Los 40 años son muchas cosas. Son los hijos, las terapias de pareja, los segundos matrimonios, los divorcios, los dividendos, la constatación de la ley de gravedad, los colegios, las entradas más caras a los conciertos, los viajes con hoteles de al menos cuatro estrellas y el paso de la anécdota de la genética familiar a la preocupación por la genética familiar.
Y también son los primeros signos de vejez o, más bien, el primer empeño real por retener la juventud.
Por eso es que hoy la llegada de los 40 años marca el inicio de una etapa dedicada de ahí en adelante a la salud. Es decir, a buscar en los estantes de supermercado los productos que anuncien en letras vistosas "0% de colesterol, bajo en sodio y en azúcar". A intentar dejar el cigarro, a cambiar la membresía de mensual a anual en los gimnasios y al peregrinaje por doctores y laboratorios para cumplir con el rito de los chequeos preventivos.
Hace algunas décadas, la llegada de esta edad era la llegada de la vejez. Hoy, como nunca antes, los 40 son la frontera para tomar las primeras medidas de una mejor calidad de vida. Así lo confirma también un sondeo realizado por el Centro de Estudios de Opinión Ciudadana (Ceoc) de la Universidad de Talca. La encuesta, aplicada a personas mayores de 45 años, da cuenta de que es a partir de los 40 cuando más hacemos cambios de hábitos saludables: el 22% comentó que un hábito importante que adoptó fue hacer más ejercicio, otro tanto redujo el consumo de azúcar y sal (19%) y otro 18% dejó de fumar. Y el 100% había hecho, al menos, uno de estos cambios.
La preocupación es global. En Gran Bretaña, por ejemplo, un sondeo que preguntó lo mismo encontró que "el llamado de atención" de la salud es a los 39 años, ad portas del cambio de folio.
¿Por qué a los 40? Los expertos dicen que no tiene relación con la crisis de la mediana edad. De hecho, para los británicos, la mediana edad comienza a los 53 años y para los chilenos -cuya esperanza de vida masculina ha aumentado casi siete años en dos décadas- está más lejos: el retraso de la maternidad y del matrimonio los tiene en la década de la vida en plena etapa de crianza. Por lo mismo, los cambios, más que por sentirse mucho más viejos, los hacen porque quieren (y necesitan) seguir sintiéndose jóvenes. De hecho, se sienten seis años más joven de la edad que tienen (encuesta U. Mayor) y creen que "los 40 son los nuevos 20".
Pero también quieren que esos "nuevos 20" y los años que siguen sean de la mejor calidad posible, un concepto que ha cobrado importancia en las últimas décadas. Adriana Palacios, sicóloga social de la U. del Desarrollo, dice que a los 40 años se hace una primera evaluación de la vida, pero es una pregunta distinta a la que se hacían antiguas generaciones en esa etapa: "No te preguntas cómo llegarás a los 60 o hacia dónde vas. La vejez no es el tema. Es más bien una preocupación funcional: es mantenerse como a los 30, vigente y productivo".
ADULTO JOVEN 2.0
A Karen Díaz le queda un año y un mes para cumplir 40 años y ese "cambio de folio" produjo en marzo pasado fuertes transformaciones en su rutina y en la de su familia. Un día cualquiera les dejó muy claro a sus hijos de nueve y 13 años que dos veces a la semana llegaría más tarde y que ellos se las arreglarán. Comenzó, entonces, la rutina de gimnasio, máquina y trote (según la encuesta Ceoc, la edad promedio en que las personas dejan atrás una vida más sedentaria es a los 38 años, y el 45% de los encuestados reconoció que comenzó con ejercicios al menos tres veces por semana; 33% eligió la bicicleta).
El ejercicio es una de las motivaciones más marcadas. Pareciera que al practicar algún deporte, las personas sienten que todavía son jóvenes. En esos términos, la doctora Claudia Bambs, cardióloga del Programa Libérate del Tabaco de Red Salud UC, explica que alrededor de los 44 años, una de las motivaciones más importantes de los hombres para dejar de fumar es mejorar su capacidad física para retomar algún deporte de juventud.
Karen no quería llegar a los 40 en el estado físico en el que estaba. "Puedes aparentar 40 años, pero uno se siente con energía. Es una necesidad hacer cosas porque tienes que ir acorde a lo que sientes. Es querer y permanecer joven, sentirse y verse bien", dice.
