Si el creador del pionero buscador Netscape y actual inversionista del área tecnológica, Marc Andreessen, considera que está bien lograda la manera en que en una serie está mostrando el mundo de los emprendimientos tecnológicos, se está haciendo algo bien. Eso es lo que ocurre en Silicon Valley, la serie que llega con su segunda temporada este viernes a HBO, y que acaba de conseguir la confirmación de su tercer ciclo.

Silicon Valley no sólo ha conseguido honores de la industria televisiva como nominaciones a los premios Emmy y a los Globos de oro, sino que gente como Andreessen, quien conoce el mundo de los start ups tras hacerse millonario al apoyar financieramente a Facebook y Twitter en sus inicios, ha dado un espaldarazo al comentar públicamente: "Conozco a cada persona de ese programa", en referencia a las buenas caracterizaciones del espacio. Algo esperable tomando en cuenta que el co-creador de la serie Mike Judge (Beavis y Butthead, King of the hill), partió su carrera trabajando como ingeniero justamente en Silicon Valley.

Este ciclo de diez episodios muestra al grupo de desarrolladores del sitio Pied Piper liderados por Richard (Thomas Middleditch) tras ganar los 50 mil dólares en la convención de tecnología TechCrunch Disrupt. Y para Judge esto es justamente parte del atractivo de la serie: el modo en que este grupo que no está acostumbrado ni al excesivo éxito en lo social ni en lo económico está al borde de convertirse en los creadores de un fenómeno mundial. Como dijo a GQ: "Antes, los titanes de la industria -los Carnegie, los Rockefeller -, eran típicos machos alfa. Hoy son programadores introvertidos. Creo que es gracioso ver a un típico programador introvertido tener mucho dinero de un momento a otro".

Pero para este comediante, que tiene el rol de productor ejecutivo y mostró su ácida visión del mundo del trabajo en la película Enredos de oficina, esta no es la única gracia del programa ni sus protagonistas: "Es interesante que la gente está tratando de ser exitosa de una manera agresiva y armar compañías de mil millones de dólares mientras están envueltos en esta idea de que están 'haciendo al mundo un lugar mejor'". Si bien es excéptico sobre esta visión cuasi mesiánica que algunos de estos programadores tienen de su trabajo, aclara que le agradan: "Son más agradables que que los tipos de Wall Street que usan todo su tiempo intentando canalizar dinero desde la economía hacia sus bolsillos".