Al cumplirse un año de la captura y asesinato de Muamar Gaddafi, Libia sigue lidiando con el legado de cuatro décadas de su régimen mientras el gobierno interino y el ex vocero del dictador se enfrascaban en una guerra de palabras en medio del caos reinante.
El gobierno libio anunció el sábado que sus fuerzas habían detenido al conocido vocero de Gaddafi, Moussa Ibrahim, pero una reciente grabación de un hombre que afirma ser Ibrahim negaba la versión y destacaba que ni siquiera se hallaba en el país.
Las contradictorias versiones, ninguna de las cuales se verificaron independientemente, reflejaban el caos que ha persistido en el último año en la nación norafricana rica en petróleo que ha quedado profundamente dividida. La tensión se ha intensificado mientras fuerzas rivales luchan por la ciudad de Bani Walid.
No se sabe con exactitud cuáles serían las acusaciones contra Ibrahim, pero las autoridades han insinuado en el pasado que se le culpa de instigación y de difundir información falsa.
Bani Walid, que está situada 140 kilómetros al sudeste de Trípoli, ha sido la última ciudad de importancia en caer en manos de los insurgentes, al amparo en parte a su ubicación en un valle cercano a una cordillera. Durante el último año, ha sido escenario de violencia con frecuencia y se ha convertido en la más importante ciudad en Libia que aún resiste a las nuevas autoridades del país desde que Gaddafi fuera asesinado el año pasado cerca de Sirte, su ciudad natal.
"Hemos perdido demasiada gente en Bani Walid y seguimos perdiendo por lo cual no creo que sea momento para una celebración", destacó Abdessalem Mahfoud, miembro del concejo municipal en Trípoli, cuando se le preguntó por la muerte de Gadafi.
La insurgencia en Libia, que derrocó a Gadafi con la ayuda de las incursiones aéreas de la OTAN el año pasado se ha convertido en un tema de campaña en la contienda presidencial de Estados Unidos después que se produjera un ataque al consulado de Estados Unidos en Bengasi en el este libio, en el cual murió el embajador Chris Stevens y otros tres estadounidenses.
Para muchos que pelearon contra Gaddafi, la nueva Libia no puede nacer hasta que no se elimine el último vestigio del viejo régimen, mientras que prófugos como Ibrahim y pueblos como Bani Walid no estén bajo control.