En el Día de Todos los Santos de 2008, la licenciada en Estética y gestora cultural de la Universidad Católica, Elvira Montenegro, asistió a una fiesta conmemorativa en Caspana, a 91 kilómetros de Calama, y quedó encantada por los ritos. Ese fue el punto de partida de su libro "Cementerios del desierto, los colores de la muerte", un recorrido por los recintos más antiguos de las regiones de Arica, Tarapacá y Antofagasta, plasmado en imágenes e historias.

Montenegro reunió a un equipo de artistas, consiguió el auspicio de minera El Tesoro (Antofagasta Minerals) y fondos de la Ley de Donaciones Culturales, además del patrocinio de la Fundación Andrónico Luksic Abaroa, el Consejo de Monumentos Nacionales y el gobierno regional.

"Son 16 los cementerios que seleccionamos para este libro", comenta  la autora, cuyo objetivo es crear conciencia sobre este patrimonio cultural. Cada vez que viaja, Montenegro visita camposantos: "Es su estética, son las flores de papel y de lata las que impactan". El texto incorpora la historia de cementerios prehispánicos como San Miguel de Azapa, donde el entierro cristiano ocupó parte de uno indígena, que data entre 500 a.C y 500 d.C.

También recorre Codpa, que conserva cinco mausoleos del siglo XIX, Pisagua y sus tumbas con rejas y cruces de pino oregón que, al igual que el de Estación Pampa Unión, representan la etapa de mayor auge de la época del salitre.

En San Pedro de Atacama se mezclan modernos mausoleos de hormigón y precarias tumbas de adobe, que son testimonio "del cruce de culturas, estilos y devociones que ha conocido este oasis", señala el texto.