Adriana Palacios explica que esta idea de "permanecer joven" da cuenta del cambio generacional. Antes una persona de 40 ya tenía su vida hecha: hijos grandes y casi 15 años en la misma empresa. En cambio, el cuarentón actual está dedicado a su familia: pasa la mayoría de su tiempo libre con ellos y se queja de tener poco tiempo. Tiene en promedio 2,3 hijos y un gasto mensual por hogar de 902 mil pesos.
Palacios explica que en los 40 se está en plena edad productiva y que el cambiar hábitos está enfocado a combatir ciertos temores. "Les queda mucha etapa productiva, pero ya no tienen 30 y empiezan a competir con ellos. Hay una preocupación por mantener esa imagen de exitoso y productivo que se tiene entre los 30 y 40 y para eso hay que mejorar la salud", dice.
Además, está la presión de mantenerse joven porque queda mucho tiempo de crianza debido al retraso de la maternidad y paternidad. Precisamente, Denisse Montt, sicóloga de Clínica Alemana, dice que el motivo que más repiten los padres para someterse a cirugías bariátricas (intervenciones quirúrgicas para bajar de peso) tiene que ver con estar bien y sano para cubrir las necesidades de los hijos que recién nacieron o de los más pequeños.
"A los 42 años decidí tomar mi estado de salud más en serio. Tengo hijos que van desde los 20 a los 10 años... Hay que cuidarse para cuidarlos. Me queda mucho tiempo de crianza", dice Pedro Olea (46), quien mejoró su alimentación dejando atrás las grasas.
Justamente, 42 es la edad promedio en que la gente empieza a alimentarse mejor. Según la encuesta, lo primero que hacen es comer menos grasas y frituras (53%) y comer más frutas y verduras (36%).
CALIDAD DE VIDA
En Clínica Indisa atienden a individuos entre 35 a 45 años; en Clínica Las Condes,el promedio es de 45. Y en la Clínica Santa María y Red Salud UC, 40: definitivamente, el público objetivo de la medicina preventiva es este grupo etario.
Pedro Peña, jefe del equipo de enfermedades respiratorias de la Clínica Santa María, dice que antes el público objetivo era entre cinco y 10 años mayor. Como hipótesis, cree que este adelanto de edad puede influir en que las personas cada vez están más preocupadas de su calidad de vida y bienestar.
Un concepto al que, tal como la medicina preventiva, tampoco se le daba tanta importancia antes.
Gonzalo Tapia, sociólogo y socio director de Ekhos, dice que hace unas décadas la vida era un destino: "Se vivía y se moría". Antes era vivir, pero ahora, explica, es vivir bien. "La calidad de vida tiene una lógica más personal, con más opciones y es un tema de sociedad. Mis actos pasados y presentes repercuten en el futuro hacia mi vejez. Eso lo tenemos muy incorporado".
Palacios explica que el concepto "calidad de vida" se hizo popular alrededor de los 90 y los años posteriores, cuando los organismos internacionales empezaron a medir con aspectos objetivos y subjetivos la calidad de vida, el bienestar y satisfacción. Y llegamos a tal punto, que hoy a nivel global, la gente les pone nota a estos conceptos (En el informe How´s Life que publicó la Ocde esta semana, los chilenos le ponían 6,5 -en una escala de 1 a 10- a su satisfacción con la vida).
Palacios agrega que ahora cuantificamos y nos preguntamos qué hacer para mejorar nuestra calidad de vida, no sólo porque el concepto se ha instalado, sino porque también, como vivimos más años, la preocupación se instala antes. Y es a esta edad en que podemos comenzar a plantearnos esta idea. "Ya que sabemos que nos queda mucho tiempo por vivir, por lo menos la otra mitad, queremos que esa cantidad esté acompañada de calidad", dice.
En esos términos, es que también surge con fuerza la idea de hacer algo contra el estrés. De acuerdo a los resultados de la encuesta de la U. de Talca, siete de cada 10 se ha sentido estresado y 65% hizo algo para desestresarse a partir de los 41 años. Desde la búsqueda de hobbie para distraerse (40%), hasta organizar mejor el trabajo (29%) o trabajar menos horas (23%). A esa edad se toma conciencia que, incluso si es necesario, hay que cambiarse de trabajo (19%)
"Antes se privilegiaba el trabajo y no tanto el goce personal. La calidad de vida no importaba como ahora. No se privilegiaba la vida personal y el descanso. Cuando era niño veía al papá como una persona mayor, jamás se habría puesto un short a los 40. Yo a los 48 años me siento físicamente bien y en buen estado, con energía, distinto a como veía uno a sus padres a esta edad", dice José Francisco Silva, quien a los 40 años comenzó a hacer deporte hasta retomar la experiencia de juventud de mountain bike. Hoy recorre rutas de más de 85 kilómetros y lleva casi ocho años practicándolo.
