El 12 de febrero pasado, tres personas murieron en Caracas durante los enfrentamientos que siguieron a la protesta pacífica convocada por estudiantes y opositores al gobierno del Presidente Nicolás Maduro. Dos eran estudiantes; el tercero era el chavista Juan Montoya.
Qué hacían ese día partidarios de la revolución bolivariana en manifestaciones del bando contrario es una de las preguntas que se hacen algunos medios venezolanos. Para los detractores de Maduro, que Montoya haya sido miembro del colectivo José Leonardo Pirela confirma la teoría de que la violencia surgida durante las últimas protestas estudiantiles y antigubernamentales ha sido instigada por infiltrados chavistas. El oficialismo, en tanto, acusa a la oposición de estar gestando el derrocamiento de Maduro con el apoyo de Estados Unidos y el ex Presidente colombiano Alvaro Uribe.
Aunque el gobernante venezolano ha reiterado que no acepta "grupos violentos en el campo del chavismo y la revolución", y ha amenazado con castigarlos, este miércoles los defendió y dijo no aceptar "la campaña de demonización de los colectivos". Tal como ahora, en el pasado estos grupos armados han sido identificados como una rama informal del oficialismo, dado que vieron la luz durante los primeros años de gobierno del fallecido Presidente Hugo Chávez. Su objetivo era hacer cumplir los programas gubernamentales. En esa línea, junto con ejecutar proyectos de mejoras comunitarias, estos colectivos también actúan como vigilantes, intimidando a sus oponentes políticos tras haberse autoproclamado "guardianes" de la revolución chavista. La agencia británica Reuters sostiene que también son parte de la "maquinaria" electoral oficialista, siendo una de sus principales tareas movilizar a votantes en jornadas claves.
En algunas zonas populares incluso serían reconocidos como casi la única autoridad. El diario El Nuevo Herald asegura que en zonas de los barrios caraqueños 23 de Enero, Catia y Petare, "la policía no puede ingresar sin la autorización de colectivos como La Piedrita, Montaraz, Simón Bolívar, Los Tupamaros y Alexis Vive". El ex asesor de Chávez Anthony Daquin dijo a ese medio que se trata, en esencia, de grupos paramilitares, cuyos líderes "han pasado por un proceso de formación ideológica socialista y han viajado a Cuba, donde se les ha preparado en áreas que van desde el combate cuerpo a cuerpo hasta combate armado".
En cuanto al financiamiento, Darquin dice que el dinero fluye desde el Ejecutivo disfrazado de ayuda, "pero también de alcaldías bajo control del régimen e incluso de la propia PDVSA (la empresa estatal petrolera). Los colectivos también recibirían directamente armas y vehículos, incluidas las famosas motos en las que a algunos de sus miembros se les ha visto transitar en las manifestaciones disparando a diestra y siniestra.
Según Reuters, estos grupos se han diseminado por todo el país y, probablemente, su número de integrantes sea sólo de unos pocos miles.
"El riesgo de una escalada de las protestas se incrementará si las próximas manifestaciones dan lugar a nuevas acciones violentas contra los disidentes y, sobre todo, si el gobierno es incapaz de controlar las tácticas de intimidación utilizadas por colectivos", advirtió hace unos días al diario británico The Guardian Diego Campos-Moya, de la consultora IHS Country Risk.