Se había anunciado como la versión más numerosa del festival a la fecha y los pronósticos de los organizadores se pudieron corroborar desde el primer minuto, con las inmediaciones y los accesos al Parque O'Higgins atestados de personas incluso antes que comenzara a sonar la música en el recinto. Es el nuevo público del Lollapalooza chileno, o al menos su versión 2.0, donde el nicho sub 20 ya es mayoría indiscutida y absoluta y en la que la acción comienza desde el mediodía. Si en años anteriores había que esperar hasta la tarde para que se llenara completamente el lugar y comenzaran los shows más encendidos, ayer, en la primera de las dos jornadas de la séptima edición de la cita, la audiencia llegó dispuesta a aprovechar el evento desde el arranque y ya a las 12.30 horas se registraban largas filas para prácticamente todo -desde las actividades de las marcas auspiciadoras hasta los baños- así como escenarios colmados de público.

De hecho, como nunca antes, los chilenos que abrieron los fuegos del evento se presentaron ante audiencias numerosas, como Prehistóricos, en el Acer Stage, y Villa Cariño, en uno de los escenarios principales, con un show bailado y coreado por miles de personas como si se tratara de un espectáculo de cierre. Un hecho inédito hasta ahora en los registros del Lolla criollo. Lo mismo ocurrió con (me llamo) Sebastián, uno que quizás mereció otro horario y escenario (ver página 58). A las 13.00 horas, el cantautor actuaba ante una Cúpula que se repletó rápidamente, lo que obligó a restringir el acceso de público por algunos minutos e hizo recordar lo ocurrido en ese mismo lugar con Devendra Banhart y Cat Power en 2011, en el primer error de cálculo del debut del festival en Chile.

Como siempre, la diversidad en la indumentaria fue la tónica entre los asistentes. El maquillaje tribal, las máscaras de animales y las coronas de flores siguen estando entre los accesorios favoritos de la audiencia millenial, a lo que se sumaron varios jóvenes con baldes en la cabeza -a la usanza del DJ Marshmello- y una impresionante legión de orgullosos portadores de poleras de Metallica, los protagonistas indiscutidos del primer día. Si bien esa facción de la audiencia, más adulta y supuestamente poco habitual de esta cita, bien podría haber sido el factor determinante en el aumento de la cantidad de público, las proyecciones de la productora a cargo echan por tierra esa hipótesis y para hoy se esperan las mismas 80 mil personas en el predio.

De hecho, en base a sus propias estimaciones, los organizadores aumentaron los servicios dispuestos en el Parque O'Higgins, y se notó: más puestos de comida, más baños y más puntos de hidratación se vieron ayer en el recinto, sumados a un nuevo sistema que permite cargar la pulsera de acceso con dinero para comprar comida y bebida, y que por lo visto funcionó sin inconvenientes. Las medidas, en cualquier caso, no parecieron del todo suficientes para hacer frente al verdadero mar humano que se hizo presente en el parque, lo que se tradujo en largas filas para todos los servicios y una constante dificultad para trasladarse entre los escenarios. Lo sufrió el llamado Perry's Stage, el escenario eléctronico del Movistar Arena y uno de los predilectos de los adolescentes, que ya para la presentación del dúo Roman & Castro (14.15 horas) lucía lleno, y que 120 minutos después, durante la presentación del chileno DJ Who, cerró momentáneamente sus accesos ante la alta afluencia de personas que colapsaron el lugar.

Con todo, la marea humana favoreció a los shows y prácticamente no hubo artista que no actuara frente a una audiencia numerosa y encendida. Incluso en el Aldea Stage, el nuevo y más pequeño escenario del evento, donde a las 16.15 horas los hermanos Javiera y Angel Parra tributaron a Violeta Parra en un emotivo recital en formato íntimo y ante un público que cantó todas sus canciones.

En los escenarios principales, en tanto, todo fue energía juvenil, con una seguidilla de números escogidos especialmente para el paladar de la audiencia sub 25. Entre ellos los ingleses Glass Animals y sus compatriotas The 1975, éstos últimos una de las nuevas sensaciones de rock británico y protagonistas de las primeras imágenes de euforia -lágrimas incluidas- durante la tarde en el parque, frente a un público femenino y adolescente que cantó todas sus canciones y hasta le dedicó el tradicional "mijito rico" a su vocalista, Matthew Healy.

Tras la presentación de los californianos Rancid, los representantes del nicho punk en esta versión del festival, el cierre correría por cuenta de los platos fuertes del primer día: el trío británico The XX, dueños de un pop alternativo y meláncolico, para luego dar paso a los soberanos de la jornada, Metallica, quienes a las 21.30 arrancarían con una actuación de dos horas de duración que se anticipaba como una de las de mayor voltaje en la historia local del certamen. En paralelo, el popular DJ y productor Diplo pondría el broche de oro a la fiesta eléctronica en el Movistar Arena (22.00 horas), en su regreso a la cita tras su actuación del año pasado junto a Skrillex, bajo el dúo Jack Ü.