Un mundo dual es el que vive cada día el ingeniero comercial Hugo Alcamán y presidente desde hace cinco años de la Corporación de Profesionales Mapuches (Enama) con sede en Temuco. Cuenta que cada día se despierta como mapuche en su comunidad "Cacique Federico Alcamán" de Quepe, y en los 13 km que lo separan de su trabajo en Temuco siente que se va "transformando" en un chileno más. Vuelve cada noche a su hogar y en el camino vive el proceso inverso. En opinión de Alcamán, esta dualidad de mundos la han tenido que experimentar miles de mapuches desde que se creó el Estado y, por lo tanto, es hora de que los chilenos se abran de una vez a la multiculturalidad.
¿Qué nivel de integración cultural existe a su juicio en Chile?
En general, en la empresa privada y también en la administración pública, la relación intercultural es deficiente. Lo planteamos ante la Fundación Acción RSE, que reúne a parte importante del empresariado e incluso me nombraron consejero. Pero la verdad es que no hemos avanzado mucho, no hay conocimiento. Salvo excepciones, en general, la empresa privada tiene una deficiente relación con los pueblos originarios.
¿Por qué cuesta tanto avanzar?
Hay dos cosas. En Chile todos los chilenos son educados monoculturalmente, para un país de iguales, pero eso fue la lógica del siglo 19, cuando se pretendió armar un país como una sola comunidad. Por otra parte, Chile no tiene capacidad en general para hablar con un diferente, llámese pueblo originario, llámese migrante, o incluso las mujeres, que aún cuesta que sean aceptadas en lugares de poder como las empresas o la política. Hubo que obligar a los partidos para incluirlas como candidatas.
¿Cómo afecta esta monoculturalidad en términos económicos?
El no relacionarnos con culturas diferentes nos perjudica en términos de innovación. Chile es un país muy cómodo que no irrumpe y no se atreve a romper moldes. Los países que son multiculturales y que aceptan la diversidad en todo ámbito son países más innovadores. Efectivamente, el ser tan monocultural le está pasando la cuenta a Chile.
¿Cómo ve esta limitante entre empresarios y mapuches?
Yo la viví. Mi comunidad en Quepe es aledaña al aeropuerto nuevo que se instaló. Antes de eso estuvimos 10 años terriblemente tensionados porque la empresa nunca se interesó en relacionarse con nosotros. Siempre hizo que el gobierno lo hiciera. Y fue un megaproyecto que tuvo mucha demora y problemas justamente por esa incapacidad de diálogo.
¿Qué puede aportar el mundo mapuche al mundo empresarial?
Hubo una experiencia de integración donde se logró disminuir la mortandad de plantas y aumentar la productividad. Eso porque los mapuches tienen un trato de respeto hacia la naturaleza distinto del chileno común. Por ejemplo, al explotar el maqui, el afuerino arranca las ramas para cosechar, pero un mapuche sacará el fruto uno a uno, se demorará más, pero la planta seguirá viva. En la lógica economicista tradicional, el mapuche no es rentable.
¿Los privados adolecen de habilidades interculturales para entender visiones distintas?
Creo que efectivamente faltan profesionales capacitados en estas materias, pero, por otro lado, hoy somos 135 mil profesionales y 240 mil estudiantes de educación superior que nos consideramos mapuches. Sin embargo, viendo todo ese capital humano que manejan ambos mundos, nadie nos considera ni nos preguntan en materia de interculturalidad.
¿Cómo podría revertirse esto?
La educación chilena tiene que adaptarse a una enseñanza en un mundo globalizado, donde estamos obligados a la interculturalidad. Es el chileno el que tiene el problema, no los pueblos originarios que hemos sido obligados a ser interculturales desde siempre.
¿Cómo se ha gestionado este tema desde Enama?
Creamos este año la fundación educacional intercultural Primeras Naciones, que es nuestro aporte como profesionales mapuches. Firmamos convenios este año con la Sofofa, que se interesó por este proyecto y estamos en conversación con la CTC, justamente porque creemos que podemos apostar a la interculturalidad.
¿Cuál es la tarea de cada chileno?
Primero, hay que desarrollar la empatía, ponerse en el lugar del otro, ser respetuoso y no mirar en menos al vecino. El chileno es muy arrogante y esa arrogancia no le sirve al país en un mundo globalizado. Cuando Chile aprenda a mirar al otro como un igual, va a crecer de verdad y tendrá resultados diferentes.
¿Qué tan atrasados estamos?
En Europa los jóvenes hablan cinco idiomas, conviven con gente de todas partes, de todas las religiones, por eso nos llevan la delantera. Es parte del desarrollo entender que el mundo no es uniforme.