Luego de dos años de permanecer atrapado en su natal Homs, por los intensos combates entre los rebeldes y las fuerzas del régimen de Bashar Assad, Yahya fue evacuado a principios de 2014. Junto a su madre y sus dos hermanas, el adolescente de 19 años inició así una odisea que lo llevó a la ciudad fronteriza de Yabroud, entonces en manos de los opositores. Pero tras una fuerte ofensiva del gobierno, la familia se vio obligada a cruzar la frontera con Líbano el pasado 8 de marzo.
"No sabíamos dónde ir. Sólo queríamos alejarnos de los cañones y los combates", relató según la agencia AP Yahya, quien al registrarse ayer en un centro del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en la norteña Trípoli, elevó a un millón la cifra de refugiados sirios en territorio libanés, producto de la guerra civil. De ese total, unos 400.000 son niños.
Con ese número de sirios que han escapado, Líbano se ha convertido en el país con la mayor concentración per cápita de refugiados a nivel mundial y de la historia reciente, según la Acnur, que además destaca que se trata de "un hito devastador". Actualmente, la población de refugiados sirios en ese país equivale a casi un cuarto de los 4,5 millones de habitantes que tiene Líbano. Además, representan alrededor del 40% de las 2,6 millones de personas que han huido desde Siria hacia los países vecinos (ver infografía). Y las cifras no pararán de aumentar de no concluir el conflicto: a diario el personal de la Acnur registra a 2.500 nuevos refugiados.
Desde el punto de vista económico, el impacto ha sido inmenso. Debido al conflicto sirio, los libaneses han visto un declive en el comercio, el turismo y la inversión, al tiempo que se incrementa el gasto público y aumentan las dificultades para satisfacer la creciente demanda de educación, salud, electricidad y agua, entre otros servicios, sostiene la ONU. De acuerdo con estimaciones del Banco Mundial citadas por la Acnur, Líbano perdió el año pasado US$ 2.500 millones por el conflicto. Adicionalmente, unas 170.000 personas del país podrían caer en la pobreza a fin de año, producto de la guerra.
A nivel social, el panorama no es mejor. Apenas se inició el conflicto, en marzo de 2011, los libaneses se dividieron. Los atentados y enfrentamientos entre barrios sunitas (anti Assad) y alauitas (pro régimen) son pan de cada día. Esta hostilidad se condimenta con las acciones de la milicia chiita libanesa, Hizbulá, que en Siria apoya a las fuerzas oficialistas. Se trata de un espejo de los restos dejados por las casi tres décadas de dominación siria.
"El apoyo a Líbano no es sólo un imperativo moral, sino que también es muy necesario para detener la mayor erosión de la paz y la seguridad en esta frágil sociedad y en toda la región", afirmó Antonio Guterres, titular de la Acnur. La agencia de la ONU alertó además que, a la fecha, sólo se han recaudado US$ 242 millones de los US$ 1,89 mil millones solicitados en 2013 para ir en ayuda de sirios y libaneses.
Uno de los grandes temores es que los problemas continúen en caso de que la guerra civil finalice. Esto, dado que, en el pasado, crisis humanitarias similares no han implicado el regreso a casa de quienes huyeron. Tal es el caso de los refugiados palestinos que desde 1948 viven por toda la región, donde los campamentos originalmente transitorios dieron paso a barrios e incluso ciudades. En 1950 había 750.000 refugiados palestinos. Hoy, la Acnur los cifra en cinco millones. Más de dos millones de ellos habitan en Jordania.