Enriqueta, su gato Fellini y su oso de peluche Madariaga. El misterioso hombre de negro, él mismo dibujado como un conejo con lentes y cientos de pingüinos, ovejas y duendes dan vida a las historietas Macanudo, cómic que comenzó a publicarse en 2002 y que hasta la fecha suma 12 libros. El creador de este mundo extraño y tierno es Ricardo Siri Liniers (Buenos Aires, 1973), quien publica en La Nación de Argentina y se ha convertido en un referente de la historieta. Liniers está en Chile para participar del IV Encuentro de Ilustración y Cómic, en la Casona Nemesio Antúnez de La Reina, donde hoy da una charla.
¿Imaginó que llegaría tan lejos como dibujante?
Jamás, el techo de mi imaginación era que me publicaran en un diario y ojalá algún día conocer a Quino, con eso yo ya estaba listo.
Con Macanudo ya ha dibujado más de 6.000 tiras ¿De dónde saca nuevas ideas?
Parece más de lo que es. Tener una idea por día al final no es tanto, te sentás en la mañana, pensás un rato y listo. Sí me da impresión cuando lo veo todo junto, pero no es difícil si lo vas haciendo de vez en vez.
Sus cómics transportan al mundo de la infancia ¿Porqué utiliza ese lenguaje?
Porque es una época interesante y rara que a uno se le olvida. Cuando sos chico es cuando sos más vos. A medida que sos más grande te van metiendo la política, la ideología, la religión... pero cuando tenés 3 o 4 años sos vos mismo. Ese es un puente que me interesa recorrer.
Si bien su humor parece ingenuo, ¿lo utiliza también como herramienta crítica?
Sí. Es imposible escapar de lo que pasa en el país, muchas veces hay temas políticos en Macanudo, pero no me interesa dibujar políticos puntuales; no me caen bien, me dan mal humor.
¿Prefiere dibujar animales?
Sí.... Son más decentes (ríe).
Liniers dice dibujar la mayor parte de su tiempo, pero también se dedica a otras cosas: este año debutó con el show de stand up Los Ilustres, junto al chileno Alberto Montt, con el que pronto realizará una gira por Latinoamérica. Además, desde 2012 maneja junto a su esposa La Editorial Común, en la que han publicado a dibujantes como Manuel García Ferré, Power Paola y Montt.
¿Cómo ha sido editar a otros dibujantes?
Es muy lindo. Lo siento como un karma, en el sentido de que a mí mucha gente me ayudó cuando empezaba: Maitena me llevó al diario La Nación, Daniel Divinsky (Ediciones de la Flor) publicó mi primer libro... Me tiraron salvavidas cuando estaba dando manotazos en el agua. Me acuerdo y creo que hay que devolver.
¿Cuál es el logro que más le enorgullece de su carrera?
Lo del The New Yorker. Jamás pensé ni que iba a pasar por la redacción, mucho menos publicar en la tapa.
Liniers está pronto a mudarse a EEUU con su familia: The Center for Cartoon Studies, en Vermont, le ofreció una beca de investigación.