Para Maurice sus tíos eran unos monstruos. De niño los veía visitar su casa, cuando venían de Europa y se quedaban a comer sin hablar ni una pizca de inglés. El se sentía horrorizado, imaginando que con tanta hambre sus parientes polacos podían devorárselo a él o a su hermana. "Te estrujaban la cara y pensaban que eso era un gesto cariñoso", ha dicho Maurice Sendak.
Años más tarde, en 1963, el escritor e ilustrador estadounidense plasmaría ese aterrador recuerdo en Donde viven los monstruos, un libro de no más de 20 páginas que impactaría el mercado de la literatura infantil de los años 60. En la historia, Max, de nueve años, se enfrenta a su madre porque no lo deja vestir de monstruo. Castigado sin cenar, descubre en su habitación un nuevo mundo, con verdaderos monstruos peludos y gigantes, que lo nombran rey por ser el más feroz del grupo.
En su momento, el libro fue considerado un llamado a los niños a emanciparse de sus padres: chicos rebeldes transforman sus castigos en una aventura y al final del día son recompensados por su osadía. "Cambió el paradigma e invitaba a sacudirse el conformismo de los años 50. Antes de Max, los niños de los libros eran flojos, indolentes", ha dicho John Cech, profesor de la Universidad de Florida y experto en la obra de Sendak.
A 45 años de su origen, el libro cobra renovado interés, luego de que el director Spike Jonze convirtiera la historia de Max en un filme homónimo, que se estrena en Chile en abril de 2010. El libro ha sido reeditado en el mundo con más de 19 millones de copias y a las librerías locales llega por primera vez por Alfaguara ($ 7.000). A pesar de haberse convertido en un texto de referencia, todavía hoy, algunos padres rechazan los monstruos grotescos del libro de Sendak. "Que se vayan al infierno", contestó el autor en una reciente entrevista a The Guardian.
Hijo de inmigrantes polacos, Sendak nació en 1928, en Brooklyn. De niño se fascinó con Fantasía de Walt Disney y con la obra de Melville. Donde viven los monstruos no es su única obra polémica. En 1970, su editora Ursula Nordstrom lo alentó a publicar De noche en la cocina. El libro fue censurado en EEUU por mostrar a un niño desnudo brincando a través de las páginas. Sin embargo, esta obra y Donde viven los monstruos pavimentaron su consagración internacional, que llegó ese mismo año con el premio Hans Christian Andersen.