"Me habían preparado un papamóvil cerrado, con muchos vidrios, pero yo no puedo saludar a un pueblo y decirle que lo quiero dentro de una lata de sardinas. Aunque sea de cristal, para mí eso es un muro. Es verdad que algo puede pasarme, pero seamos realistas, a mi edad no tengo mucho que perder".
Esa frase fue mencionada por el Papa Francisco en una entrevista al diario español La Vanguardia, en 2013, después de su viaje a Brasil, el primero que realizó como Pontífice. Su deseo de estar cerca de la gente ha marcado el estilo de los papamóviles que lo acompañan en sus viajes por el mundo. A diferencia de los que se usaban décadas atrás, estos vehículos son abiertos, sin medidas de protección especial y nada de modelos de lujo (ver infografía).
En Chile, los papamóviles cumplen con estos mismos requisitos. En Temuco y Santiago se utilizarán dos Jeep, modelo Wrangler 2015, de cuatro puertas, mientras que en Iquique se ocupará un Land Cruiser Serie 70 del año 2015, de la marca Toyota. Todos muy sobrios.
Los tres vehículos serán reutilizados de viajes anteriores; los dos primeros de su visita a Estados Unidos y el último de su visita a Bolivia. Tras la gira, los papamóviles serán devueltos a sus países de origen.
Pero, además de los cinco recorridos que realizará en papamóvil en las tres ciudades, el Pontífice se trasladará en un vehículo cerrado en algunos tramos, como por ejemplo la salida en la mañana desde la Nunciatura Apostólica. Para ello se utilizará un automóvil modelo Hyundai Ionix.
En Roma, el Papa Francisco utiliza un papamóvil particular. Se trata de un Mercedes-Benz Clase G, de color "blanco místico Vaticano". A petición de él mismo, posee una cabina completamente al aire libre y permite fácilmente bajar a saludar a la gente. Solo tiene blindados los paneles laterales y un piso a prueba de bombas.