"El desafío es romper con un sistema que no supo responder a los problemas de Francia desde hace más de 30 años. El desafío es abrir una nueva página en la historia política". La noche del 23 de abril, al triunfar en la primera vuelta, esa era la principal preocupación que Emmanuel Macron manifestaba a sus adherentes de cara al balotaje.
Pero ahora que finalmente se impuso a Marine Le Pen, los desafíos para el ex ministro de Economía del Presidente François Hollande parecen ser más concretos y cercanos. Convencer a los franceses de que él no fue el "mal menor", romper con su imagen de banquero carente de contacto con la gente y la necesidad de obtener una representación parlamentaria suficiente para gobernar se constituyen, a juicio de los analistas, en las prioridades para el político centrista tras su desembarco en el Palacio del Elíseo.
"Ni de izquierda ni de derecha" a Macron se le ha calificado de "ovni político" en Francia. O más bien como "un objeto político no identificado", "un invento que nunca antes se había visto en nuestra clase política", como lo describió Pascal Perrineau, profesor de Ciencias Políticas en Sciences Po de París, en declaraciones al The New York Times. Por ello, el diario estadounidense considera que el "primer reto" del líder de ¡En Marcha! "será vender un producto desconocido para la mayoría de los electores: él".
Macron también deberá demostrar que su triunfo fue más que solo el resultado de un electorado "oprimido" que votó más contra Le Pen, que en apoyo a él, como dijo a CNN Dominic Thomas, profesor de Estudios Franceses y Francófonos en la UCLA. "Es un voto de castigo polifacético, pero no un movimiento entusiasmante en sí mismo", condena el reputado sociólogo Alain Touraine, desde un escepticismo que atribuye a Macron un papel de "mal menor", no ya como remedio a la pujanza del Frente Nacional, sino como alternativa a la endogamia del Partido Socialista, según consigna el diario español El País.
Además de la tarea de romper con el estigma de ser el "heredero" de Hollande, como le cuelgan sus críticos, Macron deberá asumir el desafío de romper con la imagen que Le Pen buscó construir en torno a él como alguien que forma parte de la elite política y financiera, del establishment y sin contacto con el público. "Esa imagen suya como banquero lo retrata como desconectado de la realidad y alimenta la idea de que él no entiende los llamados de la gente normal", comentó a CNN Emmanuelle Schön-Quinlivan, profesor de Política Europea en el University College de Cork.
A partir de ahora, el reto más próximo para Macron lo representan las elecciones legislativas del 11 y el 18 de junio próximo. El líder de ¡En Marcha! necesita una sólida base parlamentaria, algo nada fácil si se considera que su partido vio la luz recién en abril de 2016. Pero Macron dice no tener miedo a enfrentarse a un Ejecutivo sin mayoría parlamentaria. "Estoy convencido de que los franceses son coherentes. Si eligen mi proyecto el 7 de mayo, me darán una mayoría para aplicarlo seis semanas más tarde", dijo en una entrevista concedida a EFE dos días antes de la primera vuelta.
Con todo, Touraine es pesimista. "La victoria de Macron conducirá a Francia a una suerte de colapso institucional, precisamente porque va a producirse un cortocircuito entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, de manera que Macron no será sino un Presidente de transición. O un placebo momentáneo para atajar el peligro que representa el proyecto radical de Le Pen", dijo.