Quincena de junio, año 1997. Las calles de Concepción se abarrotan de entusiastas estudiantes que gritan consignas y portan lienzos, exigiendo mejoras en la educación. Dicen que es la primera movilización estudiantil que congrega a las federaciones universitarias locales desde el retorno a la democracia: Universidad de Concepción, U. Federico Santa María, Universidad Católica de la Santísima Concepción y la U. del Biobío.
De la última agrupación, destaca un joven delgado e imberbe, que encabeza una columna de manifestantes. Está en la primera línea, sosteniendo un paño con la leyenda "La UBB defiende la educación". Se trata de Rodrigo Peñailillo, dirigente y estudiante de Ingeniería Comercial de esa casa de estudios.
Como todo líder de masas, Peñailillo tuvo que ocupar todas las herramientas y mecanismos de la política hecha desde la calle.
A juzgar por los noticiarios penquistas de la época, Peñailillo marchaba, arengaba a las bases con megáfonos y entregaba su visión del movimiento a los medios de comunicación. Peñailillo, en una rueda de prensa: "Los estudiantes nuevamente hacemos un llamado al gobierno desde aquí, la Octava Región: entiendan, la educación superior es pilar fundamental para el desarrollo del país. No podemos tener una educación superior para ricos y una educación superior para pobres. Debemos tener una sola educación superior", agregó enfático, dando pequeños golpes sobre su mesa.
Emergía, entonces, un líder político desde el olvido carbonífero de Coronel. Sin pertenecer a la elite del progresismo, fue ascendiendo en el PPD hasta llegar, primero, a ser el hombre de confianza de Michelle Bachelet para, finalmente, asumir como ministro del Interior desde marzo de este año, oficiando como jefe de gabinete y responsable de la seguridad interna del país. Es así que, tras aplanar calles en la lucha por la educación, el próximo jueves deberá manejar el orden público en la primera marcha estudiantil contra el gobierno, convocada por la Aces, Cones y Confech, estos últimos, sus antiguos semejantes.
Una de las autoridades que debió lidiar con Peñailillo fue el intendente de Concepción, el DC Martín Zilic, quien recuerda: "Siempre fue bastante mesurado. Tuvimos una excelente relación", dice el ex ministro de Educación. "En una de las marchas, subió a mi oficina y le recordé que ellos eran bastante más moderados que mi generación, desde donde emergió el MIR. El se reía no más", añade.
Otro de sus contemporáneos en el movimiento estudiantil penquista era su par de la UCSC en esos años, Frank Sauerbaum. "Rodrigo era un negociador permanente de la Concertación. Su pega era bajarle el tono a lo duro de la crítica, el paro y la toma", dice el ex diputado RN. "Era considerado un dirigente serio, no estaba para la cosa chica. Tenía problemas con la extrema izquierda, porque era un tipo moderado y yo, como era el único dirigente de derecha, hacía causa con él. Tenía línea directa con el gobierno así que, cuando se quebró el movimiento, Peñailillo terminó negociando con el gobierno", agrega.
Es aquí donde la historia estudiantil del actual ministro se complejiza. A juicio de Javier Sandoval, por entonces presidente de la Federación de la U. de Concepción, "el rol que cumplió en los hechos fue romper la unidad de la Confech, al liderar, la Confesur, que agrupaban a las federaciones de la Concertación y que negociaban por separado con el gobierno", asegura. "Ellos tenían un modus operandi; movilizarse desde el principio y anticiparse a las movilizaciones de otras universidades. Y cuando las movilizaciones entraban en su punto alto, generaban un escenario de desacuerdo y de acusación directa a los comunistas, acusando querer generar una desestabilización artificial. Finalmente, sólo se entregaron recursos adicionales, no se atacó el problema estructural y pactaron por fuera con el gobierno", agrega el otrora dirigente de la Surda. Similar opinión tenía el presidente de la Fech de la época, Rodrigo Roco, quien pertenecía en ese entonces a las Juventudes Comunistas. "Dicen a todo que sí, aunque les pasen la aplanadora", dijo entonces, según Revista Qué Pasa. Con todo, la historia los vuelve a reunir: Roco ahora asesora al Ministerio de Educación.