en Chile, sino también fue crear un vínculo con mi patria, conectar con ese vínculo que yo no tuve por el exilio. Fue un periodo muy importante.
¿Le gustaría volver a hacer una teleserie?
Creo que nunca hay que decir nunca. Las cosas se van dando y hay que ir fluyendo con lo que el corazón te dicta. Siempre he tomado decisiones así, y espero seguir tomándolas de esa forma. Mi vida está radicada acá con mis hijos, de eso no hay dudas. Mi prioridad hoy es estar cerca de ellos y no irme por mucho tiempo. Los trabajos que hago son los que puedo hacer con toda mi familia, o los que son cortos, para ausentarme poco. Por ahora, como están chiquititos, no quisiera irme muy lejos.
¿Le funciona ese método?
Nada es perfecto, pero es la decisión que tomo y que asumo. Obviamente, tiene consecuencias sobre mi carrera y las cosas que hago, pero está bien, lo asumo.
¿Tiene algún papel favorito?
Creo que el papel de Voces inocentes fue como un giro en mi vida como actriz. Creo que de los 20 a los 31 o 32, que fue cuando hice esa película, yo me esmeraba por luchar por aquello que habla simplemente de una cara bonita. No me gustaba que me calificaran solo por mi aspecto físico, y para ese papel me tuvieron que afear. Me pusieron ojeras, me pintaron los dientes, me mancharon la piel. Pero me permitió expresar una parte de mí que anhelaba mucho. Me permitió desplegar otras actitudes más allá de mi aspecto. Fue una validación.
¿En qué momento decide hacer pública parte de su vida privada, como la enfermedad (leucodistrofia) de su hijo Mateo?
Creo que si tuviera que hacer una retrospectiva de los 20 años de carrera de Leonor Varela, es que uno no tiene que ser fuerte siempre, ni perfecto. Uno quiere ver la lucha de las personas, la honestidad propia de su alma. Y eso implica fallas, grietas y errores. Es muy interesante, porque creo que personajes públicos como yo, o Benjamín Vicuña o Javiera Suárez, que hemos vivido grandes dramas, y hemos decidido que la gente los vea y los sienta de ellos también, trae como consecuencia un gran apoyo, un gran camino.
¿Qué opinión tiene de Donald Trump?
Soy parte del espectáculo y no es bueno manifestarse políticamente. La política no me interesa mucho, no me apasiona.Pero con Trump pasa que es una broma, él es un payaso, y por eso es difícil no decirlo. Es tan espeluznante lo que dice y las mentiras que se manda, que es imposible no verlo. Lo encuentro detestable.
¿Qué es lo que la apasiona hoy?
Las cosas que me interesan son las que yo comunico. Mi pasión por el medio ambiente, la conservación marina, algo que llevo haciendo demasiado tiempo. De hecho, para muchos soy Leonor Ballena (ríe). Mi marido, mi hija Luna, y la lucha por mi hijo, porque es algo único.
Acaba de grabar un video destacando los cuatro momentos más importantes de su vida para Santander; ¿fue difícil escogerlos?
Fue muy fácil hacer el video, porque son momentos que recuerdo con mucha facilidad. Aunque haya pasado hace más de veinte años que decidí estudiar teatro, es algo que tengo en la retina, como si hubiera pasado ayer. Y lo de Cleopatra también. Eso fue un giro bien grande en mi vida, porque fue lo que me propulsó a venir a Estados Unidos, y fue lo que me abrió las puertas al mercado en grande. Y así mismo pasa con el nacimiento de mi hijo Mateo, que padece una enfermedad muy compleja. Y el atreverme a tener otra hija también fue una decisión muy importante.