La conversación parece distendida. El presidente del Comité Olímpico de Chile, Neven Ilic, habla prácticamente con el que se le acerque y, esta vez, su interlocutor es Carlos Oyarzun, el mejor ciclista del país, y la mujer del deportista, en el lobby de uno de los hoteles de los dirigentes chilenos.
De a poco el rostro de Victoria se desencaja, parece que algo anda mal. Sin embargo, tras la cita no hay declaración oficial de qué paso en esos minutos. Asunto olvidado. Hasta ayer por la mañana. De un momento a otro, Oyarzun había desaparecido de la concentración junto a sus compañeros, en la Villa Olímpica de Toronto. Con sus cosas, habría tomado un vuelo a Santiago. Nadie lo vio. Al preguntar qué había pasado, la respuesta fue “motivos personales de índole familiar”, pero esa no era la verdad. O no completa. Había un dopaje de por medio. De un ciclista chileno.
Al ex corredor del Giro de Italia la Organización Deportiva Panamericana (Odepa) le había realizado un control de dopaje rutinario el miércoles 15 de julio, en la misma Villa Panamericana. Nadie se extrañó, fueron incluidos en la lista pedaleros de muchos países, en medio de tests en los que se evalúa a deportistas de todas las disciplinas.
Mientras, el oriundo de Isla de Maipo se olvidó del tema y seguía sus entrenamientos. La contrarreloj sería mañana, miércoles, en el barrio de Milton, cerca del velódromo que recibió a la pista. Era una oportunidad única para demostrar que es uno de los mejores del continente en la carrera individual, de por qué está peleando el primer puesto del ranking panamericano, que es clasificatorio para los Juegos Olímpicos, y por qué fue campeón en el Panamericano específico de mayo, en Zacatecas. Pero no será posible.
La Odepa había informado al Comité Olímpico de Chile que el examen de Oyarzun había salido adverso por una sustancia denominada FG4592 (roxadustato). Estaba automáticamente suspendido de los Juegos Panamericanos.
El jefe de la delegación, Jaime Agliati, fue el encargado de ir a despertar al ciclista internacional, quien ya dormía en su habitación de la Villa Panamericana. El dirigente del karate le debió explicar la situación, que el ciclista no podía creer.
Después de eso vino la reunión en el lobby del Novotel de Toronto, donde su esposa lloró y Carlos estuvo cerca. La pareja no sabía qué hacer, pero siguieron las instrucciones de Neven Ilic: tomar el primer avión a Santiago y esperar el proceso en casa.
La sustancia no extrañó a los organizadores. El FG4592 es un medicamento para el tratamiento de la anemia asociada a enfermedades renales. Actúa a través del sistema natural de detección del oxígeno y provoca una respuesta del organismo para ayudar a producir glóbulos rojos, según señalan las referencias médicas. El remedio produce el mismo efecto que consiguen los deportistas que entrenan en lugares de altitud, como Oyarzun, que vive en Sierra Nevada, España. Allí, los niveles de oxígeno son bajos, lo que conduce a la producción de más glóbulos rojos. Pero, en este caso, sin el duro entrenamiento, sino con la sustancia, que muchas veces no sale en los exámenes de dopaje, sino analizando el pasaporte biológico de los deportistas.
Oyarzun esta automáticamente suspendido por cuatro años, de acuerdo a las nuevas normas de la Agencia Mundial Antidopaje. Eso sí, el ciclista pidió abrir la muestra B, para demostrar que hubo un error y su inocencia, pero con esa solicitud perdió la opción de pedir una rebaja en la pena, la que generalmente se reduce a dos años, una opción posible, considerando que el chileno no contaba con antecedentes. Pero el nacional se la jugó por el todo o nada. Si la muestra B vuelve a ser negativa, los cuatro años se cumplirán a firme.
Oyarzun, de 33 años, volvió deshecho a Santiago.