Antes de enfrentar a LDU, en Universidad de Chile aseguraron que llegaban en su mejor momento físico para enfrentar la primera final en los 2.850 metros de altitud que tiene Quito. Y los azules demostraron en la cancha esa sentencia.

El plan de Jorge Sampaoli fue entrenar dos días en Guayaquil y viajar a Quito el mismo día del duelo. Además, por si era necesario, se dispuso de tanques de oxígeno en el camarín.

En el primer tiempo, los azules presionaron como es su costumbre, incluso al arquero Domínguez cada vez que despejaba con los pies. En el mediocampo lucharon la pelota y siempre que un jugador de Liga recibía el balón se encontraba con uno o dos de los azules en la marca.

El pique de Eduardo Vargas en el gol, cuando el primer tiempo terminaba, fue un ejemplo de la capacidad física del equipo.

En la segunda mitad, los estudiantiles, incluso se vieron más enteros que los dueños de casa, que se fueron en busca del empate por un asunto de convencimiento. La gran prueba del gran trabajo físico de los dirigidos de Sampaoli es que el equipo nacional tuvo más de una chance para aumentar la diferencia.

Y no por escapadas de sus atacantes, sino por un asunto de principio futbolístico. Saque la cuenta, en la más clara de la segunda mitad, Charles Aránguiz dejó sólo a Matías Rodríguez, quien prácticamente se "comió" la banda izquierda del campo.

Así, la planificación de Sampaoli salió a la perfección. Todo debe firmarse ahora en Santiago, donde los estudiantiles tienen la oportunidad histórica de levantar su primera corona internacional.