Era un hecho que el favorito ayer era Chile. Porque hace unos días, el elenco de Mario Salas había vencido con un equipo alternativo a Paraguay, y porque la campaña de la "Roja" juvenil en la fase grupal había sido perfecta. Pero se cayó.
Y la derrota del último domingo ante los guaraníes, en el inicio de hexagonal, hace replantear el futuro de la escuadra de Mario Salas, que debe corregir errores si es que quiere seguir aspirando a la clasificación al Mundial de Turquía de este año.
La ansiedad: Chile es un equipo que sale desde el comienzo en busca del arco rival. No tiene nada de malo en sí, de hecho. Gracias a ello, Chile ha partido ganando casi todos sus partidos de forma relativamente temprana.
Sin embargo, ello le trajo problemas ante Paraguay cuando el equipo quiso irse con todo hacia el arco rival, pero desprotegiendo la retaguardia. Esto expuso a Chile al letal contragolpe paraguayo, que terminó pasando la cuenta.
Chile debe tranquilizarse y dosificar las fuerzas. Esto último considerando, además, las altas temperaturas en Mendoza.
La desconcentración: El segundo gol paraguayo, marcado de cabeza por Matías Pérez, fue el reflejo de un equipo chileno desconcentrado. El paraguayo se anticipó al arquero Darío Melo y al defensa Valber Huerta para meterse y anotar. Esa jugada representó fielmente la falta de concentración.
Otro ejemplo de ello fueron las pelotas perdidas frecuentemente por el mediocampo nacional. En varias ocasiones, César Fuentes y Bryan Rabello perdieron el balón en la mitad de la cancha, cuando el equipo se iba en ataque. Y debido a eso, la defensa casi siempre quedó mal parada y -cuando pudo- tuvo que esforzarse para desacomodar a los atacantes paraguayos.
La disciplina: Sin dudas, es el aspecto negativo que más ha marcado al equipo de Mario Salas. "Hicimos un gran partido con once jugadores, y con la expulsión nos vinimos abajo", dijo Bryan Rabello. Sin embargo, las tarjetas rojas han sido un problema insalvable hasta ahora para el entrenador, quien no ha podido corregir la conducta dentro de sus dirigidos.
En este sentido, al equipo le cabe evitar caer en el juego de los árbitros, por muy deficientes que sean. Es decir, dejar de reclamar jugada y evitar encontrones o discusiones con los rivales que -por supuesto- ya saben que Chile es un equipo de "mecha corta", que en cualquier momento explota.