"Diego Ramírez es como Jurassic Park, llena de vegetación. No hay plantas introducidas, hay decenas de albatros, petreles, pingüinos, lobos y elefantes marinos. Es como ir a 500 ó 1000 años en el pasado. Es un sitio salvaje", describe Enric Sala, ecólogo marino y explorador de National Geographic, sobre el archipiélago chileno y punto más austral del continente.
El investigador fue parte de la tripulación, liderada por la organización Pristine Seas, de National Geographic Society, que realizó la primera expedición submarina al archipiélago, durante dos semanas en febrero. Tuvieron la suerte de tener las condiciones meteorológicas a su favor, porque en general, la corriente hace muy difícil el buceo y el paso de los barcos. Una de las razones por las que su ecosistema está intacto.
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Albatros de cabeza gris en sus nidos en Diego Ramírez. Foto: Enric Sala[/caption]
"Lo más sorprendente para mí fue lo salvaje que se siente el lugar. Es realmente 'el fin del mundo'. Este lugar nos da una rara oportunidad de ver cómo la naturaleza funciona en ausencia de gente. Todo está conectado, desde las aves marinas a las focas y lobos marinos, hasta los bosques de algas marinas y el mar profundo", describe Alan Friedlander, jefe científico de Pristine Seas e investigador de la U. de Hawai (EE.UU.).
Nunca antes se había realizado un estudio marino en Diego Ramírez, por lo tanto, el grupo intentó tomar todos los datos posibles sobre peces, invertebrados y algas, con lo que se realizará una línea de base qué muestre qué es lo que hay. Se desplegaron sistemas de cámaras para examinar las profundidades y el océano abierto, además de recoger muestras de agua para microplásticos, de arena para microfósiles marinos y datos sobre el ruido subacuático, para comparar con otros lugares alrededor del mundo, cuenta Friedlander. "Adicionalmente se recolectaron peces y algas en las playas rocosas intermareales y arenosas que están siendo analizadas por especialistas", dice.
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Centolla y extraordinaria agregación de de centollones. Foto: Enric Sala[/caption]
En el lugar están los bosques de kelp (algas pardas) más australes del mundo. "De todos los bosques son los más espectaculares que he visto nunca", dice Enric Sala.
Mathias Hüne, biólogo marino, investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y director científico de Fundación Ictiológica, estuvo a cargo del estudio e identificación de los peces. Cuenta que en el área de Cabo de Hornos fue muy abundante un pez de origen antártico (de la familia Nototheniidae) que se conoce comúnmente como "pescado de piedra" (Patagonotothen tessellata), los cuales formaban cardúmenes, en cambio, en las islas Diego Ramírez fue muy abundante el Paranotothenia magellanica, de la misma familia, y se fotografió a dos ejemplares de Calliclinus geniguttatus, un pez endémico de Chile de la familia Labrisomidae, conocido como vieja. "Es un nuevo registro para esa latitud (56º30'S), ya que el anterior registro lo situaba hasta el golfo de Penas (48ºS)", dice el investigador.
También vieron cardúmenes de sardinas australes adultas, algo raro de ver. "Especies como las sardinas y el langostino, que es abundante, son claves para los depredadores más grandes, como las ballenas, lobos de mar, delfines, aves", indica.
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Centollones sobre kelp y miles de choritos. Foto: Enric Sala[/caption]
De ahí la importancia de la conservación, dice Alex Muñoz, director para Latinoamérica de Pristine Seas. "Chile ha creado grandes parques marinos en el último tiempo, se ha puesto en posición de liderazgo mundial en la materia, pero se requiere que la protección represente a todos los ecosistema que tiene el país, y Magallanes hoy está desprotegido (0,14% de su superficie), esperamos que sirva para generar nuevas propuestas de protección de las islas Diego Ramírez", indica.
De acuerdo a Muñoz, ya ha habido conversaciones con el intendente de Magallanes y el ministro de Medio Ambiente, y los resultados de esta primera investigación (que se entregarán en mayo) pueden aportar a que se proteja el lugar.
En la zona, 572 km2 están bajo protección, a través del parque marino Francisco Coloane, y un área marina costera protegida de múltiples usos (AMCP-MU), debido a la gran cantidad de ballenas que circulan por el sector de la isla Carlos III. Pero se necesita más.
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Lobos de dos pelos en Diego Ramírez. Foto: Enric Sala[/caption]