A Javier Luis Egaña, secretario ejecutivo de la Vicaría de la Solidaridad en 1978, los escritorios no siempre le sirvieron para guardar lápices, papeles, archivos, corcheteras o sacapuntas. Durante cuatro noches de noviembre de 1978, el abogado escondió en un cajón de su despacho de Plaza de Armas un par de cráneos sin identificación hallados al 44 kilómetros al sureste de Santiago. Estaban en una bolsa, bajo llave y eran parte de una escena aún más infernal. Fueron la primera muestra de los 15 detenidos desaparecidos que el mundo conocería el 30 de noviembre y que habían permanecidos ocultos en los llamados Hornos de Lonquén, cerca de Talagante.
El abogado que ofició de guardián de la primera prueba de la existencia de detenidos desaparecidos en Chile es uno de los rostros que habla a cámara en el documental Habeas corpus, de Sebastián Moreno y Claudia Barril. Construida a partir de los testimonios de algunos de los profesionales más emblemáticos de la Vicaría de la Solidaridad, la película se estrena el próximo jueves en salas de todo el país (más información en Chiledoc.cl).
El documental de Moreno y Barril es el más reciente trabajo dentro de una serie de obras que han rescatado la labor de la institución creada por el cardenal Raúl Silva Henríquez en 1976 para ayudar a las víctimas de la dictadura. Antes estuvieron la serie de artículos periodísticos recopilados por Andrea Insunza y Javier Ortega en dos libros y la premiada serie Los archivos del Cardenal, protagonizada por Benjamín Vicuña.
Financiado por el Consejo Nacional de Televisión, Habeas corpus les va poniendo cara y voz a los auténticos profesionales que en los 70 y 80 atendieron en las oficinas ubicadas a un costado de la Catedral de Santiago. Cada testimonio varía en emotividad y van desde el más dramático de Norma Rojas, que comenzó a trabajar en el archivo de la Vicaría tras la detención de su esposo, hasta los de los abogados Héctor Contreras, Alvaro Varela o José Zalaquett, importantes articuladores de la labor del organismo. El propio Juan Luis Egaña explica la gravitación que alcanza la Vicaría en sus inicios. "La única manera de enfrentar la dictadura era creando una institución de este tipo. A los poderosos se los enfrenta con poder, no pidiendo permiso. Era muy emblemático que la institución que defendía los derechos humanos estuviera en el Palacio Arzobispal, en pleno centro de Santiago".
Organo de contrainteligencia
Con un ingente material de archivo declarado parte de la Memoria de la Humanidad por la Unesco, la Vicaría de la Solidaridad funcionó en Chile entre 1976 y 1992. La labor de sus profesionales (abogados, trabajadores sociales, médicos, sociólogos, etc.) tuvo su primer gran éxito en el mencionado y triste descubrimiento de los 15 cuerpos de campesinos en los Hornos de Lonquén. "Era la primera demostración de que los detenidos desaparecidos existían en Chile. Tuvimos que actuar con gran rapidez, contra reloj, antes de que la DINA se enterara de lo que habíamos hallado y tapara todo", dice Egaña en la cinta
Con el paso de los años, la Vicaría pudo identificar centros de tortura y nombres de agentes sólo con los testimonios que llegaban a sus oficinas. Los profesionales lo dejan claro en la película. "Alguna vez se dijo, no sin razón, que éramos el mayor organismo de contrainteligencia en Chile", precisa el abogado Jaime Esponda. "Llegamos a almacenar una información tremenda, que en varios casos nos permitió salvar vidas", dice su colega Alvaro Varela.
Identificada como una entidad altamente peligrosa por la dictadura, la Vicaría comenzó a sufrir hostigamientos paulatinos, En la cinta, el ex administrador recuerda que cada uno de los teléfonos estaba intervenido y que los micrófonos direccionales de los organismos de inteligencia apuntaban desde todos los edificios de Plaza de Armas. "Había que tener siempre la radio prendida para crear cierta interferencia", recuerda Egaña. Y agrega: "Una vez creamos un grupo folclórico para distender los ánimos y el director del conjunto resultó ser un militar encubierto. Lo descubrimos porque se le quedó la billetera con la tifa. Nunca más apareció".
Un momento culminante de la cinta es cuando el abogado Héctor Contreras reconstruye la confesión que le hizo el ex agente Andrés " Papudo" Valenzuela. La escena muestra un primerísimo primer plano de un cassette de 60 minutos. Por el parlante de la grabadora se escucha la voz del militar del Comando Conjunto que en 1984 decidió dejar la Fach y comenzó a colaborar con la Vicaría. "Desertó frente a mi, me pasó su identificación y medallones de combate. Dijo que quería pagar el precio de lo que había hecho", dice Contreras.
Meses después, "Papudo" salió fuera de Chile con destino a Francia gracias a la Vicaría. La venganza de la DINA sería el peor golpe: en marzo de 1985, el sociólogo José Manuel Parada fue degollado junto al profesor Manuel Guerrero y el publicista Santiago Nattino. Parada trabajaba justamente en la Unidad de Análisis de la Vicaría, estudiando la información de Valenzuela.
Película de testimonios y reconstrucción de hechos, Habeas corpus (que tiene una campaña online en el sitio educacionenderechos.cl) también es una postal de una época en que la Iglesia era otra. "Probablemente hay sacerdotes que ni conocen esta historia", reflexiona el director Sebastián Moreno. Lo resume así: "La Vicaría nace en una época aún dominada por la Doctrina Social de la Iglesia. Es un período bonito. Cuando vas al psiquiatra lo primero que te piden es que te acuerdes de tu mejor época. Pues bien, yo pienso que la Iglesia podría ir al psiquiatra."