Ayer, alrededor de las 20.00, los principales dirigentes de los partidos del Frente Amplio comenzaron a llegar a la sede de Revolución Democrática, en Providencia, para iniciar un encuentro clave: la reunión de la mesa nacional del bloque, convocada para definir su postura de cara a la segunda vuelta presidencial del 17 de diciembre.
En la elección del 19 de noviembre, la abanderada de ese conglomerado, Beatriz Sánchez, obtuvo cerca de un 20% de los votos, apoyo que se convirtió en un elemento decisivo para el éxito o fracaso de Alejandro Guillier frente a Sebastián Piñera en el balotaje. Así, desde ese momento se instaló una fuerte presión sobre el Frente Amplio y, en particular, sobre la postura que asumirían sus dirigentes: si entregarle o no un gesto de respaldo al candidato de la Nueva Mayoría que pueda movilizar a quienes votaron por Sánchez para que respalden el 17 de diciembre a Guillier.
Conscientes de ese factor, varios dirigentes del Frente Amplio intentaron en los días siguientes contener esa presión y atribuírsela, más bien, al propio Guillier. Así lo planteó, por ejemplo, el diputado Giorgio Jackson, principal referente de Revolución Democrática (RD), quien apuntó a que es el senador el que tiene la "presión" de lograr "entusiasmar" al electorado que votó por Sánchez.
Ese diseño finalmente se impuso al interior de RD entre el lunes y martes, cuando realizó un plebiscito con sus militantes para definir cómo actuar en segunda vuelta. El resultado se dio a conocer a primera hora de ayer: entre tres alternativas dispuestas en esa consulta interna, triunfó una opción intermedia, que apunta, justamente, a que es "responsabilidad" de la Nueva Mayoría convocar a quienes "confiaron" en el proyecto del Frente Amplio, haciendo un llamado a Guillier a adoptar ciertas medidas "para derrotar a la derecha".
Con 4.626 votos de militantes válidamente emitidos, la opción "B" se impuso con un 62,07%, correspondiente a 2.802 votos. Si bien ese porcentaje no cuadra con el número de apoyos que recibió esa alternativa, hay una explicación metodológica que entregan desde RD. El sistema consistió en que cada militante pudo marcar una primera y segunda preferencia de un total de tres alternativas: además de la triunfadora, llamar a votar por Guillier; o cuestionar la "falta de diferencias sustanciales entre ambas candidaturas en competencia" y, por lo tanto, no hacer ningún esfuerzo y sólo convocar a participar del proceso electoral.
Así, explican que si ninguna de las opciones lograba la mayoría absoluta, se desecharía la alternativa menos votada y se sumarían las segundas preferencias que esos electores hubiesen marcado, tal como ocurrió finalmente.
La decisión del Frente
La resolución de RD terminó condicionando, en parte, la compleja definición que tomó anoche el Frente Amplio, donde algunos dirigentes admiten que podrían pagar costos tanto si se involucran con un respaldo explícito a Guillier y también si no contribuyen a evitar que Piñera vuelva a La Moneda.
En la cita -que al cierre de esta edición aún no concluía- se imponía, de hecho, una postura similar a la resuelta por RD, es decir, interpelar a Guillier a recojer el programa de gobierno del bloque para entusiasmar al electorado del conglomerado.
En el debate estuvieron presentes representantes de los principales partidos y movimientos del Frente Amplio, como Rodrigo Echecopar y Miguel Crispi de RD; Constanza Schonhaut del Movimiento Autonomista; Karina Oliva de Poder y Octavio González del Partido Humanista, además de la propia ex abanderada del bloque, quien llegó al encuentro acompañada de su ex jefe de campaña, Sebastián Depolo.
La decisión final, explicaban anoche distintos dirigentes, se daría a conocer en las próximas horas y eventualmente antes de la nueva marcha convocada por la coordinadora No+AFP, manifestación que también podría coincidir con la reunión que sostendrá Alejandro Guillier con el líder del movimiento Luis Mesina (ver página 6).
Anoche, de hecho, la discusión de los dirigentes del Frente Amplio también estuvo marcada por cuánto más se puede tensionar el escenario para que Guillier acoja las propuestas del bloque.
En el Frente explican que la influencia de RD en el conglomerado -con nueve parlamentarios electos- fue fundamental para el debate. Así, agregan que la idea era buscar una resolución común que no contradijera lo planteado por ese partido. Esto, también debido a que esa colectividad realizó un plebiscito y que, por lo tanto, sería complejo aparecer con una postura contraria a una decisión democrática.
Además, agregan que varias de las colectividades y movimientos ya se han pronunciado previamente, de acuerdo a las definiciones tomadas por cada una de ellas, en línea con la libertad de acción para sus militantes y adherentes, evitando explicitar un respaldo al abanderado del oficialismo.
En medio de este escenario, varios en el bloque decían ayer que lo más probable es que se termine decretando libertad de acción, aunque la gran incógnita estaba puesta en la postura con la que llegaría Sánchez a la reunión, posición que hasta ayer no era conocida abiertamente por la mesa nacional del Frente Amplio.
"Esto no se trata de nosotros, se trata de la gente", habría señalado Sánchez en una de sus intervenciones anoche, sin querer marcar un camino más explícito. Esto, según dicen en el bloque, porque si se jugara por una salida específica podría terminar cerrando el debate interno.
De hecho, la ex abanderada ha optado, en estas semanas, por mantener una incertidumbre respecto de su postura, priorizando el debate público que se ha instalado entre dirigentes del bloque.
Asimismo, en la antesala del encuentro de anoche hubo una reunión en la que se comenzaron a recibir las actas de los organismos territoriales del Frente Amplio, que han realizado asambleas a lo largo del país desde que Sánchez propuso un primer período de reflexión tras la primera vuelta.
En este contexto, en la cita de anoche se comenzó revisando las actas de los distintos encuentros, las que sumarían cerca de 100 y que serían la base de la discusión. Ese proceso de los equipos comunales, de hecho, fue expresamente pedido por Sánchez.
El diseño también implicaba hacer un compilado y debatir sólo las ideas mayoritarias de los territorios para, a partir de eso, comenzar la discusión con los partidos. Posteriormente, en caso de no llegar a un consenso interno, se realizaría una votación.
La opción triunfadora, sin embargo, debía alcanzar al menos dos tercios de los votos, entregándole a cada colectividad y movimiento el derecho a un sufragio, al igual que a Sánchez.