Bradley Garrett (36 años) se crió en las afueras de Los Angeles, justo en el borde del desierto de Mojave y cuando era adolecente su pasatiempo favorito era adentrarse en ese árido territorio en busca de antiguas minas e instalaciones industriales. "Acampaba ahí durante días. Me sentía atraído naturalmente a la arqueología y cuando entré a la universidad pasé muchos años recorriendo el mundo realizando investigaciones terrestres y submarinas, excavando, buceando y mapeando", cuenta a Tendencias este historiador, arqueólogo y antropólogo que trabaja en la Universidad de Sydney, Australia.
A fines de la década pasada, Garrett se fue a Gran Bretaña a completar un doctorado en geografía cultural y social en la Universidad de Londres. El investigador buscaba nuevos sujetos de estudio y en las calles inglesas descubrió una tribu que le cambió la vida: "Me di cuenta de que había una comunidad de gente que recorría rincones urbanos de la misma manera que yo lo hacía y me tuve que involucrar. Desde entonces, este tipo de exploración ha sido para mí una arqueología repleta de adrenalina, una manera distinta de acercarse a la historia y la infraestructura", dice.
El grupo con el que se afilió se llamaba London Consolidation Crew (LCC) y junto a ellos se adentró en algunos de los túneles más profundos de Londres, se fotografió en la cima del nuevo edificio The Shard y también ingresó a un antiguo y enorme búnker antinuclear bajo la ciudad de Bath. Estas aventuras convirtieron a Garrett en uno de los rostros más visibles de la exploración urbana, una práctica también conocida como urbex, espeleología urbana o hackeo urbano y que según portales especializados en viajes como IntelliTravel y Adventure Tourism Trend se convertirá durante 2017 en una de las maneras más innovadoras de conocer el mundo.
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Base aérea abandonada en Alemania.[/caption]
El urbex consiste en explorar todo tipo de estructuras fabricadas por el hombre que están abandonadas o que siguen activas pero no están abiertas al público: túneles de alcantarillas y catacumbas, fábricas, hospitales y siquiátricos en ruinas, donde se sacan fotos o se graban videos. El propio Garrett ha "hackeado" más de 500 sitios en 15 países como Polonia, México, Camboya y Estados Unidos, experiencias que describe en libros como Subterráneos globales: explorando ciudades desde adentro (2016) y Londres subterráneo: infiltrándose en la capital (2013).
Su favorito está en la ciudad donde partió su afición: "Había una grúa en una construcción al este de Londres que estuvo abandonada por unos tres o cuatro años. Me encantaba sentarme en la parte más alta en la noche, mientras escuchaba música y escribía en mi laptop y miraba como parpadeaban las luces de la ciudad. Era como estar en un penthouse público".
Las vivencias de Garrett y de otros como él han motivado el surgimiento de varios portales web que operan como foros y galerías donde se comparten datos y fotos (www.28dayslater.co.uk, www.forbidden-places.net , https://urbexsession.com y www.urbanghostsmedia.com). Uno de los más sofisticados es el perteneciente al grupo HK Urbex o Hong Kong Urban Exploration (http://hkurbex.com), cuyos miembros publican fotos de las exploraciones que realizan en antiguas fábricas de medicamentos y barracas que el ejército británico instaló en esa región china. El sitio destaca el código de conducta por el que se rigen la mayoría de estos aventureros: "No hurtar nada y dejar sólo las huellas de los zapatos".
Pasatiempo peligroso
Considerando que en muchos casos ingresar a un antiguo hospital o a un alcantarillado significa vulneración de propiedad, sitios especializados como Weburbanist.com aconsejan siempre pedir permiso a los dueños del lugar. Si no es posible encontrarlos, lo ideal es avisar a la policía o a los guardias y conseguir su autorización, para evitar problemas como los que tuvo el propio Garrett cuando se metió en las estaciones en desuso del metro de Londres en 2012. Él y sus compañeros fueron arrestados y acusados de conspirar para cometer un crimen, lo que significó que Garrett se quedó sin pasaporte y no pudo salir de Inglaterra en dos años.
El arqueólogo indica que organizar recorridos grupales con gente local es lo mejor y que nunca se debe visitar un lugar en solitario: "En los drenajes y alcantarillas, la lluvia inesperada puede generar inundaciones y ahogarse con aguas servidas debe ser una de las muertes más horribles. También te puedes electrocutar o, si visitas un edificio abandonado, te puedes caer a través de un piso o el cielo se puede desplomar".
Además recomienda siempre llevar consigo dos linternas: "Una de esas montadas en un casco o cintillo para la cabeza, para tener las manos libres. Los guantes también son una buena idea. A mí me gustan los que no tienen dedos para así poder tomar fotos con facilidad. Una buena cámara es importante, y no olvidarse del sentido común es esencial".
En portales como TripAdvisor y Lonelyplanet hay numerosas ofertas de recorridos guiados y legales de urbex en lugares tan distintos como la ciudad estadounidense de Detroit o Kiev, en Ucrania. En Argentina ya hay un grupo que opera en Facebook bajo el nombre de Exploración Urbana Buenos Aires y que realiza visitas a estaciones ferroviarias abandonadas en pueblos como Uribelarrea.