LA VERDADERA MOTIVACION
El 35% declara que el cambio de hábito no lo realizó antes porque le faltaba voluntad. Sin embargo, la voluntad no aparece por arte de magia a los 40. Yael Lehmann, sicóloga del Departamento de Nutrición de Clínica Las Condes, explica que más que falta de voluntad, durante mucho tiempo estamos en lo que se denomina un estado de contemplación. "Todos entendemos que fumar es malo, que se debería dejar, pero de ahí a actuar hay una brecha. Eso es el estado de contemplación, quedarse en el pensamiento", dice. Y explica que cuando aparece un "incentivo" salimos de ese estado de contemplación y pasamos a la acción.
¿Cuál, entonces, es el incentivo para el chileno promedio? El 22% contestó en la encuesta de Ceoc que la principal razón para realizar cambios fue un problema de salud menor que lo alertó y 15% dijo que los resultados de exámenes o diagnóstico de una enfermedad lo motivaron, siendo dos de las tres razones principales que generan el cambio definitivo.
Pilar Fagalde, nutrióloga de Clínica Indisa, comenta que la causa para cambiar la alimentación es que tienen deterioro en algunos indicadores, como glicemia alta, colesterol alto o dolor en las rodillas. "Más que una intención preventiva, el cambio es porque empiezan a darse algunas enfermedades asociadas".
Incluso estos exámenes hacen efecto en personas adictas a la nicotina durante décadas. Felipe Rivera, jefe del Departamento Respiratorio de Clínica Dávila, lo ha visto muchas veces. Dice que sobre todo el hombre que fuma se convence de dejarlo cuando aparece algún síntoma o la alteración de algún examen, ya sea pulmonar o extrapulmonar.
Eso le pasó a Jaime Vargas (49). La primera vez que intentó dejar de fumar fue a los 42 años y había empezado a los 15. Fue un regalo del día de la madre que le quiso hacer a su mujer y sus cuatro hijos. Sin embargo, después de un mes, recayó porque la angustia era grande.
Su cambio radical fue el año pasado cuando un chequeo preventivo arrojó que tenía un pequeño indicio de efisema. Aunque fuera mínimo, ese diagnóstico le bastó. "Me imaginé con un tubo de oxígeno y ahí entré al programa de la Clínica Alemana (Programa A Todo Pulmón). Dejé el 18 de marzo de 2012 a la medianoche. Mi señora me pedía que dejara el cigarro desde que pololeábamos, pero lo que me decidió fue este diagnóstico que me llevó a pensar que no iba a poder estar con mis hijos y jugar con mis nietos. Es importante para los niños que vean cuánto le costó al papá y que por fin les pude cumplir la promesa", dice.
Con respecto al tabaco, en el programa de Clínica Las Condes "No Fumo Más", la salud de los hijos es una razón de peso de las mujeres para dejar el cigarro y para los hombres la presión familiar, ya sea por el embarazo de su mujer o la presión de hijos y nietos es clave. Pero también lo es que un amigo o familiar haya tenido una enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Sea cuál sea la razón para el cambio, al parecer perdura en el tiempo. Al menos, los encuestados del sondeo de Ceoc dicen que ya es parte de su hábito diario. Por ejemplo, seis de cada 10 dejaron de fumar definitivamente, 74% sigue con una mejor alimentación y 54% de quienes comenzaron a hacer más ejercicio lo mantuvieron.
Eso sí, un cambio a esta edad, aunque se es joven, no es fácil. Lehmann dice que hacerlo es un doble logro: porque un hábito siempre está asociado a otro hábito secundario que también hay que cambiar y que, cuanto más tiempo pase, más difícil es. Más fácil sería cambiarlos a los 30, dice. Sin embargo, a esa edad el 21% de los encuestados dice que se es joven y no se tiene conciencia para cambiar un mal hábito. Para eso, hay que llegar a los 40.