El mundo de la moda celebró hoy el inicio de la London Fashion Week y los festejos por sus 25 años, aunque con la mitad de los diseñadores del año pasado, que presentaron sus propuestas para la Primavera-Verano 2010.

Muchos modistos se han visto obligados a ahorrar por la crisis, una tendencia que también se refleja en los diseños de moda.

Pese a todo, sigue habiendo motivos para festejar, dijo el presidente de la Cámara de la Moda británica, Harold Tillman, en la inauguración de los desfiles. Frente a París, Milán y Nueva York, Londres sobresale "con una fama de extravagancia e innovación", dijo.

El sector textil ha crecido hasta convertirse en el segundo empleador de Reino Unido. Gracias a la industria de la moda la metrópolis financiera está saliendo de la recesión, indicó a su vez el alcalde Boris Johnson, a quien encantaron las delgadas modelos. "Regulamos mucho, pero no habrá una prohibición de los tacones", prometió.

En las primeras presentaciones quedó de manifiesto que los diseñadores enfrentan con buen humor la crisis y apuestan por una moda minimalista.

Por ejemplo, el irlandés Paul Costelloe -que apareció con unos jeans desgarrados y una camisa sin botones- abogó por una "elegancia decente" en colores chocolate y crema. Dejó al aire el ombligo, los cuellos subieron hasta las orejas y sobresalieron los estampados a cuadros y de flores tejidas en punto en rosa-dorado.

Caroline Charles presentó a su vez vestidos rojos con lunares blancos, otros exóticos en seda y un guardarropa en color marfil con muchas puntillas.

Entre los desfiles más destacados que seguirán se cuentan los de Vivienne Westwood, Paul Smith, John Rocha y las marcas Burberry, Jaeger y Twenty8Twelve, de la actriz Sienna Miller. La semana de la moda termina con un día dedicado a creaciones masculinas el 23 de septiembre.