Héctor Tapia fue tajante con los tres cupos con los que podía reforzar al equipo para este torneo. No quería un plan B, sino exactamente a los jugadores que exigió. Y los dirigentes cumplieron sumando a Julio Barroso, Jaime Valdés y Esteban Paredes, que se sumaron a Justo Villar y Emiliano Vecchio para ser los pilares de la campaña que le dio a Colo Colo la estrella número 30.

El

arquero paraguayo

subió aún más su nivel y en varios partidos en los que los albos sufrieron, como contra Unión Española por ejemplo, fue clave para el triunfo.

Pero además, la incorporación de

Julio Barroso

le dio seguridad a la zona más cuestionada del anterior período. El central argentino ayudó a que la defensa subiera su nivel.

En el mediocampo, Colo Colo sumó a un refuerzo con 13 años en Italia. Jaime Valdés cumplió un sueño al llegar al Cacique y se convirtió en factor clave del esquema. Así, en los duelos en los que bajó su nivel o fue bien marcado, el cuadro de Tapia tuvo más problemas.

Con

Valdés

en el equipo,

Vecchio

tuvo más libertad y un buen socio. Superando sus "pataletas" por ser reemplazado, se convirtió en el conductor necesitaba.

Y en ataque, Paredes regresó a Colo Colo para ser el goleador del equipo y luchar por ser el máximo artillero del torneo. Además, aportó seguridad a sus compañeros desde el primer día, cuando pidió jugar con el número 30.

Estos cinco jugadores le dieron al equipo la jerarquía que los albos necesitaban para atrapar la copa.