Libro relata la historia de las SS, la escuadra más brutal de Hitler

El historiador inglés Adrian Weale publica SS. Una historia nueva. Narra el auge y caída del grupo que llegó a tener 800 mil hombres.




Hacia el final de esta investigación, el autor revela un dato sorprendente. Aunque en vista de la contundencia de las más de 400 páginas que se ha tomado, lo cuenta más bien como un detalle anecdótico: contrario a lo que se supone, el 30 de abril de 1945, el bunker de Hitler no está protegido únicamente por las Waffen-SS, también hay reclutas noruegos, daneses, voluntarios franceses y hasta una compañía de obstinados fascistas españoles. Para entonces, Heinrich Himmler, el implacable comandante de aquella unidad de elite, el mandamás que promovió la pureza racial a través de un uniforme, ha sido relevado de su cargo y todo está envuelto en un gran caos que crece a medida que las tropas rusas empujan hacia Berlín.

"A continuación, el hombre que había gobernado Alemania por doce años se suicidó. El nacionalsocialismo estaba acabado", escribe el historiador inglés Adrian Weale en SS. Una historia nueva, volumen que se propone ahondar en el nacimiento, desarrollo y caída de las Schutzstaffeln, o escuadras de protección del Führer, aunque igualmente en la doctrina que hizo posible reclutar a más de 800 mil hombres decididos a ejecutar todas las medidas que fueran necesarias en lo que el investigador califica como "una lucha darwiniana contra los judíos por la supremacía mundial".

Formadas en 1925 a modo de un pequeño grupo de guardaespaldas de Hitler y de las otras autoridades, las SS pasaron de ser "un grupo de matones a tiempo parcial" a una rama paralela a la Wehrmacht (FF.AA. de Alemania) en las que primaba un sentimiento de superioridad alentado por Himmler y no poca autonomía.

En ese sentido, la crónica de Adrian Weale (1964) sigue desde su evolución militar y la manera en que se fueron incorporando sus miembros, los cuales tenían un entrenamiento de casi dos años, hasta la responsabilidad de sus oficiales más renombrados en la planificación del exterminio. Allí están Adolf Eichmann, Reinhard Heydrich o Rudolf Höss, aunque asimismo otros menos conocidos, como Theodor Eicke, creador del sistema de campos de concentración.

El libro es riguroso al establecer no sólo la forma en que se diseñó el genocidio, para el cual las SS tuvieron a su cargo todos los detalles, también  su controvertida aspiración de transformarse en un ejército paralelo: las Waffen-SS eran reconocidas por su fiereza en el combate contra los enemigos armados y por su brutalidad contra civiles indefensos. Los llamados Einsatzgruppen fueron los encargados de una política de aniquilación itinerante a medida que Alemania conquistaba territorios.

Pero aquel carácter autónomo de las SS resultó determinante para su decadencia: a medida que avanzaba la guerra y se acercaba la derrota, su discurso altivo se hizo negociable.

Así como dedica un capítulo a narrar estremecedores pasajes de Auschwitz, Weale indaga en lo ocurrido en Budapest, cuando los oficiales al mando de Eichmann aceptan negociar con los delegados de la comunidad judía húngara: ésta ofrecía un millón y medio de dólares para que liberaran a 600 de los suyos. El trato llegó a oídos de Himmler y, en vez de objetarlo, se resolvió que "se le perdonaría la vida a más judíos a cambio de artículos que Alemania necesitaba: doscientas toneladas de té, otras doscientas de café; diez mil camiones y dos millones de cajas de jabón. Los judíos húngaros serían exterminados si los alemanes no recibían estos artículos".

El historiador afirma que muchos SS sabían que tenían los días contados. Y quizás por ello ejercieron los niveles de barbarie que el mundo aún recuerda.b

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