Desde ayer, la mitad de las selecciones que el 12 de junio partieron jugando el Mundial de Fútbol de Brasil ya está en sus hogares o comenzó su camino a ellos: dos de las 10 selecciones americanas, siete de las 13 europeas, tres de las cinco africanas y las cuatro de Asia-Oceanía no lograron el objetivo de pasar a segunda ronda. Con ellas se va parte de los alrededor de 600 mil turistas que han llegado a la cita futbolística.
Y con Brasil aún en la cancha, decidiendo con Chile su paso mañana a cuartos de final, el gobierno de Dilma Rousseff -quien buscará la reelección en octubre próximo-, temeroso en un principio de que el evento pudiera provocar una ola de manifestaciones, hasta ahora saca cuentas alegres: se estima que el Mundial ha generado casi un millón de puestos de trabajo y podría dejarle al país ingresos por más de US$ 3.000 millones. De hecho, en los 18 primeros días de junio, los extranjeros gastaron US$ 365 millones en el país, un valor 24% superior al mismo período de 2013, según el Banco Central. Además, el paso de casi todos los equipos latinoamericanos a segunda fase está provocando una nueva oleada de hinchas de la región.
En este sentido, Rafael Duarte Villa, politólogo de la Universidad de Sao Paulo, explica a La Tercera que "hasta aquí hay un saldo positivo para el gobierno. Después de los abucheos del partido inicial, cargados de groserías a la Presidenta Rousseff, y los cuales la oposición aprobó, ésta se quedó en la defensiva, y en la medida que el éxito de la Copa se fue afirmando, la oposición quedó con pocas posibilidades de desgastar políticamente a Dilma y al gobierno". Incluso, según un estudio del diario Folha de Sao Paulo, las protestas sociales se redujeron en un 39% los primeros 12 días del Mundial en relación con los 12 días anteriores. Protestas que, según los analistas, podrían volver si Brasil no gana el evento.
En medio del Mundial, el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) lanzó este sábado la candidatura de Rousseff a la reelección, comicios que se anuncian reñidos, aunque es la favorita. Una semana antes, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el principal de oposición, había hecho lo mismo con el senador Aécio Neves.
La proclamación de Rousseff, en un hotel de Brasilia, tuvo lugar en un contexto de cierto malestar social, por la desaceleración económica y las falencias en la organización del Mundial. Si bien Rousseff ha visto reducido su apoyo, según la última encuesta Ibope, si las elecciones fueran hoy, ganaría la votación en segunda vuelta.
Para los analistas, el gobierno pasó el primer round del Mundial, que se ha desarrollado en un clima de fiesta y sin mayores problemas.
"La protesta se adormeció bastante. Quien protestaba era sobre todo una parte de la clase media. Esa clase media ahora entró en el ambiente festivo de la Copa y es difícil para los organizadores de las manifestaciones sacar a tal segmento social de la comodidad de sus televisores"
, explica Duarte Villa.
Según dijo a este medio Rosilene Wansetto, coordinadora de la Ancop, comités populares que monitorean las actividades del gobierno y la FIFA en el Mundial,
"en la visión (del gobierno y los medios) es más factible mostrar que hay una caída de las protestas y que hoy todos los brasileños salen a festejar las victorias de la selección".
Sin embargo, aún está el reto de la economía: las elecciones coinciden con el cuarto año de crecimiento moderado de Brasil, que este año puede rondar 1%, y una elevada inflación, cercana al umbral máximo de la meta oficial de 6,5%. De hecho, el propio ex Presidente Lula da Silva criticó a comienzos de mes la política económica de Rousseff por "conservadora".