Amediados de los 90, el peor período en la historia de asistencia a salas en el país, el chileno promedio iba una vez cada dos años al cine (o "media vez" al año, si se quiere). Casi dos décadas más tarde, el panorama pinta ostensiblemente mejor.

De acuerdo con el último informe de la Cámara de Exhibidores de Multisalas (Caem),  hoy se cuentan 2,1 asistencias anuales. Más de cuatro veces lo que en 1995 y algo, más del doble de lo registrado en 2006. En otras palabras, si hace ocho años se cortaron 10 millones 524 mil boletos, el año pasado la asistencia global fue de 21 millones 200 mil espectadores, récord histórico desde que las multisalas desplazaron a las grandes salas individuales.

Todos estos datos nacen del informe de la Caem, organismo que, a su vez, se vale de los estudios de la  empresa estadounidense Rentrak Corporation. Hay que hacer la salvedad, en cualquier caso, de que en estas estadísticas no se incluyen los circuitos de cine arte.

Entretenimiento de precio inferior a alternativas como el teatro o la música, el cine ha tenido, sin embargo, la competencia creciente de la televisión y los medios digitales. Aún así y alejándose de los sombríos años 90, en Chile se observa un crecimiento progresivo.

AUN EN CRECIMIENTO

La tasa puede impresionar, pero aún no contenta a los exhibidores: "Estamos frente a un mercado que aún no llega a su etapa de madurez y habría espacio para seguir creciendo", se dice en el informe. Tales aseveraciones tienen sentido si se toma en cuenta que Chile está bajo países vecinos a la hora de ver cuántos boletos se cortan. Por ejemplo, en Perú, el ritmo de crecimiento de público se ha mantenido en 12% anual durante 12 años, de acuerdo con mediciones de la cadena Cineplanet. El año pasado, las salas peruanas recibieron 31 millones de espectadores y se esperan 35 millones para 2014.

Otro dato significativo es la desproporción entre el público de Santiago y el de provincias. Por más que se construyan multisalas fuera de la capital, no aumenta el gusto por ver una obra en pantalla grande al mismo ritmo que en la Región Metropolitana. "Si el público que va a salas fuera proporcional a los multicines que se construyen en todo Chile, debería doblarse la tasa, pero en regiones se ve menos cine que en Santiago", afirma Alejandro Caloguerea, gerente de la Cámara de Exhibidores.

Para Hernán Viviano, gerente general de 20th Century Fox y Warner Bros, y presidente de la Cámara de Distribuidores Cinematográficos (Cadic), hay un dato particularmente interesante en la asistencia a salas en Chile: no sólo los blockbusters están creciendo. Por ejemplo, una película "de arte", como El Gran Hotel Budapest, cosechó 70 mil espectadores, más que todas las anteriores de Wes Anderson juntas en Chile. Y remata, yendo al cuadro general, que "si el crecimiento de la industria sigue  tan sostenido, se debiese alcanzar la tasa de frecuencia al cine de México en los próximos cinco a siete años". En ese país, la tasa es de 2,5 visitas al año por habitante: en 2013, las boleterías mexicanas contaron 257 millones de espectadores, 30 de ellos para cine local.

En cuanto al género, en Chile los filmes de "entretenimiento" (acción y animación) tuvieron en 2013 el 42,7% de los estrenos y sumaron el 78% de asistencia.

¿PROTECCION EN PANTALLA?

De acuerdo con esta medición, los estrenos de Hollywood representan el 64 por ciento de la oferta, frente al 14, 6% que significa el cine chileno, en un segundo lugar. A la hora de ver películas, sin embargo, Hollywood arrasa: el 85,5 por ciento del público prefiere cintas de EE.UU. y sólo el 8,4% apuesta a los filmes locales. ¿Qué hacer entonces? Para algunos, la respuesta es obligar por ley a exhibir una cantidad mínima de cintas vernáculas en salas durante un período de tiempo específico. Es lo que se denomina Ley de Cuota de  Pantalla.

lmplementado por primera vez en 1927 en Gran Bretaña, el sistema de cuotas de pantalla tiene adherentes latinoamericanos férreos como Argentina y Brasil. Pero la idea tiene defensores y detractores.

Algunos estiman que la fortaleza del cine coreano reside en tener una de las leyes más fuertes del mundo, que fija en 73 días el mínimo en salas para una cinta local. En Corea del Sur, más de la mitad de la población ve películas facturadas en casa. Sólo después viene Hollywood.

Sin embargo, en Argentina, el sistema no funciona de acuerdo con lo previsto: antes de que se estableciera la ley en el 2004, el porcentaje de asistencia a cintas locales bordeaba el 15 por ciento. Después de la ley, se ha estancado en 10%.

EL CONTEXTO HISTORICO

A pesar de la explosión de los multicines desde principios del siglo XXI, el cine en cuanto entretenimiento masivo está lejos de alcanzar hoy, en Chile y el mundo, la relevancia de los buenos viejos tiempos. "Basta sólo este dato: actualmente hay 75 mil butacas entre todos los cines de Chile, y en el año 1967 existían 360 mil", dice Caloguerea. En aquel mismo año se registró la asistencia más alta en el último medio siglo: nada menos que 75 millones de entradas.

Tampoco el cine estadounidense dominó siempre la taquilla con tanta claridad. "Gracias a políticas de apoyo estatal, México y Argentina lanzaron una ofensiva en América Latina desde mediados de los años 30. Coparon un espacio importante, llevando a Hollywood a disminuir su presencia en la cartelera pasando de un 90 por ciento a inicios de los años 20, a un 70 por ciento a fines de los 30 y comienzos de los 40. El cine latinoamericano copó el 30 por ciento  restante. Lo logró con un cine sonoro atractivo entre la población analfabeta. A esto le agregaron las constantes giras de sus actores por el mundo", dice el profesor del Instituto de Historia UC Fernando Purcell. El autor de Hollywood y su impacto en Chile hace alusión de esta manera a las cintas protagonizadas por estrellas de la canción, como Jorge Negrete, Carlos Gardel y Pedro Infante.

Lejos de esa época de oro del cine latinoamericano, la oferta de los países vecinos en Chile es más bien pobre, con apenas un 3,9 por ciento de estrenos, bajo la europea, que es de 13,5. Aún así, no todo brilla en los muchos debuts locales (14,5 %), varios tienen un público pírrico: las cintas chilenas con menos de 10 mil espectadores llegaron a un 74% en 2013. Considerando que para 2014 se prevé que el número de filmes  locales en multisalas pase de 26 a 40, no es descartable que el porcentaje llegue a ser aún mayor.

En este sentido, el productor Juan de Dios Larraín (No) asume que es difícil marquetear cada vez más títulos locales. Plantea que hay un desafío doble: "Ir al encuentro de la audiencia de las salas de cine y al mismo tiempo, crear una nueva audiencia". Mientras, la oferta no deja de diversificarse y el cine sigue sin oxidarse, siempre en el primer lugar de atención.