En su itinerario del último tiempo, los miembros de Los Bunkers detectan que hubo un ejercicio en el que coincidieron casi sin excepción: bailar. "Nos hemos topado mucho en la pista de baile", cuenta su cantante, Alvaro López. "Son los años en que hemos estado más juntos en fiestas", agrega el guitarrista Mauricio Durán. "Y eso que somos pésimos para bailar", tercia su hermano Francisco.
Más allá de sus habilidades en el arte de la juerga y el desmadre, la sincronía es el telón de fondo más ilustrativo para Bailando solo, el nuevo single del quinteto, con estreno en radios para mañana: una melodía directa, de ritmo galopante, producción limpia y que trenza teclados y guitarras, los recursos habituales en el historial de los penquistas, pero bajo una cadencia que observa de cerca la pista de baile, fórmula aprendida desde escuelas tan diversas como Blondie o Franz Ferdinand. Pero los guiños no sólo son ajenos. El inicio de la composición remite a su éxito Llueve sobre la ciudad y también cuenta con el teclado de Emmanuel del Real (Café Tacvba), productor de la entrega.
"Tiene mucha frescura y energía y es lo ideal para volver después de un tiempo. Siento que es una canción muy arriba y perfecta para un retorno", recalca el baterista Mauricio Basualto, en torno al primer adelanto del trabajo que sale en mayo, aún sin nombre, pero que se editará de manera independiente. Junto a sus camaradas está en la imponente destilería de Pisco Mistral en la comuna de Paihuano (Cuarta región), en la antesala del show gratuito organizado por la misma firma para la comunidad y que, desde pasadas las 22 horas, los tuvo ante más de 5 mil personas, en una cancha flanqueada por los cerros áridos y la vegetación marchita del norte chileno.
Ahí, desenfundaron piezas de casi toda su historia, desde Canción de lejos y Una nube cuelga sobre mí, hasta Santiago de Chile y, casi en reverencia al lugar, un tributo a Pink Floyd en plan Dark Side of the Moon. Todo, bajo una ovación que timbra un solo escenario: hoy se alzan como la banda de rock más popular y consistente del país, y su próxima producción es el lanzamiento discográfico local más importante de esta temporada.
"Siento que este sencillo es lo más contrario a Angel para un final, que fue lo último que se escuchó de nosotros. En un momento habíamos pensado volver con un tema más lento, pero dijimos 'para qué'. Era tocar la misma tecla", asume Mauricio Durán. Pero casi la totalidad de su próximo título, el primero tras Música libre (2010), no tuvo como cuna las fiestas. La raíz vino de algo mucho más impersonal: un Ipad.
"Siempre nuestros temas partían desde una guitarra o un piano, pero ahora fue totalmente distinto hacerlo desde un aparato. Eso condicionó el desarrollo de las composiciones y nos llevó a ele- mentos que antes no habíamos explorado", detalla Francisco Durán. Su hermano acota: "Es nuestro álbum con más sintetizadores, pero no podría decir que está pensado totalmente para bailar, pese a que sí nos impusimos el desafío de que hubiesen canciones que sirvieran para eso. No es que sea un disco de los Pet Shop Boys, aunque nos encantaría. Sigue siendo el sonido de una banda, pero con un color distinto, más moderno".
Un cancionero grabado durante diciembre, en los colosales estudios de Sony, en Ciudad de México, y luego trabajado en las dependencias de Julieta Venegas, en el mismo DF. En tales condiciones -las más provechosas que han disfrutado en la elaboración de un álbum-, Los Bunkers consolidaron una ética de trabajo arrastrada desde los días de 2010, en que fabricaron sus propias versiones para los himnos de Silvio Rodríguez y que apunta a una mayor comunión entre ellos mismos, desterrando las diferencias de criterio que, en parte, muestra el documental del año pasado impulsado por radio Sonar. De hecho, los músicos creen que la renovada fluidez en su trabajo se explica por la presencia de los dos productores de la pieza, Del Real y su coetáneo, Yamil Rezc.
Basualto sigue: "Ahora tenemos más opiniones y hay miradas externas que nos sirven para escoger lo que queremos. Antes sólo decidíamos nosotros y obvio que eso provoca fricciones. Pero lo más importante es que se mejoró el trato en el estudio, en la relación del grupo, y fue como volver al estilo que teníamos hace un tiempo atrás. Yo siento que aquí la batería está más protagónica que nunca".
Si de protagonismo se trata, el cantante Alvaro López volvió a escribir una composición propia, aporte intermitente ante una labor dominada por los hermanos Durán y apenas plasmado en tracks como El tiempo que se va y Quiero descansar. "Estoy con un nivel de tranquilidad general que me ha hecho soltarme más con estas cosas. Fue súper entretenido escribir este tema", asegura el vocalista en torno al tema No. Por otro lado, el nuevo sencillo formará parte de la gira que el conjunto partió la semana pasada y que en los próximos días totalizará más de una docena de fechas. Pese a que su próxima entrega ya está lista, los músicos zanjaron no adelantar otras canciones en vivo. Mauricio Durán al habla: "No queremos que las graben por celular y después aparezca una grabación de mierda en YouTube. Si tenemos algo nuevo, queremos que la gente lo escuche como nosotros deseamos que suene".