Osvaldo Correa Sepúlveda (43) habla con voz baja y frases cortas. Mide cada palabra, consciente de la responsabilidad que recayó en él y de lo que está en juego, mientras busca deshacer la tensión en cada calada que pega a los cigarrillos que va quemando, casi de manera automática. El miércoles pasado, Alejandro Guillier lo ratificó como coordinador político del comando, a contrapelo de los partidos que lo respaldan, quienes pedían de generalísimo de la campaña a alguna de las viejas figuras de la Nueva Mayoría. El abanderado apostó por dejar al mando a un joven dirigente radical que, por primera vez, asume tareas de primera línea. "Para los efectos de la campaña, el que toma las decisiones es Correa", dijo Guillier, al presentar esta semana la reestructuración del equipo de trabajo.
"Es un amigo de mucho tiempo, además de una persona en la que tengo plena confianza", añadió el candidato. Correa, quien es también secretario general del Partido Radical, aclara que se conocen desde hace cuatro o cinco años y que la relación se ha intensificado en el último tiempo, especialmente desde la campaña municipal del año pasado.
¿Qué señal quiso dar Guillier al empoderarlo como generalísimo de su campaña?
Hay un voto de confianza respecto de quienes hemos mantenido una línea de lealtad, de trabajo constante y muy comprometido con el candidato. Al final, hay un reconocimiento de la necesidad de trabajar con los partidos, yo soy un hombre de partido, entré a militar a los 18 años. Pero también se buscó fortalecer las confianzas respecto de la forma de trabajar.
¿En cuántas elecciones ha participado?
En una sola, cuando fui como candidato a concejal por Puente Alto en las municipales de 2008. No me fue bien (obtuvo 1.720 votos, el 1,63% de los sufragios de la comuna).
¿Y experiencia en campañas políticas?
Mucha. Afortunadamente, experiencia en campaña tengo. Fui el coordinador territorial de la campaña de Michelle Bachelet por el Partido Radical; antes había sido el encargado territorial de la campaña presidencial de José Antonio Gómez, de ahí pasé al comando de Bachelet, donde formamos un equipo con Pablo Badenier y Andrés Santander.
¿Se cumplió la exigencia de los partidos de profesionalizar la campaña?
Aquí hubo un acto de generosidad y confianza entre el candidato y los partidos políticos. El candidato entendió que en la primera etapa servía una estructura horizontal, sin jerarquías definidas que establecieran órdenes y métodos. Pero en esta etapa, eso se hace absolutamente imprescindible y es en ese contexto que él me honra con esta designación como coordinador jefe, o generalísimo, o jefe de la campaña. Hoy se me traspasa una responsabilidad mayor, que me obliga a establecer una mecánica de trabajo muy distinta a la que utilizamos durante la etapa de recolección de firmas. Hoy empezamos una fase donde tenemos que ordenar la campaña y definir claramente el ámbito de competencia de cada una de las coordinaciones, generar la sana sinergia que debe existir entre cada una de las áreas y reforzar especialmente dos grandes desafíos: el manejo comunicacional y el trabajo de despliegue territorial.
El presidente de la Cámara de Diputados, Fidel Espinoza, ironizó con el hecho de que Guillier había sumado a personas que no habían ganado ninguna elección. ¿Qué responde a quienes han criticado la falta de experiencia del comando?
El objetivo de esta etapa de la campaña es volcarse a la calle, ir a transmitir el mensaje del candidato, invitar a creer en esta candidatura, por lo que uno esperaría que la energía que se utiliza en hacer comentarios o críticas respecto de las decisiones del candidato fuera destinada a trabajar por la campaña. Nosotros siempre vamos a estar abiertos a la crítica cuando es constructiva, pero, obviamente, nos encantaría que todos nos volcáramos en esta etapa a trabajar en un marco de unidad, detrás de un objetivo común que es derrotar a la derecha.
¿Cuánto daño le ha hecho a la candidatura de Guillier el estar sometida al "fuego amigo"?
