Tras las primeras funciones de El crédito, la pieza española que Centro Mori y The Cow Company escogieron para esta temporada, y que trata de un hombre que solicita una reunión en el banco para pedir un crédito y se lo niegan por no tener respaldos; los actores Ramón Llao y Willy Semler creen que el público la está recibiendo de buena forma porque un asunto así de engorroso fue abordado con humor. "Si tú haces un drama con este tema la gente sale a la rastra. Y no es la idea. Ya tienen al compadre que los llama todos los días para cobrarles. Ahora le damos material para que se ría de ese compadre", dice Semler, quien interpreta el papel de un gerente bancario que se vuelve arquetípico: el opresor que sostiene un sistema donde el dinero se convierte en primera necesidad y símbolo de estatus.
"Estoy seguro que lo que ocurre en la obra ha ocurrido en alguna parte del mundo", agrega Llao. "No me cabe ninguna duda. Hoy, los hechos de la vida son tan divertidos que si alguien, hace dos años, hubiese dicho todo lo que ocurriría (Penta, Caval, el norte inundado, el Calbuco explotando) nadie le creería. O que una presidenta diga: "Me enteré por la prensa". Todo es tan divertido, y me parece que también es parte de una nueva dramaturgia, en que el teatro está tomando las riendas".
Dirigida por Javiera Contador, ambos actores fueron convocados hace dos meses para el proyecto. En él, dos personajes -devorados por el sistema- se encuentran. Uno, que no otorgará un crédito sin los papeles requeridos; y el otro, un hombre que, aunque tiene planeado la forma de pago y calculados los intereses, no recibe ningún peso del monto que solicita: un millón 700 mil pesos. "Y no es una cifra tan grande", piensa Semler. "Y los bancos te hacen puré por esa plata. Y a quienes tienen deudas monstruosas, incluso tienen regalías. Esta es una comedia que se ríe de las víctimas y de los victimarios", añade.
"Tengo la impresión de que los únicos que pueden estar fuera de este sistema, y tienen la opción de hacerlo son millonarios. Veo difícil que una persona de clase media, que tenga que pagar cuentas, colegio, internet; pueda", considera Llao. "Ahora, si te vas de ermitaño, y das con una chacra y un río -agrega Semler-. Bien por ti. Pero renuncias a todas las comodidades del sistema".
Con el peso de la obra sobre sus hombros y enfrentados a un sistema del cual también son parte, Llao cita uno de los textos que escribió el autor, el español Jordi Galcerán, y que ejemplifica aquellas cosas de las que se hace cargo el montaje: Para qué prestarle dinero a la gente solvente, si la gente solvente es la que menos necesita la plata. "Yo creo que la gente que vive en la marginalidad también está fuera del sistema. Veía el otro día a una señora en la televisión que decía que le alcanzaba hasta para darse un gustito. Ir a tomarse un helado con su esposo. Es una sociedad muy desigual", puntualiza Llao.
¿Y no es peculiar que justo esta obra, y por lo que trata, precisamente se monte en el Parque Bicentenario y en Vitacura?
Semler: Es una ironía. Es una ironía en sí misma. Y el público es eminentemente local, acá no viene gente del centro. Y la disfruta. De alguna manera se identifican, se reconocen. No sé.
Llao: Obviamente, si tu ganas 100 mil vas a pedir un crédito de bajo monto, pero si ganas miles de millones vas a pedir créditos altísimos, y muchas veces no se los dan a la gente. Entonces, la identificación no pasa por un tema social. No es una obra en que los humildes digan "me siento identificado por ese personaje", sino para todo el mundo que no sea dueño de banco y haya pedido uno. Y cuando te dicen que no, es tremendo. Se toma como algo personal.