Luego del histórico triunfo alemán sobre la selección brasileña marcado por 7-1, las especulaciones sobre el futuro político de la presidenta Dilma Rousseff, quien se presenta a la reelección, y las proyecciones económicas no se hicieron esperar.
Tal como había pronosticado la misma mandataria brasileña, las múltiples manifestaciones contra el Mundial de Fútbol en Brasil -por el alto costo en la organización en detrimento de mejoras sociales- se terminaron en cuanto el balón de fútbol rodó en la cancha del partido inaugural. Incluso, el sondeo de Datafolha correspondiente de julio estimó que Rousseff, tras 21 días de iniciada la Copa, ganó cuatro puntos para alcanzar un 38% en intención de voto.
Sin embargo este escenario podría cambiar, ya que antes que terminara el segundo tiempo del encuentro entre Brasil y Alemania, los hinchas brasileños en el estadio de Mineirao comenzaron a gritar frases ofensivas contra la mandataria cuando el marcador iba recién 5-0.
Rousseff salió al paso y lanzó una serie de mensajes en la red social de Twitter, para dar ánimo a los hinchas brasileños e instarlos a seguir adelante.
Brasil, "levanta, sacode a poeira e dá a volta por cima"
Frente a ello, el diario brasileño Folha de Sao Paulo afirma que el gobierno deberá cambiar el rumbo y dirigir la Copa como un evento más y esperar que las críticas por la inversión para organizar el evento no se haga presente en las calles.
El diario advierte que una nueva "humillación" en el partido del sábado, donde la selección se enfrentará presumiblemente con Argentina, podría amplificar el impacto de la derrota.
Anoche, unos seis buses del transporte colectivo y tiendas de electrodomésticos fueron saqueadas tras el 7-1 alemán. La prensa local explicó que la gente no salió a protestar posiblemente por la lluvia que cayó durante la noche.
Por otra parte, analistas financieros creen que la historia goleada a la Seleçao debería tener un impacto insignificante en las perspectivas económicas del país, según explica la agencia France Press.
La agencia expone que el gobierno brasileño prevé un crecimiento de entre 2,3% y 2,5% para este año, aunque los mercados, menos optimistas, pronostican sólo un aumento del Producto Interior Bruto (PIB) del 1,63%.
Juan Carlos Rodado, del banco francés Natixis, coincide con este pronóstico al decir que "la derrota refuerza nuestro sombrío panorama para el consumo. Prevemos que el crecimiento económico se desacelerará hasta el 1% en 2014, frente a 2,5% en 2013".
Un informe de analistas del banco suizo UBS publicado en junio expuso que más que ganar el Mundial, "lo que se necesita para dinamizar la economía y los mercados brasileños de una manera más duradera" es resolver los problemas que constituyen el "sistema de servicios públicos, la corrupción, unas infraestructuras oxidadas y una clase media desencantada".