La historia de Japón se presta bastante para esta práctica y en el portal Abandonedkansai.com existe una guía para turistas que quieran realizarla –conocida allá como haikyo (ruina)- de manera legal y segura. Ahí aparecen el templo abandonado de Shuuhen, en la prefectura de Hyogo, y el Hospital Sankei, en la zona de Hokkaido y destruido parcialmente por la erupción del Monte Usu en 1977.
El autor es Florian Seidel, un alemán que vive en Osaka y que cuenta a Tendencias que cada año recorre unos 80 sitios. "El urbex es cada vez más popular debido a internet y las cámaras digitales", explica.
Tal como dice Seidel, el factor fotográfico es tan fuerte que en Instagram hay más de tres millones de imágenes bajo el hashtag #urbex. Además, estas exploraciones han despertado el apetito de grandes empresas: en octubre North Face abrió en San Francisco su primera tienda dedicada a la exploración urbana, con mochilas y ropa diseñada para esta actividad. Seidel dice que él explora porque muchos lugares abandonados "exudan una tranquilidad que es difícil de encontrar en estos tiempos frenéticos", por lo que le preocupa su masificación: "Es como nadar. Si tienes una piscina con seis carriles, es genial para seis personas. Si la comparten siete u ocho ya tienes problemas. Con 25 ya nadie puede nadar".
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Tienda de North Face dedicada a la exploración urbana.[/caption]
Descubriendo el país
En Chile, la colección de imágenes de exploración urbana más nutrida pertenece al proyecto Óxido Austral (www.oxidoaustral.com), donde la serie web Crónicas Urbex muestra visitas en la región de Santiago. Su responsable es el fotógrafo y guionista Jorge Delgado, quien dice que la práctica "aún está en pañales" por razones como el miedo a los asaltos y las exigencias físicas que demanda esta actividad: "Las reuniones que se hacen para hacer urbex suelen ser entre pequeños grupos de amigos, nada oficial porque nadie va a querer responsabilizarse de una tragedia".
Delgado recalca que lo "importante siempre es pedir permiso legal para ingresar" a los sitios, ya sea a los dueños o los guardias. Hoy prepara un libro titulado Santiago URBEX que recopilará las imágenes captadas: "Según la lista de entradas en Óxido Austral, los pabellones abandonados del hospital siquiátrico El Peral de Puente Alto son lo más popular", dice.
Exploración urbana Chile (www.facebook.com/exploracionurbanachile) es otro grupo que se dedica a esta actividad. Marcelo Burgos, su creador, señala que gracias al "boca a boca" en estos dos últimos meses el interés ha aumentado: "Estoy buscando la forma de organizar esto, para que todos podamos ejercer esta práctica de manera sana y cultural, sin salirse del marco de lo legal".
Burgos también recomienda mostrar buenas intenciones ante los guardias de los sitios y, aunque dice que el hospital El Peral es un buen lugar para empezar, "recomienda no subir más allá de la segunda planta. Debido a los últimos terremotos la inestabilidad del edificio ha aumentado bastante, pero sigue siendo un lugar para principiantes ya que, además del edificio, está el amplio patio que le rodea". También hay otros lugares sorprendentes: "Por ejemplo el monasterio del Carmen de San Rafael –en Independencia-, un edificio majestuoso y antiguo de arquitectura semigótica. El otro sitio es un antiguo molinero de harina ubicado en la periferia de Rancagua y que data de la época de La Quintrala".
Galería de urbex
La revista Condé Nast Traveler publicó los 10 lugares más populares del mundo para realizar exploración urbana de manera legal. Estos son algunos de ellos.
Frigorífico Bories (Puerto Natales, Chile): Recinto usado por la industria ganadera ovina entre 1915 y 1971. Fue declarado Monumento Histórico Nacional y en 2010 reabrió como el hotel The Singular Patagonia (https://thesingular.com). Los huéspedes pueden recorrer la sala de máquinas, que incluye calderas, talleres de herrería y una curtiduría.
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Locomotora del Frigorífico Bories, en Puerto Natales.[/caption]
Estación Central de Michigan (Detroit, Estados Unidos): Operó como un recinto ferroviario entre 1914 y 1988 y destaca por su arquitectura beaux-arts, similar a la de la estación central de Nueva York. Durante mucho tiempo estuvo resguardada tras alambres de púas, pero gracias a voluntarios de la Univeridad Wayne State su zona delantera está abierta a visitantes y fotógrafos.
Aeropuerto Tempelhof (Berlín, Alemania): Funcionó entre 1930 y 2008 y en su época de gloria fue descrito por el arquitecto británico Norman Foster como la "madre de todos los aeropuertos". Hoy su terminal, sus bunkers de la II Guerra Mundial y varias otras áreas están abiertas a tours que se realizan diariamente.
Avión C-117D (Sólheimasandur, Islandia): En noviembre de 1973, esta aeronave de la Armada de Estados Unidos aterrizó de emergencia en las arenas negras de Sólheimasandur, en la costa sur islandesa. Ya no tiene su equipamiento más valioso pero su fuselaje permanece en el lugar y el sitio, al estar sólo a dos horas de la capital Reykjavik, se ha vuelto muy popular entre exploradores urbanos.