Los desconocidos pozos de agua subterráneos del centro de Santiago

Funcionaron por más de cuatro décadas en lugares como la sede del BancoEstado. Existen 50 de este tipo de perforaciones en recintos como la torre Entel, la Vega Central y la Posta.




Alameda con Morandé. En un día normal, cientos de personas transitan por esta intersección sin saber que 86,5 metros más abajo existe una napa subterránea que por años suministró agua al edificio del BancoEstado.

Ahí, en el subterráneo -3, en el mismo piso donde se ubican las calderas y la bóveda, están las maquinarias que por 46 años dieron vida al pozo de Morandé. Uno similar, bajo Bandera, al costado oriente del banco, funcionó hasta 2006. En conjunto, llegaron a llenar dos estanques de 57 mil litros de agua pura, que salía desde la tierra a 10 grados de temperatura desde el acuífero de Santiago que se extiende bajo la cuenca de la ciudad.

Marco Mundaca, jefe del Departamento de Mantención de Gerencia de Apoyo Logístico del banco, relata que al construirse el edificio en 1950 existía una gran demanda de agua, porque el hormigón no se podía importar y tenía que fabricarse en la obra. "Los calculistas empezaron a investigar opciones y encontraron esta napa", recuerda.

El hallazgo resultó tan conveniente, que el gerente de la entidad financiera de la época, Agustín Pinto Durán, solicitó una merced de agua al Ministerio de Obras Públicas, con lo que se logró -mediante un decreto- acceso indefinido al suministro.

Junto con el uso del recurso para la construcción, este pasó en 1952 a cubrir todas las necesidades del banco estatal. Primero la de sus cuatro pisos y el consumo para 500 funcionarios, y luego la de sus 11 niveles actuales, con una demanda equivalente de cinco mil funcionarios. Cada pozo tenía un rendimiento de 40 mil litros de agua por segundo.

"Las bombas de los pozos sacan el agua y la inyectan a los dos estanques ubicados en el techo del edificio. De ahí se repartía hacia abajo. El agua seguía un estricto protocolo de cloración y se sacaban muestras cada tres meses para verificar su pureza", recuerda Jorge Prieto, jefe de Taller de las Calderas Sanitarias y quien lleva 37 años en el banco.

50 POZOS EN EL CENTRO

El geólogo Sergio Iriarte, quien realizó un estudio hidrogeológico del acuífero de Santiago mientras se desempeñaba en el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), explica que en el centro de la capital existen al menos 50 pozos de agua privados que se utilizan a modo de respaldo por varias de las instituciones.

"Entel tiene uno en Amunátegui, hay otro en la Vega Central, en la Posta, en el cementerio y en el Estadio Santa Laura, por decir algunos", agrega el experto.

Estas aguas son alimentadas a nivel profundo por el río Mapocho y a nivel superficial por la filtración de las redes de agua potable. "Parte del agua de tuberías se pierde y se filtra, recargando el acuífero que se extiende desde el estero Las Cruces en Quilicura hasta el Zanjón de la Aguada", dice Iriarte.

Los pozos de Morandé y Bandera partieron en 1950 a 34 y 38 metros de profundidad (ver infografía), pero por al aumento de funcionarios, la recarga en las instalaciones sanitarias, el consumo por aire acondicionado y la posterior construcción de la Línea 1 del Metro, se hizo necesario profundizarlos para mejorar su rendimiento. "Las excavaciones por la construcción del Metro sobrepasaron la profundidad de la napa, por lo que se desvió parte de su cauce natural", explica Jorge Prieto.

Por esta razón, se realizaron nuevas excavaciones de los pozos en 1967 y 1972, llegando a 74 metros de profundidad en el caso de Morandé y a 76,5 en Bandera. "Se recuperó parte del rendimiento, alcanzando los 20 mil litros por segundo", agrega.

Pese a la baja en la extracción de agua, durante el período de las sequías y cortes prolongados que afectaron a la capital en la década de los 90, los pozos abastecieron a los edificios del centro cívico. "Camiones aljibes venían a sacar agua para repartirlas a La Moneda, al Ministerio de Obras Públicas y Hacienda", recuerda Prieto.

En 1996, el de Morandé dejó de operar debido a su rendimiento, que apenas alcanzaba los cuatro mil litros por segundo. En esa misma fecha, el pozo de Bandera cambió el sistema de entubación, con lo que el rendimiento se redujo a los 12 mil litros de agua. "Así se mantuvo hasta el 2006, ahora está en reparaciones, pero queremos recuperarlo para tenerlo como respaldo", remata Prieto.

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