Llega a Chile pionera técnica quirúrgica que permite crecer hasta 8 centímetros

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Reemplaza incómodos y dolorosos fijadores externos usados hoy por clavos a control remoto. La semana pasada, un adolescente fue el primer paciente del país en someterse a esta cirugía.




La estatura de los chilenos ha aumentado cerca de 11 centímetros en 100 años, lo que ha dejado a los hombres en un promedio de 171,8 cm, y a las mujeres en 159,4 cm. Ser más bajo que ese promedio es, sobre todo para los hombres, un problema.

"La talla baja afecta psicológicamente más a los hombres que a las mujeres. Cuando hablamos de pacientes bajos, pero sin alguna condición genética, los problemas más frecuentes son timidez, retracción social, dificultad en relaciones interpersonales y autoestima, auto percepción e incluso hay personas que se aíslan socialmente", explica la psicóloga Carolina Baar, de Clínica Las Condes.

Alternativas para crecer hay desde plantillas para zapatos -que permiten verse 7 cm más alto- a la cirugía de alargamiento de huesos, procedimiento que ha evolucionado desde los fijadores externos (fierros que rodean la pierna o brazo) a un mecanismo que trabaja con un clavo e imanes y que permite hacerlo internamente, a control remoto.

La técnica realizada con un clavo llamado Precice, acaba de llegar a Chile y la primera cirugía (también pionera en Latinoamérica) se realizó hace una semana en la Clínica Las Condes. Alejandro Baar, traumatólogo especialista en alargamiento y reconstrucción de extremidades, lideró la intervención que -en cerca de 90 minutos por pierna- instaló el dispositivo en el fémur de un adolescente, que en 80 días debería crecer 8 cm. Las cicatrices son mínimas.

"El propio paciente se lleva el control remoto y lo aplica por su cuenta. Cada vez que lo aplique se alarga cierta cantidad, según las condiciones de cada paciente y lo programado por el médico. La idea es alargar un milímetro al día", explica. Con el tiempo, el espacio provocado por el estiramiento se regenera y el hueso se ve normal (ver infografía).

La técnica, si bien puede lograr los mismos 8 cm que el estiramiento óseo con fijadores externos, es "infinitamente más cómoda", dice Baar. Permite que a los 10 días el paciente pueda meterse en una piscina, por ejemplo -con los fierros existe más riesgo de infección-, y no duele. "El paciente ni lo nota. Tiene las molestias propias del postoperatorio, pero es tolerable, les recetamos un analgésico si es muy intenso", dice Pablo Wagner, traumatólogo especialista en alargamiento de la Clínica Alemana, donde este martes también realizaron su primer implante con esta técnica.

"Es más segura, porque no hay nada que salga de la piel y tenga riesgo de infectarse. Con fijadores externos el riesgo de infección es de 90% y con esta técnica es menos de 5%", dice.

Baar explica que no hay límite de edad para la intervención, pues mientras más joven, menos problemas de regeneración. En adultos mayores es posible, aunque no es lo más recomendable. La persona de mayor edad a la que el médico ha realizado un alargamiento tenía 65 años.

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Dos razones pueden excluir pacientes de esta intervención: el estado psicológico y el precio de la cirugía.

Baar explica que el alargamiento está pensado para rehabilitación (si por un accidente se acorta una pierna, por ejemplo), pero también puede realizarse por razones estéticas, por lo que la evaluación psicológica es clave para verificar si la intervención realmente ayudará. Quienes padecen de un trastorno de la autoimagen y han pasado por otras cirugías estéticas, por lo que el alargamiento óseo es parte de un pack, no son buenos candidatos.

"Desde el punto de vista psicológico el paciente no debe tener trastorno de la percepción corporal. Debe ser capaz de entender instrucciones y tener metas realistas. Además, debe evaluarse su tolerancia a la frustración, puesto que son tratamientos que toman un tiempo no menor en completarse. No se puede obtener resultados inmediatos, por lo tanto es fundamental la evaluación psicológica del paciente", señala la psicóloga.

El precio es el otro obstáculo. Sólo el clavo cuesta unos 13 millones de pesos, al que hay que sumarle los gastos médicos y de la intervención. Si es una cirugía ortopédica tiene cobertura médica, pero si es estética no, y las isapres sólo cubren algunos costos.

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