Ciertamente, el fuego amigo no contribuye, al revés. Uno esperaría un acto de generosidad en ese sentido. Eso no tiene que ver con la lealtad, porque la lealtad consiste en decir las cosas como corresponde. Nosotros hemos sido los primeros autocríticos de la marcha de la campaña, ninguna campaña es perfecta, siempre es perfectible, y hemos estado dispuestos a recibir críticas, pero esperaría que se dieran en privado, jamás por la prensa.
Hace meses, el candidato y el comando vienen criticando el fuego amigo...
Desafortunadamente, hemos caído en esas situaciones porque ha faltado generosidad política. Yo esperaría que existiera, y se entendiera que estamos detrás de un proyecto colectivo, en el que no sobra nadie, por el contrario, aquí somos todos muy necesarios. El objetivo es uno solo: ser capaces de vencer en las próximas presidenciales y parlamentarias, y evitar que la derecha vuelva al gobierno por el enorme retroceso que eso significa para Chile.
Bachelet dejó el comando en manos Rodrigo Peñailillo, quien fue uno de sus colaboradores más estrechos. ¿Qué tan cercana es su relación con Guillier?
Es una relación recíproca de mucha confianza, de mucha sinceridad y lealtad. Más que hablar de cuán cercano puedo ser a Guillier, lo que me corresponde es agradecer este tremendo gesto que él ha tenido para conmigo, particularmente, porque el senador está haciendo una apuesta nueva. Habemos quienes desde muy jóvenes hemos participado en política, no necesariamente en puestos de primera línea, pero sí hemos participado activamente cumpliendo distintos roles intermedios. Guillier ha querido dejar muy patente la necesidad de dar tiraje a la chimenea.
¿Es el momento del recambio generacional en política? Es sintomático que en estas elecciones también podría producirse la mayor renovación en décadas dentro del Congreso...
Eso no se decreta, son procesos sociales. No creo que estemos viviendo un proceso en el que una generación se coma a otra, aquí más bien, y es lo que ha querido hacer nuestro candidato, es formar un equipo diverso etariamente. Hay personas con mucha experiencia, pero también se han hecho apuestas con gente nueva. El candidato quiere instalar una nueva forma de hacer política, donde se da espacio para que nuevas generaciones irrumpan, asuman liderazgo y protagonismo, pero también cuidado liderazgos de larga experiencia.
¿Su labor será la articulación política?
Mi responsabilidad es ser el coordinador y articulador de la campaña, tanto con los partidos, con el mundo independiente, como con las estructuras que el candidato ha designado dentro de su comando. Pero esta campaña tiene particularidades muy especiales. El candidato es independiente. Por lo que estamos todos en un proceso de aprendizaje que implica generosidad a la hora de poder trabajar y generar dinámicas que otrora no se dieron. No hay que olvidar que estamos frente a un hecho histórico, por primera vez un candidato independiente va apoyado por partidos progresistas, por la centroizquierda chilena.
¿Por qué al mundo político le ha costado adaptarse a ese estilo?
Aquí hay dos principios rectores: generosidad y confianza, y debe ser recíproco. Estamos en un proceso de aprendizaje.
Guillier debe ser de los pocos candidatos que, antes de empezar la campaña formal, ya están peleados con sus partidos. ¿A qué se debe eso, a las dudas de un eventual triunfo?
Te garantizo que la mayoría de la gente de nuestro sector está convencida de que Guillier es el mejor candidato de la centroizquierda y que es el único capaz de derrotar a la derecha. Atribuyo esas críticas a la falta de generosidad de algunos, que pretenden sacar ventajas.
¿Cómo es su relación con los partidos?
Tengo excelente relación con los partidos, en especial con los de nuestra coalición, sin excepción. Soy de los que sostienen que este es un proceso que no termina en la primera vuelta. Este proceso va a continuar hacia la segunda vuelta, y así como la Concertación tuvo la capacidad de, independiente de sus diferencias, sacar adelante sus acuerdos, ésta no va a ser la excepción.
¿Cuál es su opinión de la Concertación?
