El miércoles 8, en el Centro Cultural Las Condes, se lanzará el libro Luz, cámara... elección, un texto escrito por el periodista Marcelo Hilsenrad que revela la trastienda de los debates televisivos realizados en Chile desde 1989.
"Chile tiene una amplia tradición de debates. Pero la historia de ellos, de cómo se forjaron, cómo y por qué se hicieron, qué rol jugaron los comandos y los medios de comunicación en el proceso, no estaba revisada ni documentada", asegura Hilsenrad, quien ha participado en la producción de estos debates por más de 10 años.
En el libro se recopilan episodios que marcaron la historia reciente de la política, como el primer cara a cara de Patricio Aylwin y Hernán Büchi. O el debate entre Soledad Alvear y Michelle Bachelet en 2005, donde la primera acusó a la segunda de usar un torpedo, que presentamos en esta página.
"Torpedogate
"Ella tenía unas tarjetas en su tarima que me llamaron la atención, porque no podíamos llevar nada. Nada de nada. Ni siquiera un pañuelo desechable. Yo cumplí y fue evidente que ella no". A 48 horas de terminado el foro, Soledad Alvear aseguraba que Michelle Bachelet usó "torpedos" en Hualpén, poniendo fin al feble fair play entre ambas candidatas y sus comandos. Ese fue el punto de inflexión; nada volvería a ser lo mismo entre ellas.
Desde su propia trinchera criticaban a Alvear por lo poco frontal y arriesgada que había sido en el debate. De ahí en más, ella cambió el tono de su discurso. "No me gustó que no existiese la posibilidad de que pudiésemos hacer un comentario respecto de la respuesta de la otra, porque ese era el formato que yo había pedido". La acusación de la ex ministra de Justicia tensionaba aún más el ambiente, y (Marcelo) Trivelli era el encargado de ponerle bencina a la polémica.
Bachelet negó la denuncia del uso de torpedos y la calificó como un infundio. "Tenía un papel en el estrado que la misma producción había puesto ahí", afirmó. Es decir, Alvear trataba a Bachelet de tramposa y recibía de vuelta la acusación de ser mentirosa.
El DC Juan Carlos Latorre aseguraba que vio cuando ponían las tarjetas en el podio, y que le dijo a la periodista que no podía tenerlos. Eran solo versiones, hasta que Mega mostró en su noticiario imágenes de Marta Hansen, la jefa de prensa del comando de Bachelet, con los tarjetones en la mano durante el primer corte comercial del debate, a un costado del podio de su candidata. Ahora había evidencia. Michelle Bachelet sí contó con "torpedos" esa noche. Ante la demostración, y comandados por Trivelli, las acusaciones siguieron. El no tener nada sobre los podios fue un acuerdo no escrito, por lo que en el comando de la ex ministra de Salud y Defensa afirmaron que la candidata no había roto ninguna regla. La polémica surgió cuando poco antes del debate el comando de Alvear pidió que cada candidata tuviera disponible papel y lápiz, a lo que la producción y el otro comando accedieron. El problema fue que los papeles de Bachelet no estaban en blanco. Carlos Figueroa y Latorre, representantes de Alvear en la comisión, habían pedido expresamente en una de las primeras reuniones que ninguna candidata entrara con apuntes. "Queríamos dejar en claro que Alvear conocía todos los temas y que no necesitaba apoyos", recuerda Figueroa. Ante la evidencia que daban las imágenes, quien asumió la responsabilidad por el "error" de haberle dejado los tarjetones en el podio fue Carlos Ominami. Su excusa fue que había interpretado mal la petición del comando de Alvear de contar con papel y lápiz, por lo que no transmitió al equipo de su candidata que los papeles debían estar en blanco, y de ahí, dijo, surgió la confusión.
"Fue como para zanjar la polémica y para decir que la candidata no tenía nada que ver. Le resté importancia y asumí yo la responsabilidad para liberarla a ella de cualquier crítica que se estaba haciendo". Hace años que Ominami no hablaba del tema. Justo antes de autoinculparse, acompañó a la candidata Bachelet a Uruguay a una actividad de la campaña.
El roce de sus zapatos con el parqué de su oficina rechina. Cruza varias veces las piernas mientras contesta, haciendo del chirrido la música de fondo de sus respuestas.
-¿Cómo reaccionó ella con toda esta polémica?
-La encontraba bien ridícula. Yo me fui con ella en el avión. Estaba muy molesta; bien choreada. Estaba enojada, porque encontraba que era mala leche todo esto.
