Nueva York, 1969. Por problemas de presupuesto, el gobernador Nelson Rockefeller descongestiona los hospitales psiquiátricos  y permite la salida de varios pacientes. La bancarrota  urbana es un fantasma que asoma desde todas las esquinas, la basura se acumula en los barrios y la recolección funciona a media máquina. En ese entorno amargo, un  egresado de Arquitectura de 26 años de la Universidad de Cornell cree encontrar en los desechos, los despojos y los edificios abandonados todo el material necesario para ser un artista. Su nombre es Gordon Matta-Clark y en cualquier momento hará del arte de la destrucción  su estilo y su legado.

Matta-Clark, hijo del artista Roberto Matta y la estadounidense Anne Clark, apenas vivirá nueve años más y su arte quedará inconcluso, truncado por un cáncer de páncreas, esperando ser revisitado, elogiado y elevado a la categoría   que tarde o temprano tendrá. Aquella escena, la de Matta-Clark y la de sus iluminados y brillantes camaradas de arte en Nueva York  es la que recoge el documental Palabras cruzadas: Los amigos de Matta-Clark, que hoy se muestra en Sanfic a las  22.10 h. en la Sala 11 del Hoyts Parque Arauco.

Tras dos años de trabajo, el director Matías Cardone logró terminar esta película que el año pasado se mostró parcialmente en la exposición dedicada a Matta-Clark  en el Museo de Bellas Artes. "De Matta-Clark no hay nada que quede en pie. Sus intervenciones son parte de un momento y él se encargó de registrarlas en video. Por eso el documental es un buen registro para hablar de él. Y en este caso lo hacen sus amigos y conocidos", explica Cardone, que  participa en la Competencia Nacional de Sanfic.

Entre los entrevistados que recuerdan reviven y también añoran a Matta-Clark están su viuda, la curadora Jane Crawford; el artista  estadounidense Dennis Openheim, la coreógrafa chilena Carmen Beuchat y también, por ejemplo, su medio hermano Ramuntcho Matta. "Es un período irrepetible en la escena artística: Matta-Clark es parte de una escena de artistas que aborrecen un poco el mundo de las galerías y del dinero. El trabaja con desechos, con basura y busca tener una vida más bien comunitaria. Prueba de ello es el famoso restaurante Food que abrió junto a otros artistas y que era una suerte de evento grupal", explica Cardone.

Otros documentales que están en la competencia nacional son Genoveva de Paola Castillo (Hoyts Parque Arauco, Sala 11, 20.30 hrs)  y La once de Maite Alberdi (Hoyts Parque Arauco, Sala 9, 20.45 hrs.). El primero es  una indagación personal y al mismo tiempo social: la documentalista Paola Castillo parte de una foto familiar para rastrear un origen que no muchos comentan en familia. Hay una bisabuela mapuche y también muchos prejuicios que desterrar. El segundo también se interna en la familia, en este caso una abuela que religiosamente se junta mes a mes con un grupo de amigas,  para realizar un retrato de costumbres. Son los modos de ser chilenos vistos por la tercera edad, pero al mismo tiempo por la sabiduría y la experiencia del tiempo.

A nivel internacional, la película documental más sobresaliente es La imagen perdida, del camboyano Rithy Panh (Cine UC, 21.30 hrs.). Ganadora de la muestra Una Cierta Mirada del Festival de Cannes 2013 y nominada este año al Oscar a Mejor Película Extranjera, la cinta es un esfuerzo de Panh por completar lo que su memoria no puede. Es decir, por mostrar lo que sucedió en Camboya entre 1975 y 1979 cuando la Revolución Cultural de los llamados khmer rouge de Pol Pot despojó a la gente de sus casas, a los jóvenes de sus sueños y a los padres de sus hijos. El plan maestro era  inmovilizar a la población, instalar una república popular agraria y ejercer la detención sistemática de civiles, evitando cualquier disenso. Rithy Panh, sobreviviente del genocidio camboyano que cobró dos millones 300 mil víctimas, reconstruye el período a través de archivos, fotografías y cuándo no lo hay, utiliza figuritas de plasticina, al igual que en la técnica animada del stopmotion.