Tengo una opinión muy positiva de lo que fue la Concertación. En 20 años fuimos capaces de avanzar de manera muy sustantiva como país. Ciertamente, hubo aspectos que faltó reforzar, pero no hay duda de que los gobiernos de la Concertación fueron un gran aporte. Se trató de una coalición que fue tremendamente exitosa, donde éramos capaces de convivir y en donde, pese a nuestras diferencias, éramos capaces de priorizar nuestros puntos de encuentro, dando la gobernabilidad que el país necesitaba.
¿No tiene conflicto en valorar lo que fue la antigua Concertación?
Ninguno. Desconocerla y no valorarla sería una irresponsabilidad enorme, por el contrario, me siento orgulloso de haber sido parte. A partir de eso están los pilares sobre los cuales podemos hoy avanzar. Nada de lo que se ha hecho ahora habría sido posible si no hubiéramos tenido los avances que tuvimos durante los gobiernos de la Concertación. Hubo muchos aspectos en deuda, sin duda, pero este es un proceso que tiene que avanzar. Por eso nos interesa tanto fortalecer la candidatura de Guillier, porque él representa esta lógica de avanzar al país que anhelamos.
No es un misterio que a un sector del oficialismo le gustaría volver a la antigua Concertación y a otro que le gustaría avanzar más hacia la izquierda. ¿Esa tensión está generando problemas en la candidatura?
Sin duda, tenemos diferencias y matices dentro de la coalición. Eso no podemos negarlo. Pero también hay mucho de conflicto artificial en todo eso. Nadie puede negar los avances sustantivos que hemos tenido en el gobierno de Bachelet. Es relevante seguir con los cambios, mejorando aquellos aspectos que se deben mejorar, pero no retroceder.
Como generalísimo, ¿cuáles serán las primeras decisiones que tomará?
Fortalecer el área comunicacional. Tenemos que ser capaces de llegar a la gente con las ideas que ha impulsado nuestro candidato. Qué la ciudadanía entienda por qué tiene que votar por Alejandro Guillier y no por otro. En ese contexto, estamos articulando un equipo bastante sólido. Por otra parte, el despliegue territorial es clave. Es vital que así como vamos a tener una estructura territorial que estará a cargo de los partidos, de los parlamentarios y candidatos a core, también haya una estructura de trabajo hacia el mundo independiente, otra hacia los jóvenes, una estructura de trabajo hacia las comunas a cargo de los alcaldes y concejales. El principal desafío es precisamente coordinar y ordenar ese despliegue.
Las encuestas muestran a Guillier estancado desde hace mucho tiempo. ¿Qué se hizo mal y qué se va a hacer para enmendar?
Las encuestas son muestras bastante subjetivas y aquellos que han intentado instalar la idea de que esta es una carrera corrida, cometen un gran error. Esta es una carrera larga que no está definida aún, por lo tanto, viene aquí lo más importante, salir a dialogar con los ciudadanos. Fue una gran pérdida para nosotros el no haber ido a primarias. No haber participado de las primarias, siendo impulsores de las primarias, nos invisibilizó demasiado tiempo. No pudimos estar presentes en la franja, en los debates, la ciudadanía no pudo conocer de manera más directa nuestras ideas. Todo eso nos jugó muy en contra.
¿La recolección de firmas no fue suficiente para sustituir la ausencia de las primarias?
El proceso de recolección de firmas fue un proceso de movilización social que fue un tremendo éxito a la luz de los resultados. Pero decir que ese proceso reemplazaba la falta de participación en las primarias no corresponde. Tenemos que asumir que ahí tuvimos un traspié, involuntario, porque nosotros queríamos ir a primarias. Por eso, no podemos perder un día más y tratar de recuperar ese tiempo perdido. Dimos ventaja a nuestros adversarios, particularmente a la derecha.
Guillier les pidió a los partidos preocuparse menos y ocuparse más. ¿Cuál sería su mensaje a la Nueva Mayoría?
Sumarse a este esfuerzo, que es un esfuerzo colectivo, donde, insisto, no sobra nadie, y donde la única forma de derrotar a la derecha es que lo hagamos en conjunto. Si salimos a la calle en unidad, la elección presidencial es absolutamente abordable y el triunfo de Alejandro Guillier va a ser realidad.