Cuando tenía 10 años, a Lewis Hamilton se le ocurrió llamar la atención del mundo de la Fórmula Uno. Fue a Ron Dennis, jefe máximo de McLaren, a quien en una ceremonia en diciembre de 1995 se le acercó sin timidez. "Hola, soy Lewis Hamilton. Gané el campeonato británico y un día me gustaría manejar su auto", le dijo.

Nacido en 1985, en su infancia, lidió con la separación de sus padres. Vivió primero con su madre y, luego, a los 12, con su padre Anthony, un inmigrante del Caribe que se hizo camino trabajando en los trenes y vendiendo computadores, quien lo llevó al automovilismo, al igual que a su medio hermano Nicolas, quien tiene parálisis cerebral.

Como la gran mayoría de los pilotos, el karting abrió la puerta de los motores. Su padre le regaló uno después de ver que tenía potencial luego de ser segundo en el Nacional de autos controlados por radio. En esas carreras se hizo amigo de su actual compañero de equipo, el alemán Nico Rosberg, aunque ellos traten de dejar en claro que tan amigos no son.

Tras años corriendo en la Fórmula Renault británica y la F3 europea, Hamilton llegó a McLaren, cumpliendo la autoinvitación a Dennis 11 años antes. En su primera temporada junto a Fernando Alonso, dejó en claro que no sería comparsa de nadie. De hecho, salvo Jenson Button en 2011, siempre fue mejor que su coequipo.

El mismo Hamilton dijo que este año es más especial que su primera victoria y fue porque no tuvo que pasar por los sufrimientos de 2007 y 2008. En la primera campaña, la que era su debut en la F1, tuvo una pésima relación con el español y de esa lucha fratricida sacó provecho Kimi Raikkonen, para ser monarca en Sao Paulo, donde el británico se equivocaba hasta con los botones de su volante.

Al año siguiente celebró, pero no cómodamente. Gracias a la lluvia y a la porfía de Timo Glock de no cambiar gomas mientras iba delante Hamilton en Brasil, en la última curva arañó el quinto lugar necesario para coronarse sobre Felipe Massa, el mismo que ayer estuvo a dos segundos de ganarle la carrera.

La comodidad que vivía en McLaren comenzó a decaer al punto que en 2013 aceptó la propuesta de Mercedes, una escudería que había comenzado a armarse con Michael Schumacher como guía espiritual desde 2010, pero que necesitaba sangre nueva para el asalto definitivo.

Parecía un error partir a un equipo imberbe y muchos se lo enrostraron. Pero él se mantuvo firme en su decisión y esta temporada le dio la razón. Alcanzó su segundo campeonato en Abu Dhabi, celebrando en familia, con su padre, su madre Carmen y su novia, la cantante Nicole Scherzinger, los únicos además de su hermano que pueden tocarlo por la espalda sin molestarlo.

Ahora se irá en su jet privado a disfrutar a su casa en Suiza entre sus colecciones de arte, sus perros Roscoe y Coco. La vida difícil que tuvo alguna vez ahora le sonríe. Y en grande.