Ocurrió en el transcurso de una década. De la propia incredulidad sobre el valor de su trabajo pasó a ser traducido y comentado en EEUU.
Con 30 años Haruki Murakami (1949) debutó en la literatura con la novela Escucha la canción del viento (1979), tras obtener el premio al mejor escritor novel de la revista japonesa Gunzo.
Con los años sus libros fueron ganando lectores y en 1989, La caza del carnero salvaje recibió una favorable reseña nada menos que de John Updike en la revista The New Yorker.
"Me dedico profesionalmente a escribir novelas desde hace ya más de 35 años. O sea, llevo más de tres décadas en el ring del mundo literario y, sirviéndome de una vieja expresión japonesa, puedo decir que vivo gracias al pincel de caligrafía", apunta Haruki Murakami al inicio del libro De qué hablo cuando hablo de escribir, que reúne 11 ensayos autobiográficos, ya disponible en Chile editado por Tusquets.
En el ejemplar Murakami cuenta que sus padres eran profesores, que se crió en una zona residencial entre Osaka y Kobe y que era un alumno regular, sin embargo: "No creo que hubiera nadie que leyera tanto como yo ni en la escuela secundaria ni en el instituto".
Amante del jazz, traductor al japonés de Raymond Carver, Murakami abrió su propio bar en el centro de Tokio. Siempre estaba complicado por las deudas, pero como sea escribía. Entre citas a Kafka y Thelonious Monk apunta: "Para escribir novelas largas me impongo la regla de completar diez páginas al día. Se trata de un tipo de papel (...) en el que caben 400 ideogramas".
Claro que su primer relato lo escribió en inglés, en una máquina Olivetti. "El resultado es considerablemente tosco, pero avanzar con esas dificultades dio lugar a una especie de ritmo en las frases que constituía un estilo propio", anota.
Actualmente traducido a más de 50 idiomas, cada año nombrado entre los favoritos de las casas de apuestas para obtener el Premio Nobel de Literatura, Murakami se pregunta en De qué hablo cuando hablo de escribir: "¿A quién le importa hoy en día, sin ir más lejos, si Ernest Hemingway ganó el Nobel o no, o si lo recibió Jorge Luis Borges?".
También escribe sobre Tokio blues, publicada hace 30 años, en 1987. El libro le abrió de alguna manera las puertas en Occidente. "Ese éxito me dio un nombre en el mundo editorial y la novela me sirvió como tarjeta de presentación".