Cree que la polémica fue una anécdota, aunque entonces fue la gota que rebasó el vaso en la relación entre ambas candidatas. "Fue realmente una desprolijidad nuestra, pero me pareció ridículo y de muy mal gusto tratar de criticar a Bachelet con que había utilizado torpedos", concluye.
Trivelli reclamó a la organización después del debate. "Le dije que era algo que tenían que arreglar los comandos". Michael Müller recuerda la respuesta que dio al generalísimo del chaleco naranjo en ese momento. "Bachelet tenía un punto. Era un acuerdo no escrito. En ninguna parte del protocolo se hablaba de tener o no tener apuntes", agrega quien estuvo a cargo de la negociación y la realización del debate.
El lunes 2, cinco días después del foro en Hualpén, y con la polémica por los torpedos en su máximo apogeo, la comisión organizadora de los debates de las primarias concertacionistas se volvía a juntar. La primera parte de la reunión fue entre los comandos. Una hora después, entraron los representantes de los canales. La cita fue tensa, pero no tanto como podría creerse. "En política las discusiones son muy públicas, pero a la hora de negociar se conversa civilizadamente", recuerda el ex director de prensa de TVN. Cada bando tenía sus razones. "Teníamos que retomar el camino y preocuparnos de nuestra candidata". Carlos Figueroa dice de sí mismo que fue uno de los encargados de bajar la tensión. En paralelo, Alvear aseguraba que no hablaría más del tema. Al otro lado de la mesa, la lógica de Ominami apuntaba al mismo tema, pero bajo un prisma distinto, recuerda hoy. "Sabíamos que la candidatura de Alvear estaba debilitada y que en cualquier momento podía colapsar, entonces era responsabilidad nuestra mantener la unidad".
En medio de la polémica, no pudieron resolver qué cambios harían al formato original para permitir una mayor interacción entre las candidatas. El objetivo era no solo el segundo debate nacional programado para julio, sino el primer encuentro regional a realizarse en dos semanas en Valparaíso.
Joaquín Lavín vio el debate de Hualpén desde un pequeño televisor de 14 pulgadas en el Hotel Villa El Descanso, en Curicó, donde se encontraba en campaña. Tomó nota en una libreta mientras sus potenciales rivales debatían un poco más al sur. Acompañado solo por miembros de su equipo audiovisual, que registraba su estampa frente a la pequeña pantalla, terminó esa noche con una sonrisa. La falta de propuestas de sus potenciales adversarias lo dejó tranquilo. "El gran ganador fue Joaquín Lavín", dijo el diputado UDI Pablo Longueira. Añadió que a Lavín le convendría enfrentar a Bachelet: "Hay mucha (gente) a la que le preocupa que una persona que fue pareja de un miembro del FPMR dirija al país".
Una semana después del foro penquista, Alvear y Bachelet se encontrarían nuevamente. Ahora, con el candidato de la UDI. Los tres estaban invitados al seminario "Desigualdad de oportunidades: la vergüenza de Chile", organizado por Revista Capital. Pero el encuentro no partiría bien. "Incómodo". Ese fue el adjetivo preferido de los testigos para calificar los 20 minutos en que ambas candidatas debieron permanecer juntas en una pequeña sala en espera de la llegada de Joaquín Lavín, quien arribó a CasaPiedra casi a la hora en que debían salir al escenario.
Los tres plantearon después sus principales propuestas y remarcaron algunas diferencias con sus contrincantes. Entre el público que repletaba el salón estaba Sebastián Piñera. Ese encuentro entre Alvear y Bachelet fue el primero después del "torpedogate", y se notaba. Ambas pudieron verse un par de días antes, como invitadas a la tradicional misa del 1° de mayo. Ricardo Solari y Enrique Correa negociaron por lado y lado la presencia de ambas, pero fue infructuoso. Bachelet asistió, aunque a regañadientes, a la Iglesia de los Sagrados Corazones. Esperaba sentarse junto a su contendora, pero en su lugar estaba su jefa de gabinete, Marigen Hornkohl. La excusa de Alvear, entregada esa misma mañana, era que tenía una actividad planificada con antelación. A la hora de la misa organizada por la Vicaría Social Obrera estaba recorriendo una feria libre en Maipú.
A esa altura no había pie atrás en la relación entre ambas. Que el Presidente Lagos tomara partido por una de sus exministras tampoco ayudó; el apoyo a Bachelet fue un golpe duro para Alvear y su entorno.