Uno se formó en la Universidad Católica y el otro en la U. de Chile. Uno decidió ir a probar suerte a Europa apenas egresó, mientras el otro se quedó haciendo escuela. Si bien los caminos profesionales de Cristóbal Tirado (35) y Tomás Villalón (35) han seguido derroteros distintos hasta ahora, ambos comparten la idea de que la arquitectura chilena actual debe tomar un cariz cada vez más público. Ambos, también, recibieron la última edición del Premio Promoción Joven, galardón que entrega el Colegio de Arquitectos y que en años anteriores ha servido como detector de promisorias figuras como Alejandro Aravena, Smiljan Radic o Mathias Klotz, quienes hoy tienen exitosas carreras.
Sin embargo, a diferencia de estas generaciones mayores, los actuales premiados han apostado desde el principio a hacer una arquitectura más pública y cercana a la gente. Para Tirado, la cuestión es simple: "Chile tiene excelente arquitectura, pero casi toda es privada. Con los paisajes que tenemos, uno puede poner un container en un cerro o en una quebrada y con una buena foto hacer maravillas. El verdadero desafío está en la ciudad", dice.
El arquitecto comenzó como colaborador de Smiljan Radic en 2006, en el diseño del restaurante Mestizo, para luego irse a vivir por cuatro años a Milán y Barcelona, donde comenzó a desarrollar sus primeros proyectos. Junto a sus socios españoles, en 2009, participó en el concurso internacional para diseñar dos hospitales públicos en La Florida y Maipú. Ganó ambos proyectos, lo que lo trajo de vuelta a Chile: en 2013 inauguró los centros, cada uno con una superficie que ronda los 70 mil metros cuadrados. "Muchos decían que había perdido el camino por diseñar hospitales, pero grandes arquitectos como Souto de Moura o Norman Foster lo han hecho. Aquí hace falta un cambio de mentalidad, de entender que no porque un edificio sea público o de gran complejidad debe tener mala arquitectura", señala Tirado.
Eso sí, el arquitecto no ha querido encasillarse. Se reintegró a la UC como docente, construyó un jardín infantil en Maipú y un colegio en España y participó en otros concursos: el pabellón de verano del Programa YAP, que patrocina el MoMA de Nueva York en Chile, y el Museo Parque Humano de Mario Irarrázabal en Parque San Borja, donde es finalista. Sus diseños se caracterizan por integrar el paisaje y rescatar la historia de los lugares donde están insertos. De hecho, su proyecto para el Museo Regional de Aysén, que se adjudicó en 2012 y que comenzará a construirse en un par de meses, está inspirado en las antiguas quintas con techos a dos aguas donde vivían los agricultores de la zona con sus familias. Además, harán un trabajo de paisajismo plantando un campo de árboles frutales. "Para los arquitectos jóvenes los concursos públicos son la forma de encontrar trabajo, ya no puedes esperar a que golpeen tu puerta con encargos", dice el arquitecto, quien también desarrolla el nuevo Hospital Félix Bulnes junto a su oficina BBATS+Tirado
Lo mismo piensa Tomás Villalón, quien ha destacado en más de 40 concursos públicos, quedando hace poco como finalista en la remodelación del Museo Histórico y el Eje Bulnes.
Eso sí, aún no ha podido levantar ninguno de sus proyectos. Ahora mismo, está en proceso de licitación la construcción de una caleta de pescadores en San Antonio y una sala procesadora de alimentos para una fábrica en Puerto Cisnes. Por otro lado, en 2011, junto a Patricio Correa se adjudicó la construcción del Ministerio de Obras Públicas de Valparaíso, pero las faenas han demorado en partir. Los diseños de Villalón destacan por evidenciar de manera directa cómo están construidas, dejando pilares y materiales a la vista. "Me gusta que expresen como se sostienen, como se construyen sin maquillarlos", dice.
Mientras sus proyectos ven la luz, Villalón se ha volcado en la docencia, implementando un inédito taller práctico en la U. San Sebastián, donde los alumnos puedan hacer realidad sus proyectos postulando a fondos concursables. Ya lo hicieron levantando un invernadero para una escuela rural en Pirque y ahora Villalón está replicando el modelo con estudiantes de la U. de Chile, para construir pequeños proyectos en Chiloé.
"Creo que mi interés de que los alumnos puedan autogestionar sus obras, nace de mis propias experiencias fallidas. Es difícil concretar proyectos en Chile, por eso hay que aprender a hacerlo uno mismo y mientras uno pueda aproximarse lo antes posible a la realidad de la arquitectura es mucho mejor", dice Villalón, quien sí tiene tres casas familiares listas en Algarrobo, Chicureo y Lonquén, aunque su ambición, como la mayoría de los jóvenes arquitectos, es intervenir la ciudad.
Aunque tanto Tirado como Villalón ven en los concursos públicos la mejor manera de proyectar sus carreras, ambos tienen reparos con la forma en que hoy se desarrollan y el escaso peso que tiene el Colegio de Arquitectos, el que, según ellos, debería encargarse de visar todos los proyectos públicos. También, critican que en muchas licitaciones se privilegie el tema económico antes que la calidad de las propuestas. "Sería mucho mejor partir por un concurso de ideas que fomente la creatividad, para luego cumplir los requisitos técnicos, porque asegurar bajos presupuestos no implica una buena arquitectura", resume Cristóbal Tirado.