Desde el 14 de octubre que la comunera mapuche Lorenza Cayuhan se encuentra internada en la clínica de la mujer del Sanatorio Alemán de Concepción, lugar donde tuvo el parto de su guagua engrillada y vigilada por un funcionario de Gendarmería.

A sus 30 años, Cayuhan cumple una condena de cinco años por robo con intimidación en Arauco. Hoy, está en compañía de su hija Sayen y recibe a diario la visita de su familia. Todo esto gracias a que los tribunales mantienen pendiente la resolución sobre la orden de no innovar que ha paralizado el alta de la joven y de su hija.

El caso, sin que hubiese ninguna complicación médica, fue tildado como "denigrante" y conmocionó a la opinión pública y organizaciones de DD.HH. Gendarmería aseguró que actuó conforme al reglamento, pero también instruyó un sumario interno.

"Nunca pensé en arrancar. Si estoy acá, es porque me presenté voluntariamente para cumplir la condena", dice Lorenza, en su pieza de la clínica.

¿Cómo se dieron los hechos?

El 13 de octubre salí de la cárcel al Hospital de Arauco, con esposas y el chaleco amarillo. Me llevaron en taxi. Cuando llegué me sacaron todo, porque la doctora lo pidió para poder examinarme, y ahí me dijo que los exámenes estaban alterados. Como a las 4 de la tarde me sacaron para Concepción, con esposas en los pies, amarrada a la camilla. Cuando llegamos a Concepción, el doctor me estaba esperando. Me pusieron en una camilla de preparto y me volvieron a amarrar. Yo creo que los médicos no se dieron cuenta de que estaba con los grilletes, porque estaban mis pies tapados. Los gendarmes habían entrado a la sala, pero el doctor los sacó, porque en la pieza había más mujeres. Ahí los exámenes estaban igual de mal, el médico me dijo que había que interrumpir el embarazo. Tenía miedo, porque no quería cesárea. El doctor me dijo que estaba corriendo riesgo, así que tenía que ser cesárea sí o sí, y que me iban a llevar a la clínica, porque en el hospital no había cupo.

¿Qué paso cuando llegó a la clínica del Sanatorio Alemán?

Yo le pedí a la funcionaria si le podía avisar a alguien de mi familia. Me dijo que no tenía ningún problema en llamar, pero que tenía que pedir permiso. Ella me dijo que había preguntado y le habían dicho que no, porque le correspondía avisar a la asistente social. Me imaginé que no iban a llamar, así que se lo pedí a la doctora. Ella me pidió el número de teléfono y llamó a mi mamá. Le dijo que me trajeran cosas, porque mi bebé iba a nacer. Mi mamá llegó como a la una de la tarde. A ella y al gendarme le pasaron ropa, gorro y mascarilla para estar en el pabellón. Me sacaron de la camilla y me pasaron al quirófano. Ahí el gendarme me sacó la esposa que estaba sujeta a la camilla y me la puso en los dos pies. Me trajeron dos custodias mujeres, pero en el rato del parto, mi tío fue a comprar al supermercado y se encontró con las dos funcionarias comprando. Entonces se dio cuenta de que yo estaba con el funcionario varón.

¿Ningún médico o su mamá pidieron que le sacaran los grilletes?

No, cuando llegó mi mamá, yo ya estaba anestesiada. Y qué iba a decir ella si estaba el gendarme. Los médicos tampoco, si ellos vieron cuando el gendarme me soltó de la camilla, para después ponerme el otro grillete en el tobillo. Quedé con los pies juntos y no dijeron nada. Pude ver nacer a mi hija, la sostuve un rato y después me dormí.

¿Qué le ha parecido la reacción que generó en el país su caso?

Pienso que lo que a mí me pasó es una realidad que puede que lo hayan vivido muchas mujeres, que al igual que yo están condenadas. Pero es extraño, no sé si será porque soy mapuche, ya que cuando estaba en la cárcel, compartí celda con una chica que tenía seis meses de embarazo. A ella le habían hecho todos sus controles. Incluso había otra mujer, que ya había tenido a su bebé en Curanilahue, y me contaba que tuvo siempre solo a una custodia y que cuando nació su hijo entró con ella a pabellón y nunca la tuvieron engrillada.

¿Cómo ha sido su estadía aquí?

Bien, estoy todo el día con mi hija. Me ha venido a ver mucha gente. Eso me da ánimo, saber que tengo el apoyo de mi familia y de personas que no conocía. Lo que me preocupa es lo que me puedan llegar a impedir con mi hija. Gendarmería me había prohibido hasta tomarle fotos. Mis papás tuvieron que hablar con el abogado para que sacaran esa medida. Yo soy la mamá y decido qué hacer con mi hija. La condenada soy yo, pueden hacer lo que quieran conmigo, pero no con ella. Hoy me privan de eso, ¿y mañana qué?