Los controles locales de precios de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner protegen a los tenedores de bonos de la compañía petrolera estatal argentina del mercado bajista de crudo.
Mientras el grado de referencia de los Estados Unidos ha caído 27% respecto del punto más alto del año de US$107,26 por barril del 20 de junio, Argentina pone al precio del petróleo de YPF SA un límite de US$80 por barril. La compañía también está menos expuesta a las fluctuaciones globales de los precios porque no exporta crudo y depende de la venta de productos refinados en el exterior para sólo una parte de los ingresos, según Michael Roche, un estratega de mercados emergentes de Seaport Group LLC.
Los inversionistas en bonos ya lo han advertido. Los US$587 millones de pagarés de YPF con vencimiento en 2018 han retornado 6,4% desde que el precio del petróleo empezó a bajar, la mayor cantidad entre los bonos basura de las compañías petroleras de los mercados emergentes, que han bajado un promedio de 20%, indican datos que recopiló Bloomberg. Los pagarés de Petróleos de Venezuela SA con vencimiento en 2022 cayeron 30% en el mismo período.
Los precios del petróleo en los Estados Unidos "no son tan relevantes en Argentina, y los precios locales se acercan al punto más alto de que se tenga registro", dijo desde Buenos Aires Gabriela Curutchet, una analista de Fitch Ratings. "La capacidad de reembolso de deuda de YPF no se ve afectada por la tendencia de los precios del crudo internacional".
YPF tiene una calificación de CCC de Fitch, ocho niveles por debajo del grado de inversión. Las operaciones de refinado de la compañía resultaron rentables conforme los precios locales de la gasolina trepaban 42% en términos de pesos este año. YPF no ha reducido sus precios de expendio a medida que se derrumbaba el mercado global de crudo.
Una declinación sostenida del precio del petróleo podría afectar el intento de YPF de atraer socios para desarrollar las segundas mayores reservas de gas de esquisto del mundo, correspondientes a la formación Vaca Muerta, según Santiago Wesenack, un analista para América Latina de Raymond James.