Una sola mirada a los trece invitados que integran la parrilla festivalera arroja una conclusión casi indiscutible: Lionel Richie, Eros Ramazzotti y Alejandro Sanz son los comensales más estelares y los de mayor estatura artística del espectáculo. Por lo mismo, sus exigencias crecen en sincronía con ese estatus, transformándose en los números que concentran un trozo importante de los desvelos de los organizadores.
Los tres ya están en el país y arribaron con varios días de antelación a su show, bajo el propósito de ensayar, concretar actividades promocionales o disfrutar de días libres.
Un caso paradigmático es Eros Ramazzotti. El italiano de la voz nasal aterrizó el pasado sábado en Santiago, se alojó en uno de los hoteles del sector oriente y recién el domingo por la noche se asomó por la Ciudad Jardín. Antes, se relajó en el recinto capitalino y aprovechó el tiempo para ver partidos de la liga italiana.
Ayer, el hombre de Cosas de la vida ocupó junto a su banda de músicos el aforo completo del salón de convenciones del Sheraton Miramar no sólo para ensayar su presentación de esta noche, sino que también para ejercitar español y volver a cantar sus temas en ese idioma. De hecho, su gira actual por Europa -donde hizo una pequeña pausa para venir a la Quinta Vergara- sólo presenta temas en italiano y el intérprete ha insistido en realizar las entrevistas y los encuentros con la prensa, como el de ayer en el mismo lugar, en su lengua materna.
En el salón, Ramazzotti levantó una réplica de su espectáculo en la Ciudad Jardín, donde estuvo toda la mañana. Además, tuvo a su disposición una mesa de sonido especial sólo destinada para su jornada previa. ¿Otro detalle que demuestra su rigor? Antes de partir, telefoneó a Laura Pausini para que le contara su experiencia festivalera.
Por su parte, Sanz llegó ayer en un vuelo privado al aeropuerto Torquemada de Viña. Ahí, las características de su arribo también adquieren un aspecto voluminoso: según Catalina Yudin, productora ejecutiva de la cita, el español se establecerá en el país con un staff de 53 personas, el más numeroso desde que en 2011 CHV organiza el Festival. Además, su presentación de mañana reacomodará su montaje a la escenografía de la Quinta, la que está a cargo de Luis Pastor, el mismo responsable de la iluminación de las giras más recientes del autor de Amiga mía.
Y al igual que Ramazzotti, Richie también pasará varios días en Chile. El estadounidense aterrizó ayer en Pudahuel en un vuelo comercial desde Atlanta, soltó un par de frases de huésped protocolar -"me gusta el vino chileno"- y se fue directo a su hotel, donde aprovechó de descansar. Para su espectáculo, la noche del jueves 25, viajará directamente a la Quinta y no se alojará en la ciudad, ya que retornará de inmediato a la capital, donde canta el sábado 27 en Movistar Arena.
La razón que explica su opción por quedarse en Santiago antes que en la Quinta región tiene que ver con algo coyuntural: por estos días, la capacidad hotelera de Viña está copada y, por lo demás, las suites presidenciales disponibles son sólo dos (Hotel del Mar y Sheraton Miramar). Por tanto, la producción de la cita tampoco tiene opción de ofrecer alojamiento en Viña con una anticipación tan extensa.
Y más allá de la agenda, Ramazzotti, Richie y Sanz son también los artistas mejor pagados del festín musical. Cada uno recibe cerca de $350 millones, por lo que, entre los tres, suman poco más de mil millones, lo que representa un 12% de la inversión total que realiza CHV ($8.500 millones, lo que incluye desde los gastos técnicos y fichaje de los artistas, hasta publicidad). Son los privilegios de ser los niños lindos de la fiesta.