En medio del maquillaje y el peinado, en un rincón del Hotel W de Santiago, antes de la sesión de fotos, Loreto Aravena se acomoda en una silla para hablar de un personaje que, ella misma vaticina, la seguirá hasta la tercera edad. Hoy, a las 22.10 horas, debuta el sexto ciclo de Los 80, y ahí ella interpreta a Claudia, la hija mayor del clan de los Herrera, un rol que, cuenta, hace que la gente se le acerque en la calle a hablarle con lágrimas en los ojos, y que se mantiene como su papel más identificable.
"En esta temporada, Claudia está más sonriente, repuesta. Es una Claudia que tiene ganas de vivir y salir adelante", cuenta Aravena sobre cómo llega su personaje, adelantando también que tendrá una "extraña conexión" con uno de sus profesores, encarnado por Iván Alvarez de Araya (El reemplazante). Y añade sobre la temporada, que ocurre en 1988: "Es como si la misma división que había antes del plebiscito los estuviera afectando como familia".
El poder abordar el plebiscito y la franja electoral que lo antecedió es uno de los temas que más la entusiasma. "La posibilidad que tenemos, cuando se cumplen los 40 años del Golpe de Estado, de poder volver a recrear este momento es impagable", opina, agregando que "lo vamos a ver desde la normalidad, desde la familia normal y cómo lo vivió, que es como la mayoría de los chilenos lo experimentaron. Así que les va encantar".
Con todo, la actriz mantiene una visión crítica del ciclo anterior. "Como actriz es súper lindo el proceso de llevar tantos años en la construcción de un personaje", dice, "pero como espectadora, la temporada no fue tan impactante como las otras. Estaba mucho más reposada, no pasaba mucho. Me costó un poco verla. De hecho, cuando leíamos los guiones sentíamos que era reiterativo. Tratamos de hacer nosotros algunas correcciones y nos molestábamos entre nosotros, porque mis textos siempre eran los mismos: 'No, si estoy bien', 'no te preocupes'. No pasaba mucho más, hasta que en los últimos capítulos viene esta catarsis", explica, aludiendo a que su rol terminó el año pasado dando nuevamente la Prueba de Aptitud Académica, cerrando su proceso de duelo por el asesinato de su novio, y que su padre, Juan (Daniel Muñoz) queda sin trabajo luego de ser estafado por su socio.
Ahora, en cambio, Aravena asegura que las cosas estarán distintas, más movidas. "Tal vez era necesaria esta monotonía para que los personajes explotaran al final. Pero en esta temporada en particular vamos a retomar el cauce de esta familia afectada por las condiciones políticas transversales en esa época".
En este ciclo pareciera que la historia vuelve nuevamente a fojas cero.
En esta temporada partimos completamente desde cero. Juan sin trabajo, Claudia estudiando otra vez. De hecho tú vas a ver la primera escena y es exactamente igual a la primera escena del primer capítulo de la primera temporada. Solamente cambia el motor, que ya no es el televisor, sino que otro elemento de la casa. Me acuerdo que la leí y pensé: 'Es como volver todo a empezar'.
¿Y qué le parece la estrategia? Podría tomarse como un retroceso en la historia, en vez de explorar cosas nuevas.
Si bien es cierto que es como volver al inicio, va a ser todo distinto. No es repetitivo ni reiterativo. Este ciclo es muy vertiginoso, pasan muchísimas cosas y es muy lindo también. Además, hay otro punto, que es el cambio de director. Y al cambiar la mano, cambia la visión de cómo se quiere mostrar a esta familia. Rodrigo (Bazáes, que reemplazó a Boris Quercia) trabaja desde su condición de director de arte, entonces lo visual para él es muy importante y él cuenta la historia desde otro lugar.
¿Cree que la historia podría extenderse más allá de los años 80, que es una de las posibilidades que se evalúan?
Cuando algo funciona y se sigue haciendo bien, con la misma calidad, no tiene para qué acabarse. Por mí, seguiría indagando en este personaje, feliz. Hay que ver cómo sigue la recepción del público. Y ellos quieren mucho a los Herrera, se sienten identificados. Lo único que me pasa es que a esta familia le ocurren tantas cosas malas que siempre he dicho que ojalá se ganaran un viaje a Disney, el Loto o algo. Este es el año 88, "la alegría ya viene". Vamos a ver si llega o no llega. Dan ganas de sacarlos, llevarlos a la playa, hacer algo diferente.
¿Cómo siente que el personaje la ha cambiado como actriz?
Es más difícil enfrentarse a los otros trabajos. Cuando uno lleva tantos años con un personaje, quisieras tener el mismo tiempo para trabarlos todos. Me es muy fácil entrar en las emociones de Claudia, porque la conozco tanto, pero con otros personajes me cuesta un poco más. Pero es algo que, como actor, vas desarrollando. Hay que hacer un esfuerzo doble nomás y no entrar en este placer culpable que es hacer un personaje durante tanto tiempo.
¿Siente que el rol la consolidó?
Daniel (Muñoz) y la Tamara (Acosta) están consolidados. Yo empecé hace poco, así que no hablaría de una consolidación. Este es un trabajo que la gente ha querido, que ha empatizado y muchas veces me ha felicitado con lágrimas en los ojos, porque se sienten identificados con su historia. Eso es bien impactante y gratificante también.
¿Cómo cree que la ha marcado?
Como partí con esto, es por lo que la gente más me reconoce. Es rico que te conozcan por un personaje que ha estado tantos años en TV y que, además, es tan adorable. Todos quieren a la Claudita. En ese sentido, me ha marcado. Este personaje lo voy a llevar siempre. Seguramente, voy a estar viejita y la gente todavía me va a hablar de "la Claudita".