El lado B de Chile. Así fueron presentados los relatos que conforman Historia secreta de Chile, el libro del escritor nacional Jorge Baradit (1969), que fue publicado en julio de 2015 por editorial Sudamericana, y que se ha convertido en un bestseller. A un mes de su salida ya había vendido ocho mil copias. Ahora la suma es de 80 mil ejemplares, un fenómeno editorial con pocas referencias locales. Lo más cercano, en los últimos años, es Isabel Allende, quien por cada nueva novela vende en promedio 30 mil copias en 12 meses. O Pablo Simonetti, quien en un periodo de 10 años vendió 100 mil ejemplares de su novela Madre que estás en los cielos.
"El valor de este libro es el de haber acercado emocionalmente a la gente a la historia de su país. Ojalá pueda servir de puente a otros textos y acercarlo a la historiografía más detallada", dice Baradit sobre el libro que aborda la vida de Arturo Prat en la Guerra del Pacífico y su vínculo con el espiritismo, cuenta detalles del cadáver perdido de Manuel Rodríguez, hasta relatos de personajes siniestros de la dictadura, como la labor realizada por Ingrid Olderock como torturadora.
Jorge Baradit seguirá explorando en el lado B de nuestro pasado, en Historia secreta de Chile 2, ejemplar que será publicado los primeros días de julio por el sello Sudamericana. Esta vez, el narrador relatará episodios de la vida de personajes célebres como Bernardo O´Higgins, Diego Portales, y en acontecimientos insólitos como las prácticas de brujería en la isla de Chiloé o una batalla en el marco de la I Guerra Mundial ocurrida frente a las costas chilenas.
Autor también de novelas como Ygdrasil, Synco y Lluscuma, Baradit no ha estado lejos de la polémica con su bestseller. Ha sido criticado por algunos historiadores. "Baradit ha construido una imagen del libro y de sí mismo degradando el trabajo de quienes llevan décadas dedicados al estudio y la enseñanza de la historia y su didáctica", apuntaron en una columna, hace una semana, los historiadores Andrés Baeza, Marcelo Casals, Andrés Estefane y Luis Thielemann. "En sus intervenciones escasean las citas a fuentes y trabajos historiográficos y eso nos lleva de vuelta a la condición de profeta que el autor se atribuye: como su relato se viste con los ropajes de la revelación, se torna innecesario comprobar su veracidad", señala el texto difundido y recogido por otros medios de comunicación.