Ni pasarelas ni entrevistas a diseñadores. El video de moda más visto en internet es, probablemente, el que recoge las estrepitosas caídas de varias modelos en el desfile que la diseñadora italiana Miuccia Prada presentó en la semana de la moda de Milán correspondiente a la temporada Pimavera-Verano 2009. Los tacos sobre los que las chicas se empinaban eran tan altos, que ellas simplemente no podían sostenerse en pie. Y el público no sabía si reír o llorar.

Como era de esperar, este inolvidable capítulo en la historia de la moda generó un gran debate público. Partiendo por la propia Miuccia, quien poco tiempo después apareció en el New York Magazine, prometiendo que bajaría la altura de los tacos de esos polémicos zapatos antes de su comercialización.

Rápidamente, el mundo médico comenzó a alertar sobre los efectos nocivos del abuso del taco alto, culpable de que las mujeres padezcan de hasta cuatro veces más problemas en los pies que los hombres. Páginas y páginas de diarios se llenaron con advertencias alarmantes: que el exceso de presión sobre la planta del pie comprime los nervios y provoca sensaciones de ardor y hormigueo; que el talón de Aquiles se inflama; que los huesos pueden deformarse; que la inestabilidad al caminar es tanta que aumenta el riesgo de sufrir esguinces y torceduras de tobillo. Pero nada de esto pudo hacer que tanto las mujeres como los diseñadores, dejaran de amar incondicionalmente a este accesorio que hace que las piernas se vean espigadas y sexies.

LOS IDOLOS
El nacimiento del taco alto, tal como lo conocemos hoy, es responsabilidad de uno de los grandes visionarios de la moda: Christian Dior. Mientras trabajaba en el New Look, la propuesta que lo lanzó a la fama a fines de los años 40, se dio cuenta de que su nuevo concepto de silueta femenina no encajaba bien con los zapatos más bien toscos que entonces reinaban en las vitrinas. Dior tomó contacto con Roger Vivier y Charles Jourdan, célebre pareja de zapateros parisinos, y les encargó que diseñaran un modelo estilizado, que diera la sensación de levantar a la mujer. Al diseño final lo llamaron Stiletto, palabra tomada del nombre de un puñal o daga muy delgada, que hoy se usa específicamente para referirse a zapatos cuyos tacos miden más de siete centímetros de alto y su base tiene menos de uno de diámetro.

Actualmente, está presente en prácticamente todas las colecciones que se presentan en las pasarelas y en diferentes versiones: con algo de terraplén, taco grueso o aguja; en sobrios zapatos reina o en vanguardistas modelos, casi escultóricos, que tienen –por ejemplo– incrustaciones en diamantes o clavos enterrados. Para el próximo invierno (según el informe presentado en Colombiamoda por Julián Posada, consultor de The Fashion Group Internacional), diseñadores como Cavalli o Fendi proponen algo nunca antes visto: tacos enormes, cubiertos con piel auténtica. ¿El único requisito? Empinarse por encima de los 5 centímetros.

Las casas de moda más vanguardistas suelen crear sus propios diseños como en las fotos de Louis Vuitton y Salvatore Ferragamo que aquí mostramos. Pero el mundo del stiletto y el taco alto tiene sus propios reyes. Específicamente, tres.

El más conocido –gracias, principalmente, al poder mediático de Sex & the City– es Manolo Blahnik (66), arquitecto nacido en las Islas Canarias que estudió en Ginebra y hoy se la pasa viajando entre Londres, Milán y Nueva York para vender sus ultra cotizados zapatos. Aunque la serie de televisión lo hizo popular a fines de los 90, ya en 1974, apenas un año después de abrir su primera tienda en el barrio londinense de Chelsea, estaba vendiendo tacos de aguja como pan caliente. Por uno de ellos, hoy se paga entre US$500 y US $2500.

Tan importante en el mercado como Blahnik es Jimmy Choo (47), diseñador de origen malayo que se estableció en Londres y ha ganado fama mundial por sus zapatos hechos a mano. Jimmy pertenece a una familia de zapateros y creó su primer par cuando tenía apenas 11 años. El renombre internacional le llegó, como a tantos otros, cuando la revista Vogue decidió mostrar sus diseños en un reportaje extenso, cosa que ocurrió en 1988. En los 90, Diana de Gales se encargó de consolidar su posición para siempre.

El relevo en lo que a tendencias de calzado se refiere, será provocado por el neoyorquino Jonathan Kelsey, de treinta y tantos años, a quien la prensa está catalogando como "el nuevo gurú de los zapatos". Kelsey se formó con Cacharel y con el propio Jimmy Choo, y presentó su primera colección –calificada como sexy e inteligente– el año 2007. La revista Vogue dijo que era "el zapatero más cool de Londres" y el mundo fashion se rindió a sus pies. Sus modelitos, claro, no cuestan lo mismo que unos celebrados Manolo´s, pero están por alcanzarlo: en Saks Fifth Avenue, se pueden comprar por entre US$550 y US$1000.

ARMA DE SEDUCCION
Eso de que los stilettos nos hacen ver más sexies tiene su razón de ser. Y no sólo porque ellos den la ilusión de que sus usuarias son más altas de lo que en realidad miden, que sus pies son más pequeños y sus piernas más flacas. Sucede que al pararse sobre un buen par de tacos, se forma un arco en la espalda que obliga al busto a levantarse sutilmente, cosa que también ocurre con la cola. De alguna manera, usarlos obliga a caminar un poco gatunamente, como lo hacen las modelos en el catwalk. Además, nos hacen caminar apretando un poco la musculatura, cosa que la fortalece.

Pero, según los expertos, tras el afán por usar zapatos altísimos hay mucho más. Laura Novik, directora de la consultora internacional Blink Design, explica que los tacos nacen de la intención de "estirar" el cuerpo más allá de sus límites. "Dice Maurice Merleau-Ponty (filósofo francés, 1908-1961) que el hombre utiliza su propio cuerpo como punto desde donde mira el mundo. En los dominios de la teoría de la moda, esta idea se vincula con el hecho de que el vestido y los accesorios, como los zapatos, persiguen el efecto estético de la extensión del yo corporal. En el fondo, ponen de manifiesto un interés por manipular los límites físicos del hombre".

Casi como si se quisiera llegar al cielo, como si estos altísimos y usualmente incómodos tacos fueran resabios de la torre de Babel.

Además, es indudable que estos modelos son un objeto fetiche, que despierta devoción al asociarse inconscientemente con la energía de la líbido. Es, por decirlo de alguna manera, un objeto "hechizado" –la palabra fetiche viene de feitico, término portugués que significa hechizo– que se asocia culturalmente con la agresividad y el poder de lo viril, al tener una forma similar al órgano sexual masculino. Por eso mismo, resulta tremendamente erotizante.

Al parecer, no se trata sólo de una metáfora. Este año, la uróloga italiana, María Cerruto, presentó a la comunidad médica internacional un estudio que fue difundido a comienzos de año por la BBC de Londres, el que revela que usar tacos altos ayudaría a mejorar la vida sexual. Según sus investigaciones, las usuarias de zapatos con al menos 5 centímetros tienen su musculatura pélvica más fortalecida que las que andan por la vida con ballerinas o zapatillas.

Quizás por eso es tan común que, en las películas subidas de tono, suele pasar que la dama termina en la cama –o donde sea– completamente desnuda, salvo por un detalle: los taco aguja. Esos, casi siempre se quedan puestos.