Cuando a la mayoría de los 213 mil habitantes de Arica le faltan horas para despertar, Horacio Andrade (61) y sus dos ayudantes se adentran al mar en su lancha "Enemigo Público". Lleva más de 50 años como pescador artesanal y buzo mariscador. "He pasado mi vida en el mar, donde he visto de todo", dice con orgullo. Por eso, a Andrade no le sorprendió el avistamiento de delfines que realizaron las autoridades locales durante un recorrido por las aguas de la región con el objetivo de recopilar datos para un libro que describa la biodiversidad de la zona.

"Se nos acercan cuando vamos a pescar. Ellos (los delfines) van en busca de la anchoveta para alimentarse. Hemos visto filas de 10 o 20 juntos. Se dejan ver como a las 10 de la mañana, cuando no hay tanto viento. Antes salían de vez cuando, ahora aparecen más seguido", cuenta Andrade.

Se trata del ejemplar con nariz de botella (Tursiops truncatus), uno de los tipos más conocidos de la especie. Sus acrobáticos saltos y la facilidad para socializar con los humanos los han hecho populares, con roles protagónicos en películas y siendo el principal atractivo de parques acuáticos y centros turísticos en el mundo.

"Es una especie muy conspicua, cosmopolita y de hábitos gregarios, lo que implica que para los usuarios del mar es muy conocida, siendo muchas veces acompañante de pescadores", explica la bióloga marina de la U. de Tarapacá Viviana Varas.

Los cetáceos hace décadas que habitan en el borde costero de la región, principalmente en la zona de Caleta Camarones. Sin embargo, su presencia es poco conocida por la población. "Un chileno no tiene que viajar a Miami para conocer de cerca a estos delfines. Le basta con visitar el extremo norte de su país", comenta el seremi de Medio Ambiente de Arica y Parinacota, Renato Briceño, quien avistó los mamíferos marinos junto a personal de la Armada y el SAG.

"Es justamente el desconocimiento de los habitantes de la zona lo que nos motivó a recorrer el borde costero. El objetivo es obtener material gráfico e información que serán publicados en un texto pedagógico para que la comunidad no sólo conozca la biodiversidad de la región, sino que también sepa cómo protegerla", agrega Briceño.

Según el Centro de Conservación Cetácea, otros lugares de Chile donde existen colonias son los cercanos a islas, como el archipiélago Juan Fernández, Sala y Gómez, Rapa Nui, isla Chañaral y Choros. De todos modos, se desconoce la población exacta de estos mamíferos en el país, pero en todo el Pacífico tropical es cercana a los 600 mil ejemplares.

Los delfines aparecen a unas 60 millas de la orilla, por lo que pueden ser vistos incluso desde la playa. Esta condición la hace apropiada para explotar turísticamente la presencia de los cetáceos.

"Tenemos un privilegio exclusivo de biodiversidad, por lo que cabe preguntarse si hay potencial de turismo ecológico, con resguardo del medioambiente. Sin embargo, primero hay que levantar información científica para validar una intervención de recursos públicos en ese ítem", opina Briceño. Los pescadores artesanales de la zona también ven un nicho turístico, pero con cautela. "Hay que organizarlo bien, porque pueden pasar días sin que aparezcan", comenta Andrade.

Los nariz de botella encontraron su hábitat ideal en el borde costero ariqueño, pero hay un factor externo que los pone en peligro: la pesca industrial.

"La zona norte de Chile se caracteriza por una intensa pesquería pelágica, anchovetera principalmente. Las embarcaciones atraen a  estas colonias y las redes son uno de sus principales enemigos", detalla la experta de la U. de Tarapacá. "Los delfines al entrar a las redes se desorientan, a diferencia de los lobos, que tienen mayores habilidades para escapar. Una red dificulta la salida de los cetáceos, quienes pueden perder la vida", añade.